sábado, 26 de noviembre de 2016

Zbigniew Herbert


             Informe Desde La Ciudad Sitiada

Zbigniew Herbert, Leópolis, Ucrania, 29 de octubre 1924 – Varsovia, 28 de julio 1998
Versión Xaverio Ballester


Informe Desde La Ciudad Sitiada
 

Demasiado viejo para llevar las armas y luchar como los otros-

fui designado como un favor para el mediocre papel de cronista
registro -sin saber para quién- los acontecimientos del asedio

debo ser exacto mas no sé cuándo comenzó la invasión
hace doscientos años en diciembre septiembre* quizá ayer al amanecer
todos padecen aquí del deterioro de la noción del tiempo

nos quedó sólo el lugar el apego al lugar
aún poseemos las ruinas de los templos los espectros de jardines y casas
si perdemos nuestras ruinas nada nos quedará

escribo tal como sé en el ritmo de semanas inconclusas
lunes: almacenes vacíos la rata ha devenido moneda corriente
martes: alcalde asesinado por agentes desconocidos
miércoles: conversaciones sobre el armisticio el enemigo confinó a los legados
ignoramos dónde se encuentran esto es el lugar de su suplicio
jueves: tras una turbulenta asamblea se rechaza por mayoría de votos
la propuesta de los comerciantes de especias de rendición incondicional
viernes: comienza la peste
sábado: se ha suicidado un desconocido inflexible defensor
domingo: no hay agua rechazamos un ataque en la puerta este llamada Puerta de la Alianza

lo sé todo esto es monótono a nadie puede conmover

evito comentarios las emociones mantengo a raya escribo sobre hechos
aparentemente sólo ellos son valorados en los mercados foráneos
pero con cierto orgullo deseo informar al mundo
que gracias a la guerra hemos criado una nueva variedad de niños
a nuestros niños no les gustan los cuentos juegan a matar
despiertos y dormidos sueñan con la sopa el pan los huesos
exactamente como los perros y los gatos

al atardecer me gusta deambular por los confines de la Ciudad
a lo largo de las fronteras de nuestra libertad incierta
miro desde lo alto el hormigueo de los ejércitos sus luces
escucho el tronar de los tambores los alaridos bárbaros
en verdad es inconcebible que la Ciudad todavía se defienda

el asedio continúa los enemigos deben ser reemplazados
nada les une excepto el anhelo de nuestra destrucción
godos tártaros suecos huestes del César regimientos de la Transfiguración del Señor
quién los enumerará
los colores de los estandartes cambian como el bosque en el horizonte
desde el delicado amarillo de aves en primavera a través del
verde del rojo hasta el negro invernal

así al atardecer liberado de los hechos puedo pensar
en asuntos antiguos lejanos por ejemplo en nuestros
aliados de ultramar lo sé su compasión es sincera
envían harinas sacos de ánimo grasa y buenos consejos
ignoran incluso que nos traicionaron sus padres
nuestros ex-aliados desde los tiempos de la segunda Apocalípsis

sus hijos no tienen culpa merecen gratitud así que les estamos agradecidos
no sufrieron un asedio largo como una eternidad
a quienes alcanzó la desdicha están siempre solos
los defensores del Dalai-Lama kurdos montañeses afganos

ahora cuando escribo estas palabras los partidarios del pacto
conquistaron cierta ventaja sobre la fracción de los intransigentes
habituales las oscilaciones de ánimo los destinos aún se sopesan

los cementerios crecen disminuye el número de los defensores
pero la defensa perdura y perdurará hasta el final

y si cae la Ciudad y uno solo sobrevive
él portará consigo la Ciudad por los caminos del exilio
él será la Ciudad

miramos en el rostro del hambre el rostro del fuego el rostro de la muerte
y el peor de todos -el rostro de la traición
y sólo nuestro sueños no fueron humillados




 *La noche del 13 de Diciembre de 1981 fue decretado en todo el país el estado de guerra, el movimiento democrático «Solidaridad», el primer sindicato independiente en un país socialista, fue disuelto y declarados ilegales todos los acuerdos firmados entre el sindicato y el gobierno. A la declaración del estado de guerra siguió una represión generalizada. En Septiembre de 1939, por otra parte, dio comienzo, como es sabido, la segunda guerra mundial.




