Boceto primaveral 2
Un hombre dice: lilas frente a las casas blancas, dos gorriones, uno rayado, en un abedul mermante, y no encuentra manera de expresarlo.
Para
ser anhelada, dijo Thorstein Veblen* -desesperado en Palo Alto- una
cosa debe ser inservible, es decir, surgir de “una adaptación selectiva
de formas a propósito de un desperdicio ostensible “.
Así que
intentamos no tirar nada, como Keith, quien preparándonos la cena, tal
como lo hacía su abuela en Jamaica -sin dejar nada; la cocina estaba tan
limpia al final como cuando empezaba- aprovechó hasta los caparazones
de gambas y las hojas de zanahoria,
y cuando tratamos de expresar
nuestra admiración dijo: “Escuchad, debería enviaros al corral a por un
clavo oxidado para enriquecer la sopa en hierro”.
La primera
tentación de Sakyamuni** fue el deseo, pero se dio cuenta de que
conducía a la realización y luego, otra vez al deseo, así que la superó
fácilmente.
Por haberla podado mal en años sucesivos, la rosa
trepadora ha echado, entre los grandes capullos rosa pálido, unas
blancas rosas silvestres.
Supongamos que, antes de decir plateado, luz de luna o hierba mojada, cada poeta tuvo que aceptar la responsabilidad por la inocencia de todo el sufrimiento en la tierra,
porque aprendió en aritmética, durante las largas jornadas escolares, que si quedaba algo,
tenías
que llevarlo. La rosa silvestre parece ingrávida, mientras a los
capullos grandes les pesan la riqueza y la tristeza de Europa
porque imitan la agonía, pétalo a pétalo, de las personas que los cultivaron.
Puedes oír cómo canta el dolor en los nervios de las cosas -no es un cántico-.
La cabeza de la gacela se tornó -tres chacales están devorando sus entrañas y ella está mirando-.
Trad. Ada Trzeciakowska
*Sociólogo
y economista estadounidense. En “Teoría de la clase ociosa” explica que
el producto no necesita tener un valor por sí mismo. Le basta con un
valor atribuido por su novedad, escasez, rareza o cualquier otra
circunstancia. De esta forma cumple la premisa de que cuanto más elevado
es su precio, más demandado es.
** Uno de los nombre de Buda
Spring Drawing 2
A man says lilacs against white houses, two sparrows, one streaked, in a thinning birch, and can’t find his way to a sentence.
In
order to be respectable, Thorstein Veblen said, desperate in Palo Alto,
a thing must be wasteful, i.e., “a selective adaptation of forms to the
end of conspicuous waste.”
So we try to throw nothing away, as
Keith, making dinner for us as his grandmother had done in Jamaica, left
nothing; the kitchen was as clean at the end as when he started; even
the shrimp shells and carrot fronds were part of the process,
and
he said, when we tried to admire him, “Listen, I should send you into
the chickenyard to look for a rusty nail to add to the soup for iron.”
The first temptation of Sakyamuni was desire, but he saw that it led to fulfillment and then to desire, so that one was easy.
Because
I have pruned it badly in successive years, the climbing rose has sent
out, among the pale pink floribunda, a few wild white roses from the
rootstalk.
Suppose, before they said silver or moonlight or wet grass, each poet had to agree to be responsible for the innocence of all the suffering on earth,
because they learned in arithmetic, during the long school days, that if there was anything left over,
you had to carry it. The wild rose looks weightless, the floribunda are heavy with the richness and sadness of Europe
as they imitate the dying, petal by petal, of the people who bred them.
You hear pain singing in the nerves of things; it is not a song.
The gazelle’s head turned; three jackals are eating his entrails and he is watching.
(Fuente: Ada lírica)
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