viernes, 31 de mayo de 2019

Czeslaw Milosz (Hungría)



ELEGÍA PARA N.N.


Si es demasiado lejos para ti, dilo.
Habrías podido correr sobre las pequeñas olas del Báltico,
atravesar el campo de Dinamarca, la floresta de hayas,
virar hacia el océano, y ya está, cerca,
el Labrador, blanco en esta estación del año.
Tú, que soñabas una isla solitaria,
si temes las ciudades, el parpadeo de los fuegos sobre las autopistas,
habrías podido tomar el camino de los bosques sordos,
sobre torrentes revueltos y azules, y rastros del ciervo y del reno,
hasta las Sierras, hasta las minas de oro abandonadas.
El río Sacramento te habría llevado entonces,
por entre las colinas recubiertas de encinas espinosas.
Todavía un bosque de eucaliptos, y estarás en mi casa.
Es cierto, cuando la manzanita florece,
y la bahía es azul en las mañanas de primavera,
yo pienso a mi pesar en la casa entre lagos
y en las redes recogidas bajo el cielo lituano.
La cabaña donde te despojabas de tu traje antes del baño
se cambió para siempre en un cristal abstracto.
Y en él está la oscura miel de la tarde, junto al balcón,
y las pequeñas lechuzas, graciosas, y el olor de los arneses.
Cómo podíamos vivir entonces, yo no puedo decirlo.
Las costumbres, los trajes vibran imprecisos,
inconsistentes, tensos hacia el final.
¿Es tal vez que pensábamos en las cosas tal como son?
El saber de los años fogosos ha enrojecido los caballos ante la forja,
y las pequeñas columnas en el mercado de la aldea,
y los peldaños de madera y la peluca de Mamá Fliegeltaub.
Mucho hemos aprendido, tú bien lo sabes:
cómo nos es quitado, cosa por cosa, todo aquello que no podía ser,
la gente, las comarcas.
Y el corazón no muere cuando uno creyó que debería,
pero sonreímos, el té y el pan sobre la mesa.
Sólo el remordimiento de no haber amado como se debe
esa pálida ceniza de Sachsenhausen
con un amor absoluto, que no está a la medida del hombre.
Tú te has acostumbrado a nuevos inviernos, húmedos,
a la ciudad donde la sangre del propietario alemán
fue raspada de los muros, y a donde él jamás regresó.
Tampoco yo he llevado más de lo que podía, ciudades y país.
No se puede entrar dos veces en el mismo lago,
sobre hojas descompuestas de abedul,
y quebrando una estrecha estría de sol.
Tus faltas y las mías no fueron grandes faltas,
tus secretos y los míos no eran grandes secretos.
Cuando te anudan la mandíbula con un pañuelo,
cuando te ponen una cruz entre los dedos,
y a lo lejos un perro ladra, brilla una estrella.
No, no es porque estés tan lejos
que no has venido el otro día, la otra noche.
De año en año madura en nosotros y nos invadirá,
yo, como tú, lo he comprendido: la indiferencia.

 


(Traducción: William Ospina)

jueves, 30 de mayo de 2019

Eduardo Milán (Uruguay, 1952)


Si fue rap-raptado en la esquina...

 

si fue rap-raptado en la esquina
si fue tap-pateado en la calle
si fue cer-cenado después de la cena el poema
ruido de cubiertos-tenedor

tañía el tañedor
acordes de un mundo no añil
acordate, acordonado —acuérdate, cuerdo—
era una ronda sin cuervos a la redonda

poema al descampado no hay
Uruguay, Arapey
Guareim, Tupinambá

yo estaba en el ex nihilo
ahora en el ubi sunt

cualquier cosa antes que música de compañía
pura música de asidero cuando se hunde el espíritu
no ese tal espíritu del santo
talador de su cuerpo, no pirí
sin asado, sin brasa
sin carne roja para memorizar la sangre
el añil de estos años señala otro terreno, ¿verdad, verdad?

una cosa cosa los antiguos, otra cosa los viejos
sobre una sola orilla sin mar
 
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

Maurice Rollinat (Francia, 1846 - 1903)




El fantasma del crimen 
 

El mal pensamiento llega a mi alma
en todos los lugares, a toda hora, en lo fuerte de mis trabajos,
y yo tengo a bien purificarme en una rigurosa censura
por todo eso que el Mal infunde a nuestros cerebros,
el mal pensamiento llega a mi alma.

Yo escucho a pesar mío las notas infernales
que vibran dentro de mi corazón donde Satán viene a tocar para entrar;
y bien que yo tuviera horror de las viles orgías desenfrenadas
de las que la sombra solamente basta para indignarme,
yo escucho a pesar mío las notas infernales.

Mi cráneo es un calabozo lleno de horribles tufos;
el fantasma del crimen atraviesa mi razón
y ronda, penetrante como una mirada de hadas.
¡Hace falta que mi virtud se abreve de veneno!
Mi cráneo es un calabozo lleno de horribles tufos.

El asesinato, la violación, el robo, el parricidio
pasan sobre mi espíritu como un salvaje relámpago,
y aunque por el Bien siempre me decido,
yo estremezco viendo reptar sobre mi infierno
el asesinato, la violación, el robo, el parricidio.

Y sin embargo el asesino a mi vista es una víbora;
huyo al menor estafador como un apestado
y yo maldigo los hijos que apuñalan a su padre.
A menudo, la muerte habla a mi corazón estupefacto,
y sin embargo el asesino a mi vista es una víbora.

Me compadezco sinceramente de la mujer violada
y yo la vengaría si yo tuviera el derecho;
pero por impuros deseos mi alma acosada
por seducir una niña busca un medio astuto;
me compadezco sinceramente de la mujer violada.

El Mal golpea sobre mí como un oleaje sobre el arenal:
Él acude, adula y huye, sin dejar lodo,
pero yo conservo ¡desgraciadamente! el recuerdo del sueño
donde estuve a punto de sangrar bajo la uña de un demonio.
El Mal golpea sobre mí como un oleaje sobre el arenal.

¡Oh tú! Causa primera a que el efecto reanime,
¡en los ojos de Lucifer vela mi costado tan desnudo!
y en el horrible peligro que a veces me desmoraliza,
yo me sentiría fuerte si yo soy sostenido
¡por ti, causa primera a que el efecto reanime!

¡El hombre es pues bien perverso, o el cielo bien feroz!
¿porque el instinto del Mal es tan fuerte en nosotros,
que nuestra voluntad sufre su yugo atroz
a la hora donde la oración despelleja nuestras rodillas?...
¡El hombre es pues bien perverso o el cielo bien feroz!




Traducción Romeo Juárez Carreón
 

(Fuente: Caína bella blog)

miércoles, 29 de mayo de 2019

Michael McClure (Estados Unidos, 1932)


                        Oh cabeza de león...

