sábado, 28 de noviembre de 2020

Silvina Giaganti (Avellaneda, Bs. Aires, Argentina, 1976)

 

 

NO ERA FECHA RELIGIOSA

 

 

 

Me daba mucha vergüenza que mi papá se dejara puesta

la ropa de trabajo fuera de horario y anduviera

por ahí así vestido, la camisa, el pantalón azul de grafa,

yendo y viniendo por el barrio, tomándose colectivos

como si no supiera, o no se mereciera, usar otra cosa.

Una vez abrí la puerta de su pieza y lo encontré hablándole

de cerca

a un cuadro con la imagen de Jesús, colgada

sobre el respaldo de la cama.

Le hablaba en susurros, la cara

pegada al marco, le había puesto unas ramas de laurel.

No era fecha religiosa.

Me pregunto qué le decía, porque conmigo no hablaba.

No se dio cuenta de que yo estaba ahí.

Hasta jubilarse se levantó a las 4.30 de la mañana,

se calentaba leche

en una taza de loza mientras le pagaba una barrida

a la cocina.

A veces el ruido de las fibras de la escoba me despertaba

y lo miraba por la ventana esperando el colectivo para

irse a trabajar.

Recuerdo que hacia fuerza para que llegara rápido, así

no pasaba frío

o algo raro en la calle.

Se colgaba de torres para soldar, y los fines de semana

hacía changas:

revoques, pintura de interiores y frentes, arreglos

de cortinas.

En la cancha, en una final, le grité un gol en la cara

porque somos de equipos diferentes.

Alguna vez me dijo que yo le gustaba como era porque

me defendía

de lo que él no pudo.

Ahora gano más que su jubilación y me da una vergüenza

enorme.

Siempre me compró las mejores zapatillas, las mejores

ropas, la mejor gaseosa.

Hace poco fui a su casa y me llevé la camisa Ombú

que ya no usa,

me empezó a gustar la tela y el color.

 

 

 


En  Tarda en apagarse

 

               Luces de Gálibo : Poesía

 

               (Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

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