Te alabamos Señor
por nuestra ducha
con vidrios transparentes plegadizos.
Nos complacía así en desmesura
noventa por noventa y la compramos
para estar ambos adentro.
Qué maravilla de agua chorreante
sobre nuestros cuerpos desnudos
que mezclada al baño espuma dibujaba
nubecillas paradisíacas.
Y nos habríamos quedado
a residir allá dentro
si el lecho no nos hubiese convocado
a la complicidad
de nuestros jóvenes años
olorosos a talco.
Lejanas esas noches en que la carne
temblaba con los toques del placer.
Miro las inciertas formas
tras los mismos vidrios
velados por el vaho del vapor
mientras en el espejo estiro mis mejillas
en la obstinada lucha contra el tiempo.
¿Hacemos el amor? propongo.
Finges no comprender y sonríes
compasivamente
poniéndote la crema
sobre los muslos trémulos.
Versión del italiano de Marco Antonio Campos
(Fuente: Luvina.com.mx)
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