 

 

 

 

OH CABEZA DE LEÓN, LEVÁNTAME
en este espacio sin forma.
Deja que sea valiente como Filipo de Macedonia
y Philip Whalen, Hijo del Lobo.
La oscuridad
en el presente
es un ascensor
a la cumbre
de la montaña
vista desde nuestra terraza
entre los robles.
El silencio (al oído)
es un arcoiris
hacia
las
yemas
de los dedos
como los pétalos
rojos y blancos
de la lila rayada
son una alfombra
para suelas
adormecidas.
EL CUERPO
DE LAS COSAS
es coágulos
de supercuerdas
evasivas
Y
ESTA
DIMENSIÓN
PERDIDA
es
nuestro escondite.
Manos como
las tuyas
DEBERÍAN
SER
INMORTALES!
 
 
 
 
(Trad. Andrés Fisher y Benito del Pliego)
 
 
(Asamblea de palabras)
 
 

martes, 28 de mayo de 2019

William Butler Yeats (Inglaterra)


La canción de Ængus vagabundo

Traducción de Juan Carlos Villavicencio




Salí hacia el bosque de avellanos,
Porque tenía un incendio en mi cabeza,
Y corté y pelé una rama de avellano,
Y enganché a la hebra un fruto del bosque;
Y durante el vuelo de las polillas blancas,
Y titilando las estrellas como polillas,
Dejé caer aquel fruto en la corriente
Y capturé una pequeña trucha plateada.

Cuando la hube dejado en el suelo
Fui a soplar el fuego ardiente,
Pero algo crujió en el suelo,
Y alguien me llamó por mi nombre:
Se había convertido en una chica de tenue brillo
Con flores de manzano en su cabello
La que me llamó por mi nombre y corrió
Y se desvaneció a través del aire que iluminaba.

Aunque estoy viejo de tanto vagar
Por hondonadas y tierras montañosas,
Descubriré adonde ella ha partido,
Y besaré sus labios y tomaré sus manos;
Y caminaré a través del largo y jaspeado césped,
Y arrancaré hasta el fin de los tiempos
Las plateadas manzanas de la luna,
Las doradas manzanas del sol.




en The Wind Among the Reeds, 1899


(Fuente: Descontexto)

Paulo Roddel (Montevideo, Uruguay, 1977)




Weather Channel
 

Salí afuera,
para ver si me caías del cielo.

Desde el suelo pateabas y puteabas,
me decías que no creías en los astrólogos ni en los meteorólogos
me decías —mientras pateabas— que no creías en nada,
yo intentaba encontrarle formas a las nubes
—Vos vivís en las nubes— me dijiste.

Yo escuchaba el pronóstico de tu cuerpo
me interesaba saber
qué onda vos y tus tormentas eléctricas,
qué onda vos, el clima, y los cumulonimbos
qué onda vos lloviendo
y yo viendo,
que no soleabas,
no despejabas,
no escampabas
escapabas.

Aún con ese corazón
a cien grados bajo cero que tenés
como un iceberg suplicando ayuda
que no para de putearme
y lanzarme rayos cual Zeus.

Aún sabiendo que todo pronóstico falla
te voy a buscar a la parada de ómnibus o a la estratósfera
miro el noticiero antes de salir
y según tus temperaturas máximas y mínimas
salgo afuera, miro al cielo
llevo paraguas por las dudas.

Sos el pronóstico equivocado,
sos la cama que precede la tormenta.




(Fuente:  Caína bella blog)





lunes, 27 de mayo de 2019

Yaissa Jiménez (República Dominicana, 1986)


Ritual Papaya 

 

Escribe seis letras en su manto,
y la papaya la ralla toda en el suelo
Catrina, la bruja negra, dibuja en el piso frío con la sangre de su acertado presagio

Otro intento caducó en el caldero prieto desde la luz naranja de su sacro
Otra orquesta suspendida
No sonarán las trompetas ni los cueros engrifados
Su vientre de nuevo sangra,
ella lo quiere habitado

Ritual Papaya se unge buscando vástago
La fruta sumergida en los óleos de cártamo, palma, almendra, ricino, coco blando y coca cruda Sumerge en la unción unas gotas de rojo menstrual
Tragando como fuego,
con el cuerpo desnudo,
acuñado por mil lamentos
y un pesar

Quiero vástago negrito y de azufre, Yayá,
quiero carne de mi carne
Sacudiré mis venas
para que bailen todas las noches en honor a tu espíritu, Yayá,
que como látigos se estiren y ahorquen el tiempo,
que la danza dure lo que tenga que durar

Saciaré tus ansias de cortejo y compañía, Maña Prieta,
me sentaré en tu regazo recitándote los versos de Babalaú,
con la comarca estancada de San José cultivando un perdón
y con las lágrimas de Santa María comiéndose su placenta
en honor a la mentira que la hizo mujer y redentora
sin permiso

Cada noche, Yayá,
toda la savia de mis deseos correrá por tus venas,
y ungida seguiré hasta el cansancio
pidiéndote vástago nuevo en mi vientre,
y lo más importante, vivo, porque es vivo que lo quiero, Yayá

A la luz de una noche sedienta de nuevos sollozos
marca Catrina los pasos en los rezos de los fieles
Todos en su nombre, vendidos a su espíritu
a cambio de favores hechizados
Toda oración en la tierra, todo clamar al cielo o al infierno
Todo saludo al sol, toda cabeza en dirección a la Meca,
cada Tefilá,
todo rezo de rodillas,
en loto zen,
con manos cruzadas,
con manos en penitencia
Cada plegaria dispuesta a su reclamo,
cada llanto atribuido y retribuido a su desventura

Que la Papaya le lleve todo lo bueno,
que la Papaya la lleve a todo lo bueno.



(Fuente: Asamblea de palabras)

Rubén Sevlever


En el jardín del antiguo hospital 

 


En el jardín del antiguo hospital,
junto a inmóviles palomas
que hieráticas reposan,
espero que regrese la vida.
Aquí, las agujas del reloj
parecen congelarse para siempre
sobre el óxido de amarillos muros
y la oriental expectación
de mudas, introvertidas palmeras.
Aquí es ya un milagro lograr un espacio
de poesía, un atisbo de lo eterno
a través de lo instantáneo,
una gota de plenitud adherida
al verde oscuro de simétricos parterres.
Cuando un cielo de zinc
marca el límite visible de este oficio
parco de inútiles palabras.



