Martes
Dice que barra desde afuera hacia dentro
para que vuelva como vuelve la mala suerte
acumulando tierra bajo los pies.
Prefiero dispersar el polvo por la casa
moverme al son de la música ennegrecida
resguardar este canto sobre ollas hirviendo.
Me explica que al piso de madera
también se le saca brillo:
pasas tanto el trapo que puedes sentir
la transpiración salir
del espacio entre la nariz y la boca.
Intento dejar todo bien limpio
pues sufrimos, pero nos sobra cloro
y con eso alcanza para toda la semana.
No nos ponemos de acuerdo
somos dos acribilladas en la misma cocina.
Sus manos llenas de hendiduras
predicen mi futuro, entonces ella debiese
ser una carta del tarot
pero sólo sabe de encierro, gas y parafina.
Dice, que somos dueñas de esta casa
y parece su lengua condenada a la sentencia,
mientras tanto remojo
más que mi cuerpo en agua con sal.
…
Miércoles
La familia repara en lo podrido:
primero fueron las cestas de fruta
ennegrecidas sobre el comedor
luego los gorgojos en las legumbres
y la carne agusanada de los niños.
No hay como disolver la pestilencia
pues los hombres se han dormido
y las mujeres jóvenes
huelen el cuerpo de los sobrevivientes.
…
Sábado
Nunca tuvimos cuerda para colgar la ropa
pero el de aquí hasta allá del patio
permitió que nos extendiéramos
sobre el vacío de los maceteros
estirando los brazos y las piernas
después del lavado.
Secarnos bajo el sol junto a los paños de cocina
era buen ejercicio matutino
y de vez en cuando estilábamos por la casa
al ritmo de disparos o bengalas
derrumbando el silencio del pasaje.
Nuestra calle era nuestro precipicio
un canal adherido a la cicatriz
hedionda de la infancia:
Cinco de Abril hasta el hartazgo
de monumentos y fantasmas.
Nunca tuvimos cuerda para colgar la ropa
ni ropa para ser colgada.
Mirar la lavadora y meter la mano
como quien pierde con el agua:
todo o nadar
y preferimos nadar
cambiando el curso de la calle.
El agua sucia inundando las esquinas
mientras sonaba música de fondo:
la sinfonía sabática
con olor a detergente y a desuso
el breve encanto de la balada
arrullando este desastre.
duélanse conmigo en este arrullo de niña.
(Fuente: La parada poética)
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