Meditación de la certeza
La puerta rechazaba la luz.
Yo sabía que ahí había una mano. ¿quién me concedería en adelante todo el resto?
Después
de haberla visto, después de haber reconocido la muerte, que no sólo
parecía ser así, sino que era así con certeza, y no tenía ningún sentido
dudarlo.
Después de haberla visto, después de haber reconocido la muerte.
Alguien
me habría dicho: “no sé si eso es una mano”. yo no habría podido
responder. “mírala más de cerca.” ningún juego de lenguaje podía
desplazar esta certeza. tu mano colgaba al borde de la cama.
Tibia. tibia solamente. tibia todavía.
La sangre se había espesado al final de los dedos. como un fondo de guinness en un vaso.
Yo
no la veía humana. “hay sangre en una mano humana”. entendía muy claro
el sentido de esta oración. porque contemplaba su confirmación negativa.
No
me hacía falta decirme: “la sangre corre por una mano viva”. cosa que
sin embargo nadie vio jamás. esa sangre sin duda alguna no corría. yo no
podía ponerlo en duda. para dudar me faltaban razones.
incluido en Poesía francesa actual (Biblioteca digital, República Dominicana, 2009).
(Fuente: Asamblea de palabras)
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