(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Henri Michaux (Bélgica, 1889 - Francia, 1984)




La estatua y yo

Traducción de Víctor Goldstein





En mis momentos perdidos enseño a caminar a una estatua. Teniendo en cuenta su inmovilidad exageradamente prolongada, no es fácil. Ni para ella. Ni para mí. Una gran distancia nos separa, eso lo percibo. No soy lo bastante tonto como para no darme cuenta.
Pero no es posible tener todas las buenas cartas en su juego. Así que adelante.
Lo que importa es que su primer paso sea bueno. Para ella todo está en ese primer paso. Lo sé. Demasiado lo sé. De ahí proviene mi angustia. Me desempeño en con­secuencia. Me desempeño como nunca lo hice.
Ubicándome a su lado de manera estrictamente paralela, con el pie levantado como ella y rígido como una estaca clavada en la tierra.
Ay, nunca es exactamente igual. O el pie, o la curvatura, o el porte, o el estilo, siempre hay algo que falla, y la partida tan esperada no puede efectuarse.
Por eso llegué casi a no poder caminar yo mismo, invadido por una rigidez, llena no obstante de impulso, y mi cuerpo fascinado me da miedo y ya no me conduce a ninguna parte.




en La vida en los pliegues, 1976


(Fuente: Descontexto)

domingo, 26 de mayo de 2019

Rodolfo Alonso (Buenos Aires, 1934 - 2021)


HAY ALGO RARO EN EL DIARIO

 

¿Qué haces aquí, Poema?
¿Te escondes, o te esconden?
¿El poema es un astro
condenado a un rincón,
un artista del hambre
en tiempos de miseria?
Apretado entre prosas,
anuncios, obituarios,
saldos, liquidaciones,
análisis de costos,
cuadros de situación,
vaticinios y encuestas,
¿el poema aún respira,
muestra signos de vida?
El Poema es un astro
que acaso se extinguió,
cuya luz fue extraviada
hace tiempo, bien lejos.
Y estas son sus pavesas
confinadas a un diario.
“Puedo ser el poema
pero no la Poesía.”




(De El arte de callar)

A LA SOMBRA DE MALTHUS

 

Sabios anuncian,
con discreta emoción
y sopesando datos,
de manera siniestra,
irreprochables,
que en el Tercer Milenio
más hombres tendrán sed.
(De hacerlo, no serán,
como se ve,
lo suficientemente
originales:
todos los siglos
consiguieron tener
sed de justicia,
libertad y belleza.)
Ahora, por fin, parece
–miserable milagro,
cruel consumación,
irrisorio destino
final–, que los humanos
tendrán por suerte
matar muriendo
(cazando lluvias,
en oasis blindados,
cercando ríos,
encerrando al mar)
por una simple, serena,
saludable y letal
sed clarísima de agua.


(De El arte de callar)


Gérard de Nerval (París, 1808 – 1855)






El cristo de los olivos
                                                                     ¡Dios ha muerto! y el cielo está vacío…
                                                                     ¡Llorad, criaturas, ya no tenéis padre! 
                                                                                                          Jean-Paul Richter

I

Cuando el Señor, alzando bajo el bosque sagrado
Como un poeta al cielo sus dos brazos desnudos,
Se entregó largamente a sus dolores mudos
Y de ingratos amigos se juzgó traicionado,
Hacia abajo, hacia ellos fue su mirada triste:
Ahítos, a su sueño bestial abandonados,
Soñaban con ser reyes, profetas o mitrados…
Un grito de su boca salió: “¡No, Dios no existe!”
Y aun dormían. “Amigos, ¿conocéis la noticia?
Yo os engañaba, hermanos. Se ha golpeado mi frente
Con la bóveda eterna, y he vagado, sufriente,
Ensangrentado y roto: ¡sólo abismos se abrían!
Al altar donde soy la víctima propicia
Dios falta. ¡Ya no hay Dios!” Y ellos siempre dormían.

II

Dijo aún: “¡Todo ha muerto! Yo recorrí los mundos
Y mi vuelo perdí por sus lácteos parajes
Hasta donde la vida, de sus senos fecundos,
Derrama arenas de oro y plateados oleajes:
Siempre un suelo desierto que costean ondeantes
Torbellinos confusos de oceánicas bravuras…
Un vago soplo agita las esferas errantes
Pero ningún espíritu habita esas alturas.
Busqué el ojo de Dios y vi, vasta y sin fondo,
Una órbita negra por la noche habitada
Que sobre el mundo irradia su horror siempre más hondo.
¡Un extraño iris ciega esa fosa sombría,
Umbral del viejo caos cuya sombra es la nada,
Espiral que se traga las estrellas y el día!

III

¡Impasible Destino, callado centinela,
Fría Necesidad! Azar que allí se mueve
Y entre los mundos muertos bajo la eterna nieve
Al pálido universo paso a paso congela,
¿Sabes tú lo que haces, original potencia,
De tus soles extintos y su mutua violencia?
¿De verdad tú transmites un inmortal aliento
Entre un mundo que muere y un mundo en nacimiento?
¡Padre mío! ¿Eres tú a quien siento en mí mismo?
Tu poder de vivir y vencer a la muerte
¿No habrá ya sucumbido bajo el ímpetu fuerte
De aquel ángel nocturno condenado al abismo?
Pues me entrego muy solo a llorar y a sufrir
Y si muero, ¡ay, entonces todo se va a morir!”

IV

De la víctima eterna nadie oía el gemido
Que al mundo daba en vano su corazón abierto,
Y él, entonces, al único en Solyma despierto
Llamó, desfalleciente, agobiado y vencido:
“Judas, gritó, tú sabes lo que quieren conmigo;
Date prisa en venderme y da el trato cerrado:
Tendido en esta tierra estoy sufriendo, amigo;
¡Ven, tú que al menos tienes la fuerza del pecado!”
Pero Judas se iba, dudando, descontento,
Hallándose mal pago, con tal remordimiento
Que escrita en cada muro leía su maldad.
Al fin sólo Pilato, que por César velaba,
Se volvió y al acaso, o tal vez por piedad:
“Arresten a ese loco” –a su guardia ordenaba.

V

Era él, aquel loco, el sublime extraviado…
¡Ícaro que a los cielos retomaba el camino,
Faetón aniquilado por el rayo divino,
Atys a quien Cibeles reanima, asesinado!
El flanco de la víctima el augur indagaba,
La tierra se embriagaba de esa sangre sin par…
Aturdido, en sus ejes el orbe se inclinaba;
El Olimpo, un instante, vaciló sobre el mar.
“¡Responde!, gritó César a Júpiter Amonio,
¿Qué nuevo dios se impone a la tierra? Te intimo
A que digas si es dios o si, en fin, es demonio.”
Pero el ansiado oráculo ya negaba su imperio;
Uno solo podía explicar tal misterio:
–Aquel que les dio el alma a los hijos del limo.






