domingo, 29 de noviembre de 2020

Benjamín Chávez (Bolivia, 1971)

 

 

Historia de las invasiones perdidas

 

Remontando el río
las sigilosas piraguas del séquito real
se escabullen por entre la selva momentáneamente acallada.
Pocos vigías velan los sueños despedazados
y las lanzas semejan arpones derrotados.
Vacío fondo de las embarcaciones
los ansiados tesoros quedaron, por ahora,
en manos del odiado enemigo.
Borrado el canto, las bocas muerden la amarga derrota
y sacian su hambre con raíces secas.
Las promesas se han diluido en la vergüenza
palabras huecas, ademanes truncos
estalla la orfandad en toda la selva
y el chillido de los monos impunes hiere más
que las envenenadas puntas de las flechas.

 

 

 

[A pesar de todo]

 

a pesar de todo
el corazón pide placer primero
y esos prados de revelación
que tus inocentes zapatos pisaban
no eran la muerte
Emily Dickinson
al menos no la tuya

hubo una sí
una muerte en la casa de enfrente
y los dos
―poema y muchacha―
preguntan todavía
si la visión fue real

[y en ese sueño Sylvia]

y en ese sueño Sylvia
el eterno,
mientras cabalgabas
―Plath, Plath―
por un mar embravecido e incoherente
buscando el punto de partida
el más próximo
aquella noche que escribías:
quizás nunca llegue a ser feliz

medusa
la ayudante del mago, la que no titubea, la rehabilitada
¿qué conseguiste?
¿por qué ahora tienes frío?
la gran paradoja del sueño
en la reunión de todas las criaturas
la zarpa
la magnolia,
ebria de sus perfumes
y tú
que no pides nada de la vida

 

 

 

 

(Fuente: Buenos Aires poetry)

 

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