Quien haya espiado por las cerraduras
quien haya andado a gatas bajo la mesa del comedor
quien haya desvestido poco a poco a un ser amado
quien haya quitado la venda de unos ojos
quien haya tapado con la sábana a un muerto
quien haya jugado al escondite atrás de las cortinas
quien haya escuchado tras la puerta una conversación
quien haya escondido una fotografía en un libro
una flor en un cajón
quien haya sido traicionado por sus propias palabras
quien haya recibido una llamada largamente inesperada
quien haya escuchado una declaración de amor
quien haya prendido la luz en medio de la noche
sabe lo que el telón esconde.
de Obra negra, Ediciones Arlequín, Guadalajara, Jal., 2006
ZONA DE FUMAR
"El cigarro es la soledad que uno elige"
Miro a esas mujeres que fuman sus cigarros
como si hicieran el amor.
Una de ellas desprende la cintilla de celofán
con la gravedad de quien desabrocha un cinturón
o desanuda una corbata.
Otra acaricia con tres dedos la lisura blanca
anticipando un fuego conocido,
queriendo retrasarlo.
Hay la que lo detiene con los labios
disfrutando su peso,
su seca desnudez
y después lo humedece para volverlo propio.
La primera lo absorbe hasta el abismo,
se hace un poco de daño
para sentir que existe.
La segunda lo mira iluminarse
y consume en secreto sus recuerdos.
La tercera sacude la ceniza,
mira el humo
como quien se despide en una calle solitaria.
Una lo apaga con pequeños golpes,
sabe de espasmos.
Otra lo tira al piso, lo tritura
y esa violencia la desquicia suavemente.
La tercera lo deja consumirse
porque no le gusta apresurar ningún desprendimiento.
Parece que platican,
desayunan en este restorán,
piden la cuenta, así, como si nada.
Pero sus cuerpos habitan otra realidad,
sus almas vibran,
su soledad salvaje las denuncia.
(Fuente: Emma Gunst)
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