Versión Alejandro Bekes

(Fuente: Caína bella blog) 

sábado, 25 de mayo de 2019

Javier Sologuren (Perú)

El ciego y el mar



no veo
me transplanto
la boca de una flor
es un volcán hembra
horario y minutero
desfilan tierra adentro
pero yo me hallo en el mar
no veo
bebo
un cielo de revés
un torbellino blanco
estalla entre mis huesos
no veo
sino brazos transparentes
el color apenas mima su crepúsculo
no veo
sino el mar
yo soy el mar




MEMENTO


Los que caímos más de siete veces
y aun en cada paso,
y, sin embargo, no somos los caídos;
sentimos un extraño dolor por los caídos;
nosotros, tú y yo, los que caemos,
con profunda unción de hijo a padre
encendemos de vida a los caídos:
la vida enajenada en las batallas,
en la turbia agonía de los tiempos;
esa vida que anida en el recuerdo
de los que son, de los que fueron, los caídos.

Erik Davidkov (Bulgaria, 1996)


Tubos de cuarzo de Dadá

 

como dos tubos de cuarzo, reliquias de la antigua Berlín,
dos cisnes blancos nadan y bailan, ocultos - hipócritas, del actor griego,
en el lago parecido a un charco en el agua se destacan manchas de combustible,

cisne con indeseados insectos-immigrantes en las alas,
mastica sus heridas, nacen huevos en agujeros debajo de las alas,

la madre y los niños esperan la canción, primera y última,
pero antes de empezar a cantar tragan una mancha de combustible de la superficie del agua,
escupen y se preparan en el centro de todo.

crescendo - 140 orquesta de cuerdas y coro de ángeles en los pulmones,
una canción sobre la vida, la muerte, el dolor y el simbolismo del sueño,

pájaro cuidadosamente escogido por Dios pájaro con significado,
cisne con una última canción de la guerra sufrida con el mundo
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

Anamaría Mayol, ( La Pampa, 1953 )




Presentación
                                                          mi silencio es peor que las palabras…Waldo Leyva


Antes que nada soy
de nacionalidad pampeana-patagónica
habitante del mundo

mujer lacustre aunque a veces río
nómada
con un bosque en las venas
y unas fuertes raíces

que me crecieron pronto
allá por Victorica

cuando el pampero sucio
navegaba las nubes

y el alazán
obsequio del abuelo
me galopaba el alma

Antes que nada soy
una mujer calandria
tordo
gorrión o pecho colorado

no importa ya el plumaje
ni el canto
sólo importa ese vuelo
recortando inclemencias

y estas alas
 a veces desplegadas al viento

Antes que nada soy
una palabra pequeña
deshojada
que el amor olvidó en algún sitio

un silencio roído por el viento
una mujer de lluvias




(Fuente: Caína bella blog)

viernes, 24 de mayo de 2019

Javier Martín Gil (España, 1981)


Hospital de día


¿Toda la arena de esta playa quiere llenar mi boca?
Héctor Viel Temperley

el desierto es mi pastor todo me falta
Mario Montabetti

extraña paz la de este lugar de muerte,
extraña luz y extraño olor
que inunda la sala y los pasillos
y llega limpio a mí, hasta mis ojos,
y me anega y me inunda y me somete,
porque el tamaño del sueño y de la prisa
tiene una nueva textura aquí, una textura extraña,
en este lugar,
en este lugar de vida
y muerte,
una textura blanca y lisa.

aquí nada me falta, todo me falta,
tengo
un asiento cómodo y una vía,
una pantalla enfrente
y una gasa con una pequeña gota de sangre
-NADA ME FALTA TODO ME FALTA-
en este desierto blanco, extraño de luz,
limpio de paz y terso;
y yo floto y nada me falta
-todo me falta-,

llega la enfermera, calibra el aparato,
que deja de pitar,
y vuelve la paz, y vuelve,
y todo se anega, y me somete el sueño,
y mis párpados pesan y pesan y pesan,
y mi boca se anega de arena y gasas,
y mis párpados pesan,
todo se ha parado, todo está en el aire,
aquí, en este lugar de vida
y muerte,
todo se ha detenido,
y yo respiro y en cierta manera
no
quiero
salir
de
aquí.




Los poemas de la morgue


II

El mito de la mujer esperando
incansablemente,
sintiendo la espera como algo más que un ritual de la vida,
como la vida misma,
tiene poco que ver con roles asumidos
y sí con la naturaleza intrínseca del hombre.

El hombre hilando, tejiendo incansablemente,
acumulando puntadas,
metros de hilo y horas,
haciendo un inmenso tapiz
definiría perfectamente mi labor.

Durante años y años me dediqué
a la espera y la contemplación.
Mi afición era camuflarme,
ladrillo en la ciudad,
matorral en la selva,
para poder esperar pacientemente,
incansablemente.

Nunca supe bien qué esperaba,
de quién, cuándo, cómo, por qué,
por quién seguir siempre en mi sitio.
Solo podía esperar.

Nunca supe cuándo, cómo, por qué
aparecí de pronto en esta morgue.

A todos, hasta a los muy pacientes,
nos llega la hora,
pero los ladrillos, los matorrales
y los tapices, de alguna manera,
nunca mueren.


(Fuente: Vallejo & Co.)

Nathalia Campos (Brasil, 1986)


Ella

 

El viejo jura que nunca la pisó el estadounidense
el loco reza que es la más pura plata
Alice declara ser la sonrisa de un gato gordo
Li Po bebe en el agua de su reflejo
el poeta frecuenta a un basurero inevitable
pero el niño que la sorprende en el cielo
creciente
recostado-brazos-en-el-cuello
o acompañándole
por la ventanilla del coche
claraboya en andantino
me convence de que
el que no tiene perro
caza con la luna
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

jueves, 23 de mayo de 2019

Blanca Varela Gonzales (Perú, 1926-2009).



Casa de cuervos



porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver



(Fuente: Vallejo & Co.)

Yván Silén


La zorrita de París



I

Si abrieras, si fueras, si llovieras la carne
de la otra, el simulacro de tu labio
en las palabras. Si fueras de verdad
la que se arrastra, t'esperaría la poesía

(un caballo se mira agua
en los espejos de tu muerte)

en las esquinas de tu siesta, como una puta
que olvida su resabio en las palabras. Pero
tu prisa te arrastra. Tu prisa t'empuja
(simulacro de la otra en tu letargo), tu

poesía t'escupe. ¿Qué codicias? ¿A quién
corroes? ¿Qué alimaña te ha picado la vulva?
¿Qué inmensidad te ha picado la muerte?

¡Ah, la putita francesa, se ha puesto a cantar
junto a los hornos! Sutil la muerte como
los besos; sutil la muerte como los sueños.




II

No t'engañes: no se puede ser feliz
en la poesía. Quien canta muere. Quien
canta se pudre (día de fiesta) en los abrazos.
No te adelantes a ti. No te fatigues en la Nadie

que s'exhibe desnuda en tu vestido.
No seas dichosa de tu nada, porque la muerte
te hurga, te vela, te delata. La periodista
te aja ya en el candor de tu poeta.

