viernes, 27 de noviembre de 2020

Mía Gallegos (San José, Costa Rica 1953)

 

 

Toco la carta suavemente

 

XIV

Toco la carta suavemente. El mago murmura

algunas palabras que no entiendo. Dice que

la mujer del coche soy yo.

 

 

No puedo lanzarme desde aquí, aunque quisiera

tener el valor de hacerlo. Soy yo, la mujer,

esta criatura mágica que tira de las riendas

de este coche, sin haber descubierto nunca

quien las puso en mis manos.

 

 

No comprendo cuál es mi papel. Lo cierto es que

estoy aquí desde siempre, en lo alto, mirando

hacia adelante, sin parar, sin hacer un solo

momento de tregua. No puedo hacerle concesiones

a nadie. Estoy aquí yeso me basta.

 

 

Quiero que otra persona venta de pronto.

Pero no. Nadie podría atravesar conmigo

tantos lugares, tan altos, tan angostos y

gigantescos sueños, aquí conmigo en este

coche.

 

 

Temo perder las riendas. Si alguien viene

podría adueñarse del coche, de los dragones

y también de mí. Necesito llegar lejos, a

las cumbres, a las puertas azules de los montes,

o quizás más alto aún: a las nubes.

 

 

Temo quedarme sola; sin embargo no puede

detenerme.

Es el destino ya ese sitio se llega a oscuras

en la ceguera total. Tiene que haber un final, por

eso continúo mi ruta, mi viaje total con las

estrellas. ¿Cómo será ese fin? ¿Será la muerte

líquida, será la muerte blanca, la de la creación,

la que me aguarda, o será la muerte-muerte?

 

 

Basta, no importa ya nada. Tengo mi alma y el

coche en movimiento. Soy la mujer que dirige

un carruaje con los dragones de Medea. Sé hacia

dónde voy. Si alguien pregunta por mí, díganle

que me vieron pasar, que salí al alba y que no

regreso más.

 

 

 

(Fuente: La parada poética)

 

 
 

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