LA HIEDRA Y EL PARÉNTESIS
Este es el conflicto universal.
Al menos sabemos que la hiedra enrojece, alcanza la ventana y entra como heredad en los ojos de quien deduce.
En la borrachera, estrellas a lo largo de toda la respiración, oscuro sueño y eclipse por momentos sagrado.
Beben de ti.
Y además tu corazón está en la punta de una lengua ajena (huele como nunca antes…
No tiene ningún sentido la palabra nunca, o tal vez lo signifique todo.
En la hiedra el paréntesis queda sin cerrar. Lo que no está dentro ni pertenece por entero al cuerpo.
El caso del matemático Bernhard Riemann es distinto, sus paréntesis definen intervalos abiertos.
Aunque de alguna manera hay que decir Inglaterra, cereza, miedo.
Este es el conflicto universal: dejarlo todo en manos de la lengua.
Veo a los oradores rebuscar en el sentido. Se bastan con el eco, que rebote igual que el vidrio.
Aparece tras la puerta el juez que no habla ningún idioma y dicta sentencia (una voz transparente…
Detrás
del humo el coro enuncia el veredicto y lo inefable queda proscrito. Se
proclama que comprender es una exigencia de las naciones y de los
dioses indecisos.
No es difícil: cualquier físico sabrá que se trata del coeficiente de restitución, de ahí que el vidrio rebote.
Por ejemplo, Égloga primera: debajo de tu sombra y se levanta la hiedra. Punto.
Porque
sin los signos de puntuación tan solo seríamos pensamiento. En ese caso
el mundo obraría sin vínculo alguno, independientemente del lenguaje.
El níspero y la pleamar no tienen equivalencias, tampoco consonantes. En
nada les concierne el aspecto verbal.
El desenlace es inmediato:
lo que se pretende voz y acta, versículo y leyenda, acaba confinado
entre paréntesis. Entran en el nunca definitivo: un abismo de palabras
sucedidas.
(Continúa la hiedra, y todo lo escrito se empoza en la estricta e inextinguible pausa…
Este es el conflicto universal: dejarlo todo en manos de la lengua.
En Tierra impar (RIL Editores, 2018)
(Fuente: tre3reinos.com)
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