¿A qué sueña la putita francesa del otoño?
¿A qué sabe en la palabra del espejo?
Sus ojos de ajo semen en su sonrisa

(un caballo contempla
la luna del ocaso)

escupe y sueña y se masturba con mi mano.
¿Quién eres, tú, en las letrinas? ¿Quién eres, tú,
que confundes la poesía con la dicha?





III

Los gnomos arrojan los dados de lata
contra el Corán y la luna. La zorrita
de París sueña en una esquina alojada
en su pupitre: catarsis de Dios entre

las piernas: ponzoñosa, casta, o
tejedora del clítoris purpurino: ¡ave María oscura
del mediodía del orgasmo! ¿A dónde se ha
ido la poesía? Si la poesía soy yo que

la sodomo platónicamente en su deseo.
Austero (en tu niña del ojo, huérfana
del verso, ramerita de tus ojos oscuros).

Expíate, expélete, exonérate y vente
en tu meretricio de niña que canta en el suicidio.
¿Quién eres, tú, que confundes la poesía con la dicha?











(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Francisco Pino (España, 1910-2002)


Errata fundamental

 

Méquina dalicada
máquina delicada
lo infernal celestial
el arúspice el nilo
de donde viene todo
adonde corre todo
el error el milagro
la espuma esa simiente
Justamente lo justo
la poesía siembra
cien mil niños un viejo
Sal la sal esa gracia
¡Dos erratas! ¿Edén?
un azul esa noche
el sembrado el barbecho
¡Máquina delicada!
el punto     el corazón
redondez     esa mota
el polvo     y el ombligo
¡Méquina dalicada!
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

miércoles, 22 de mayo de 2019

Ulla Hahn ( Alemania, 30 de abril 1946 )




Poema
 

Es difícil de explicar que un poema
No tiene objeto como un barco
sus contenedores una estación sus flores
Indivisible como un número primo
él huye del tiempo como vos
Y acaba
Cuando vos dejás de escribir deja
De leer cuando vos no
Recordás más lo que acabás de hacer
Solo hay un instante
Durante un momento durante una palabra
Rampa del muelle llama polvo comenta
Que silbaba para una bandada
De pequeños pájaros cantando lejos
Sobre nosotros todo lejos nada tangible
Ni siquiera negro sobre blanco
Como máximo una caja de pintura para niños
Espirando agua presa
En esa tierra anfitriona
Bajo la lengua la confianza
Calma y ciega tocada
Con jeringas dura como una
Brisa como cuando se toca un sombrero
Ahora y se acabó oh
Tenés miedo de terminar con el miedo infinito
Que todo se acabe hasta que se acabe todo
Mientras escribimos
Mientras leemos
No puede existir ningún Todo desde que escribas
Desde que leas a los demás solo
Murieron para ti cuando lo lees
Cuando usted es completamente leído
Acomodado bajo un cielo
Desenfrenado frutos caídos manzanas de septiembre
El crudo y el cocido
El vacío el silenciado el exceso
Manos y pies con zapatos y sin
Hombre y mujer con nostalgia
Y sin sopa con cerveza Aquí
Y ahora diga lo que usted quiera lo que
Usted quiera más que todo de vuelta y
Para siempre Nada acaba
Cuando usted deja de
Ser no es? Inexistir no existe
En el poema no existe y no existe en la vida
Tomar las brasas la madera A nadie
Agradan las cenizas De premisas a nombres
De nombres Pequeños refugios fundados sobre
El abismo toda la música que viene
En el silencio en el oído de Betethoven.



    Traducción Juan Pablo Abraham


(Fuente: Caína bella blog) 

Friedrich Hölderlin (Alemania, 1770-1843)


A los jóvenes poetas 

 

Hermanos, quizá nuestro arte madure pronto
luego de su larga fermentación juvenil,
y alcanzará la serena belleza
si, como los griegos, seguís siendo devotos.
Amad a los dioses y pensad dulcemente en los mortales.
Detestad el arrebato y la frialdad.
Guardaos de aleccionar y de describir.
Y si el maestro os atemoriza
pedirle consejos a la suprema Naturaleza.



      Traducción,  Federico Gorbea



(Fuente: Asamblea de palabras)

martes, 21 de mayo de 2019

Stéphane Mallarmé (Francia)


   La siesta de un fauno




Égloga
 

                                       el fauno:

Estas ninfas quisiera perpetuarlas.

                                             Palpita
su granate ligero, y en el aire dormita
en sopor apretado.

                             ¿Quizá yo un sueño amaba?
Mi duda, en oprimida noche remota, acaba
en más de una sutil rama que bien sería
los bosques mismos, al probar que me ofrecía
como triunfo la falta ideal de las rosas.

Reflexionemos...

                        ¡Si las mujeres que glosas
un deseo figuran de tus sentidos magos!
Se escapa la ilusión de aquellos ojos vagos
y fríos, cual llorosa fuente, de la más casta:
mas la otra, en suspiros, dices tú que contrasta
como brisa del día cálida en tu toisón.
¡Que no! que por la inmóvil y lasa desazón
—el son con la frescura matinal en reyerta—
no murmura agua que mi flauta no revierta
al otero de acordes rociado; sólo el viento
fuera de los dos tubos pronto a exhalar su aliento
en árida llovizna derrame su conjuro;
es, en la línea tersa del horizonte puro,
el hálito visible y artificial, el vuelo
con que la inspiración ha conquistado el cielo.

Sicilianas orillas de charca soporosa
que al rencor de los soles mi vanidad acosa,
tácita bajo flores de centellas, DECID

«Que yo cortaba juncos vencidos en la lid
por el talento; al oro glauco de las lejanas
verduras consagrando su viña a las fontanas:
Ondea una blancura animal en la siesta:
y que al preludio lento de que nace la fiesta,
vuelo de cisnes, ¡no! de náyades, se esquive
o se sumerja ...»
                                  Fosca, la hora inerte avive
sin decir de qué modo sutil recogerá
hímenes anhelados por el que busca el LA:
me erguiré firme entonces al inicial fervor,
recto y solo, entre olas antiguas de fulgor,
¡lis! uno de vosotros para la ingenuidad.

Sólo esta nada dócil, oh labios, propalad,
beso que suavemente perfidias asegura,
mi pecho virgen antes, muestra una mordedura
misteriosa, legado de algún augusto diente;
¡y basta! arcano tal buscó por confidente
junco gemelo y vasto que al sol da su tonada:
que, desviando de sí mejilla conturbada,
sueña en un solo lento, tramar en ocasiones
la belleza en redor quizá por confusiones
falsas entre ella misma y nuestra nota pura;
y de lograr, tan alto como el amor fulgura,
desvanecer del sueño sólito de costado
o dorso puro, por mi vista ciega espiado,
una línea vana monótona y sonora.

¡Quiere, pues, instrumento de fugas, turbadora
siringa, florecer en el lago en que aguardas!
Yo, en mi canto engreído, diré fábulas tardas
de las diosas; y, por idólatras pinturas,
a su sombra hurtaré todavía cinturas:
así, cuando a las vides la claridad exprimo,
por desechar la pena que me conturba, mimo
risas alzo el racimo ya exhausto, al sol, y siento,
cuando a las luminosas pieles filtro mi aliento,
mirando a su trasluz una ávida embriaguez.

¡Oh ninfas, los RECUERDOS unamos otra vez!

«Mis ojos horadando los juncos, cada cuello
inmortal, que en las ondas hundía su destello
y un airado clamor al cielo desataba:
y el espléndido baño de cabellos volaba
entre temblor y claridad ¡oh pedrería!
Corro; cuando a mis pies alternan (se diría
por ser dos, degustando, langorosas, el mal)
dormidas sólo en medio de un abrazo fatal,
las sorprendo sin desenlazarlas, y listo
vuelo al macizo, de fútil sombra malquisto,
de rosas que desecan al sol todo perfume,
en que, como la tarde nuestra lid se resume.»


¡Yo te adoro, coraje de vírgenes, oh gala
feroz del sacro fardo desnudo que resbala
por huir de mi labio fogoso, y como un rayo
zozobra! De la carne misterioso desmayo;
de los pies de la cruel al alma de la buena
que abandona a la vez una inocencia, llena
de loco llanto y menos atristados vapores.

«Mi crimen es haber, tras de humillar temores
traidores desatado el intrincado nido
de besos que los dioses guardaban escondido;
pues yendo apenas a ocultar ardiente risa
tras los pliegues de una sola (sumisa
guardando para que su candidez liviana
se tiñera a la fiel emoción de su hermana
la pequeñuela, ingenua, sin saber de rubor):
ya de mis brazos muertos por incierto temblor,
esta presa, por siempre ingrata, se redime
sin piedad del sollozo de que embriagado vime.»
¡Peor! me arrastrarán otras hacia la vida
por la trenza a los cuernos de mi frente ceñida:
tú sabes mi pasión, que, púrpura y madura,
toda granada brota y de abejas murmura;
y nuestra sangre loca por quien asirla quiere,
fluye por el enjambre del amor que no muere.
Cuando el bosque de oro y cenizas se tiña,
una fiesta se exalta en la muriente viña:
¡Etna! En medio de ti, de Venus alegrado,
en tu lava imprimiendo su coturno sagrado,
si un sueño triste se oye, si su fulgor se calma,
¡Tengo la reina!

                       ¡Oh cierto castigo...!
                                                     Pero el alma,
de palabras vacante, y este cuerpo sombrío
tarde sucumben al silencio del estío:
sin más, fuerza es dormir, lejano del rencor,
sobre la arena sitibunda, a mi sabor
la boca abierta al astro de vinos eficaces

¡Oh par, adiós! la sombra miro a la que tornas.








(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Juan José Saer (Argentina)

Madrigal


Pastores,
la estrella
no lleva a nada,
su trayectoria
es azar,
aparición fugitiva
en la manada
de siglos fugitivos,
la cruz,
más tarde,
coincidencia;
pastores
el sol relámpago,

el tiempo entero
suspiro, pastores
lo visible
explosión,
espejismo
el firmamento;
pastores
la propia mano
improbable,
el pensamiento
brisa o fiebre
en el anochecer,
la adoración
error o cálculo
en un
establo
vacío.



   De El Arte de narrar

Asta Olivia Nordenhof (Dinamarca, 1988)


El calor y las resacas...

 

El calor y las resacas
me alejo de mis seres queridos con la extraña fuerza de todo el cuerpo
me enteré de cómo voy a morir
vi la explosión desde dentro, desde el punto de vista de la sangre.
eso me indignó, mi novio dijo: tranqui oli
ahora ya no sé si tuve la ocasión de experimentar mi muerte que ya ha sucedido en un tiempo
          paralelo
no es seguro. después: recogíamos ciruelas amarillas salvajes en las afueras de amager
en la puesta de sol y el metro pasaba con su luz, como una sociedad fuerte, una sociedad con
          un raro enfado
hacia delante y hacia atrás en el cielo
nadie en fields nadie en kentucky fried chicken
dos personas delante de un chalet, sentadas y tapadas con mantas hablando
«qué cansancio» «a que sí»
por qué los huesos ya no son frágiles
rojo rojo sol
se te veía bonito se te veía indiferente si lanzaba una rosa a tu nombre
y amager qué tierno que me dieras una flor para lanzarla
tengo que escribir a morten!
tengo que escribir a bjørn! la tierra es tierna y yo no consigo pillarlo!

cómo podemos hacernos más inútiles, más sucios
más inútiles, oye la palabra:
gracias
cómo!

tengo dolores por la regla y los malos recuerdos
una vez estaba en una silla de jardín, es un mal recuerdo
un tío con el que salí me dijo: qué hacías por qué estabas enseñándole las bragas a to’l mundo?
no entendía nada, no lo había pensado
y muchos años después
resulta que me entero! estoy hablando con uno en un bar
y me dice: la vez que en aquel evento le enseñaste las bragas a to’l mundo
fue la primera vez que te vi
 
 
 
(Fuente:  Asamblea de palabras)

Gustavo Barrera Calderón (Chile, 1975)


Orificio de simios 

 

Esto que intento decir ahora es algo que quiero decir desde hace mucho tiempo

Presiento que nacerá una imitación del mundo
Un árbol al que cada día le nacerán nuevos frutos
Los que se pudran darán semillas para que nazcan otros árboles
cargados de frutas
las muertes        los rastros inseminarán mundos nuevos

Pero no puedo decir nada
ahora un simio golpea las paredes
tejidas al interior de mi cuerpo
como una trompa en una habitación acolchada
da golpes secos que se aplacan al tacto
yo descubro que hay un patrón que se repite
no debería        pero siento que
debo anotar las señas
necesito saber lo que me pasa

Siento en el pecho y en los dientes
ganas de morder los cuerpos y de pasarles la lengua
quiero que me pellizquen y me tiren los pelos
que se metan adentro mío y me vean así
desde dentro        cómo soy        cómo palpito
cómo suena el interior de mi voz
que sepan todos cómo se oyen las cosas exteriores desde dentro mío
cómo se entienden mis manos y mi sexo desde acá

Perdónenme

Viviendo sola me he vuelto tan grosera

Me alimento con presas de pollo
(es que necesito sustancia)
chupo los huesos hasta quedar grasosa
con la cara desarmada en un mar de sebo

Afortunadamente soy hábil
con un lápiz color carne
me dibujo nuevamente
los ojos (luego la boca)

He cambiado

Ahora te imito dando vueltas por la habitación
los imito a todos juntos y pongo cara de loca
creo que soy todos y cada uno de ellos

Así, en un momento
se dice que nada de lo que vieron
los ojos de los simios era            “la realidad”
se dice así tan fácil
como si alguien dijera
      “todos nos parecemos tanto”
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

Jaime Huenún (Chile)




No le pidan más dinero a la poesía




No le pidan más dinero a la poesía,
no más viajes y subsidios, no más luces;
ya la pobre se ha quedado en bancarrota,
ni una papa encontrarán en su alacena.
Déjenla que se vaya por el mundo,
toda coja, toda enclenque, toda seca,
vieja, sola y afirmada en su bastón.
Se acabó la bonanza, proxenetas,
oh, malditos desleales, azulosos,
y barbudos palabreros del montón.
en Fanon City Meu, 2014

Das Kapital Ediciones
(Fuente: Descontexto)

lunes, 20 de mayo de 2019

Santiago Elordi (Chile)


Algún día escribiré una carta a Dios





En el vasto universo las estrellas muertas
Continúan alumbrando las noches de Bolivia.
El símbolo de Bolivia no es la ruina saqueada
Ni los coloridos trajes de las mamitas en los mercados.
Los tiempos proyectan nuevas escenas
Donde una pareja se registra en un hotel vacío.
Algún día le escribiré una carta a Dios
Para confesarle un plan delirante:
Porque la poesía de amor perdió su lugar
Convertiré la casa de la nieve en un puterío.
Será un servicio en las alturas de Bolivia
Para lavar las heridas.
Atenderé despechadas de todos los países
Serán tantas que me haré rico.
Entonces cuando llegue el invierno Boliviano
Le compraré un abrigo rojo a mi Gata.
Para continuar este viaje
Y encender la casa de la nieve.




(Fuente:  Descontexto)


Wallace Stevens (USA)


Los acantilados irlandeses de Moher

 
¿Quién es mi padre en este mundo, en esta casa,
En la base del espíritu?
El padre de mi padre, el padre de su padre, el –
Sombras como vientos
Regresan a un pariente anterior al pensamiento y al habla,
En el extremo del pasado.
Van hacia los acantilados de Moher que se alzan por sobre la niebla,
Por sobre lo real,
Alzándose sobre el tiempo presente y el lugar, por sobre
El pasto mojado y verde.
Esto no es un paisaje, lleno de los insomnios
De la poesía
Y del mar. Éste es mi padre o, quizá,
Es como él era,
Un parecido, uno de la raza de los padres: tierra
Y mar y aire.
 
 
Versión de Tom Maver
 
 
ºººººººººº
 
 
The Irish Cliffs of Moher
 
 
Who is my father in this world, in this house,
At the spirit’s base?
My father’s father, his father’s father, his—
Shadows like winds
Go back to a parent before thought, before speech,
At the head of the past.
They go to the cliffs of Moher rising out of the mist,
Above the real,
Rising out of present time and place, above
The wet, green grass.
This is not landscape, full of the somnambulations
Of poetry
And the sea. This is my father or, maybe,
It is as he was,
A likeness, one of the race of fathers: earth
And sea and air.






(Fuente: Hastadondellegalavoz )

domingo, 19 de mayo de 2019

Guo Moruo (China, 1892-1978): también conocido como Kuo Mo Jo


Pasos en la arena





El sol brilla a mi derecha
y proyecta toda mi sombra
en el mar que está a mi izquierda.
En la arena de la orilla quedan las huellas
            de mis pasos.
El sol brilla a mi izquierda
y proyecta toda mi sombra
en el mar que está a mi derecha.
En la arena de la orilla quedan las huellas
            de mis pasos.
El sol brilla tras de mí
y proyecta toda mi sombra
en el mar que está ante mí.
Marea, no borres las huellas de mis pasos
            en la arena.
El sol brilla ante mí.
Dime, sol, ¿toda mi sombra está proyectada
en el mar que está a mi espalda?
¡Oh, la marea ha borrado ya las huellas de mis pasos
            en la arena!
en Poesía china, 1960

Selección y traducción de Rafael Alberti y María Teresa León
(Fuente: Descontexto)

Mario Santiago Papasquiaro (México)



CORRESPONDENCIA INFRA
 

El mar toca nuestros cuerpos

para sentir su cuerpo
Lo mismo en Manzanillo pedregoso
que en Neviot / isla de corales del desierto
Nosotros devolvemos su sonrisa de sal
dibujando nuestros nombres & apetencias
en el caparazón de los cangrejos
que parecen buscar viejas patas de palo devoradas
                                               por la arena
El mar se para de cabeza
& nos canta / en el idioma más desnudo & afín
                                       a nuestro tacto
Port Vendrés Ville ruge como atún encolerizado
                                       en nuestros ojos
Bernard prende 1 de sus aretes verde flúor en la cabellera
                                             alfilereada de 1 erizo
Los demás pescadores del Saint Joan / Fetiche II 
desde sus camarones se sinceran a su modo
con éste también su mar que los filma fijamente
Ahí donde ellos se aflojan su nervioso pantalón
& sus labios no dejan de ulular
cuando ven hasta las anginas del Peñón de Gibraltar
moviéndose como dados o peces plateados
en la sombra de sus vasos de ron.

Emily Dickinson (Estados Unidos, 1830-1886)


Salí temprano... 

 

Salí temprano.
Cogí a mi perro y visité el mar.
Las sirenas de las profundidades
salieron para verme,
y las fragatas, en la superficie,
me arrojaron sus manos de cáñamo,
creyendo que yo era un ratón
en las arenas, atrapado.
Pero nadie me sacó.
Y la marea me cubrió los zapatos,
y el delantal, y el cinturón,
y me cubrió el corpiño también.
Y parecía que me iba a tragar,
como si fuera yo una gota de rocío
en la hoja de un diente de león.
Y entonces, yo también me moví.
El mar me seguía de cerca.
Sentía sus ondas de plata
en mi tobillo; después,
mis zapatos rebosaron perlas.
Hasta que llegamos a la ciudad segura.
Él parecía no conocer a nadie allí,
y, saludándome, con una mirada poderosa,
el mar se retiró.
Temo a la persona de pocas palabras.
Temo a la persona silenciosa.
Al sermoneador, lo puedo aguantar;
al charlatán, lo puedo entretener.
Pero con quien cavila
mientras el resto no deja de parlotear,
con esta persona soy cautelosa.
Temo que sea una gran persona.
 
 
(trad. de Enrique Goicolea).
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

Valeria Tentoni (Bahía Blanca, Argentina, 1985)



Tempestad

Hace un silencio ahora
que podría oírse a mil kilómetros a la redonda
salvo por las pulseras de plata cascabel
igual de venenosas
que las serpientes a las que mi madre tuvo tanto miedo
y nunca anduvieron cerca.


*


San Bernardo

El tiempo que pasamos mirando el anillo lácteo
el polvo sereno que levantaban las camionetas, polvo
que vuelve a su puesto sin intentar la huida, sin esperar
con esperanza o terror del viento,
la conversación, entre las casas abiertas,
de los humos interiores, el punto
al que nos dirigíamos
masticando el aire hueco
aire de nadie antes
todo nuestro, la parte
de nosotros
que se arrastraba,
lo que tardan los cuerpos en recuperarse
después de un camino.


*


Ajuar

Para mis cuarenta hijos
cuarenta ajuares
canastas colmadas de ortigas y muérdagos,
perlas envueltas en hojas de parra.
La cinta con la que se ahorcan los pájaros
en un lugar oscuro.
Un cencerro de plata;
un recuerdo de cuando fui joven y entera, puro tallo
y nada en mi cuerpo articulaba con otro
y solo venía y sola iba y sola contestaba
ninguna pregunta.
Pero no tengo para darle a cuarenta
no tengo más que un corazón tullido
un corazón duraznero enfermo de pobredumbre morena
que ataca primero las flores, después el fruto y después
después
el árbol.
Que me crezco encima de mí y por debajo de mí
y de mis ramas se columpian
cuarenta hijos muertos
de los cuales he parido ninguno,
cuarenta hijos todos de mí entenados.


de Ajuar


Roque Dalton (El Salvador, 1935 )


Por Qué Escribimos



Uno hece versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.
Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan , hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

Héctor Berenguer (Argentina, 1948)



El silencio
Cada cual
lleva un silencio
que le sobrevive.
Lento ir y venir
entre la voz que habita
y la que olvida.
Abierta distancia
donde la palabra es también
su más alto silencio.
Más allá del saber
si somos explicables.
Es ese silencio
quien habla por nosotros.
 
 
 
 
(Fuente: Poesía de El toro de barro)
 
 
 
 
 

sábado, 18 de mayo de 2019

Malcolm Lowry (Inglaterra, 1909 - 1957)





CIUDADES DE HIERRO

Pensamientos de hierro navegan al atardecer en barcos de hierro;
Se mueven silenciosos como luces lejanas mientras doce canoas
Se sumergen en su ancla cuando el ferry escupe
Y gira como una esfera, en los remolinos de la marea,
Su kikirikí medio ahogado por pipas cegadas
Y emplumadas de humo. El barco pasa. Los cúters
Se alejan. Huelga de campanas. El ferry eructa
Una última frase blanca; y los labios humanos
Una última negra, cargada con la bienvenida de
La pérdida. Pensamientos dejan la ciudad implacable;
Aunque los propios barcos sean de hierro y no tengan piedad:
Mientras los hombres tienen corazones y costados que sufren y se oxidan.
Pensamientos de hierro zarpan de ciudades de hierro en el polvo,
Aunque suaves como palomas, los pensamientos vuelen de vuelta a casa.


EL PASADO QUE FLORECE

No hay poesía cuando se vive aquí.
Estas piedras son tuyas, esos ruidos son tu mente,
Alos rechinantes tranvías y las calles que te unen
Al soñado bar donde se sienta la desesperación,
Son tranvías y calles: la poesía está en otra parte.
Los rótulos de cines y tiendas, una vez dejados atrás
Y añorados, no se vuelven a añorar. Extrañamente crueles
Parecen mojones absolutamente nuevos del aquí y ahora.

Pero desplázate hacia Nueva Zelanda o el Polo,
Y esas piedras florecerán y los ruidos cantarán,.
Y los tranvías arrullarán al niño que duerme
Que nunca descansa, y cuyo barco siempre dará vueltas,
Que nunca podrá volver a casa, pero que, sin embargo, debe traer
De vuelta a Ilión extraños trofeos, ¡y salvajes!


EL BARCO ESTÁ VOLVIENDO A CASA

El barco está volviendo a casa ahora.
El patrón intenta leer pero sueña en el hogar.
El viejo paleador duerme, el motor petardea.
Las luces están dispuestas para iluminarnos desde el pasado.
Hasta un próximo futuro tan poco misterioso como este mástil
Con hierro y lo que el hierro ama del reino que llega.
¡Paciente hierro! Pero, más allá del palo mayor, silenciosa
Oscuridad, o el girar de parpadeantes formaciones de estrellas
A la deriva en un blanco océano de dudas.
Quizá este vagabundo ondula hacia el porvenir
Que ensombrece al océano menos que el odio
En las mentes de marino. ¿Esa estrella es amargura
Entre estrellas de amor? ¿Este carguero lleva a la eternidad?
¿Adónde vamos? Vida sálvanos a todos.


(De El Rugido del Mar y la oscuridad)


ORACIÓN PARA BORRACHOS

Dios da bebida a esos borrachos que se despiertan al amanecer
Farfullando sobre las rodillas de Belcebú, totalmente destrozados,
Cuando una vez más espían a través de las ventanas
Acechando, el terrible puente cortado del día.


ABRIDOR DE OJOS

Cuán semejante a un hombre, es el Hombre, que se levanta tarde
Y contempla los platos sucios de la cena
Y contempla las botellas, vacías también.
Todo ello tragado durante el sordo «¿Cómo estás?» sin fin de la noche anterior
-Aunque un vaso contiene todavía un refresco espantoso-
Cuán semejante al Hombre es este hombre y su destino,
Aún borracho y tropezando entre los árboles amarillentos
Va a desayunar ron picado, sardinas y guisantes.


SIN COMPAÑÍA EXCEPTO EL MIEDO

Cómo empezó todo esto y por qué estoy aquí
en esta barra arqueada con la pintura marrón descascarillada,
papegaai, mescal, hennessy, cerveza,
dos viscosas escupideras, sin compañía excepto el miedo:
miedo de la luz, de la primavera, del lamento
de aves y autobuses volando a sitios lejanos,
y de los estudiantes yendo a las carreras,
de chicas brincando con el aire en sus rostros,
pero sin compañía excepto el miedo,
miedo de la fuente volando: y todas las flores
que conocen el sol son mis enemigos,
¿estas, muertas, horas?


SIN TIEMPO DE PARARSE A PENSAR

La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece puedes dar un paseo.
Sin tiempo de pararse a pensar,
La única esperanza es el próximo trago.
Inútil titubear en el límite,
Peor que inútil todo este hablar.
La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece, puedes dar un paseo.


CONSUELO

No eres el primero que tiene el tembleque,
el vértigo, el horror; que lleva chanclos escarlata,
ni tampoco la puta invencible
perseguida por ojos como redes de pescar. Inclinándose,
duele el rostro de hierro con ojos de ágata, y despierta
el ángel de la guarda, ve el pasado
como un Partenón de posibilidades…
No eres el primero al que se coge en mentira
ni del que se dice que está muriendo.