(De Caína bella)

lunes, 21 de noviembre de 2016

Eugenio Montale (Italia, 1896 - 1981)



He esparcido
 Traducción de José Emilio Pacheco
                                   

He esparcido alpiste en el umbral
para el concierto del amanecer.
He apagado la luz y esperado el sueño.
Comienza en el pasillo
el desfile de los pequeños y grandes muertos
que conocí en la vida.
Es arduo distinguir
entre quién me gustaría y quién no
que volviera a vivir entre nosotros.
Allí en donde se encuentran
parecen inalterables
por su más sublimada corrupción.
Hemos hecho
nuestro mejor esfuerzo para empeorar el mundo. 




(De Poesía del Toro de Barro)


Gerardo Deniz (España 1934 - México 2014)


Lámpara Maravillosa


El alifrit está frito, nadie frota.
Por el ojo de la lámpara,
bajo una marina peor, atisba
y ve que éste va a ser otro hogar como es debido.
El señor corre al centro del
departamento, se llena la
boca de arena y la escupe por la ventana,
corre al centro del departamento, se llena la boca 
de arena y la escupe por la ventana

 
Es que está construyendo el nido.
El alifrit quisiera poner un
toque de iniciativa —un
mordente, digamos— en esta cadena siniestra de
actos automáticos (dos tonos, un semitono, tres
tonos, otro semitono);
un grano de pimienta —digamos— en el lecho ázimo.
Pero es inútil: nadie frota.
 
 
(Poemas del libro
Adrede)

domingo, 20 de noviembre de 2016

Antonin Artaud





PARA TERMINAR CON EL JUICIO DE DIOS
 
Ayer me enteré,
 (se puede creer, o tal vez sólo
es un rumor falso, que me detengo en uno de
esos sucios chismes que circulan entre
fregaderos y letrinas cuando se tiran las
comidas que una vez más han sido engullidas,)
ayer me enteré
de una de las prácticas oficiales más impresionantes de las escuelas
públicas americanas y que sin duda hacen que ese
país se crea a la cabeza del progreso.
Parece que entre los exámenes o pruebas que debe soportar
un niño que entra por primera vez a una escuela
pública, se verifica la llamada prueba del líquido seminal
o del esperma
que consistiría en pedirle al pequeño recién llegado un poco
de su esperma para introducirlo en un frasco
y conservarlo así preparado para cualquier tentativa de fecundación
artificial que pudiera llevarse a cabo en el futuro.
Pues los americanos descubren día a día
que carecen de brazos y de niños
es decir no de obreros
sino de soldados
y quieren a toda costa y por todos los
medios posibles hacer y fabricar soldados
con vistas a las guerras planetarias
que ulteriormente pudieran acaecer
y que estarían destinadas a mostrar por las
virtudes aplastantes de la fuerza
la excelencia de los productos americanos y
de los frutos del sudor americano en todos
los campos de la actividad y del dinamismo
posible de la fuerza.
Porque hay que producir, hay que, por todos
los medios de la actividad viable, reemplazar
la naturaleza dondequiera que pueda ser reemplazada,
hay que encontrar un campo mayor para
la inercia humana,
es preciso que el obrero tenga de qué ocuparse,
es preciso que se creen nuevos campos de actividad
donde se alzará por fin el reino de todos
los falsos productos fabricados,
de todos los innobles sucedáneos sintéticos,
donde la hermosa, la legítima naturaleza no tendrá
nada qué hacer,
y deberá ceder su lugar de una vez por todas y vergonzosamente
a los triunfales productos de la
sustitución,
allí, el esperma de todas las usinas de fecundación
artificial
hará maravillas para producir armadas y acorazados.
No más frutas, no más árboles, no más plantas
farmacéuticas o no y en consecuencia
no más alimentos,
sino productos de la síntesis a saciedad...
sino productos de síntesis, a saciedad,
en los vapores,
en los humores especiales de la atmósfera,
en los ejes particulares de las atmósferas
arrebatadas a la potencia de una naturaleza
que de la guerra sólo conoció
el miedo.
Y viva la guerra, ¿no es cierto?
Porque, fue así, ¿verdad?, que los americanos prepararon
y preparan la guerra paso a paso.
Para defender esta fabricación
insensata de las competencias que
surgirían de inmediato en todas
partes,
se necesitan soldados, armadas, aviones,
acorazados.
Parecería
que por esta razón los gobiernos
de América tuvieron el desparpajo de pensar en ese esperma.
Puesto que, nosotros, los nacidos
capitalistas, tenemos más de un enemigo
que nos vigila, hijo mío,
y entre esos enemigos,
la Rusia de Stalin
que tampoco carece de brazos armados.
Todo eso está muy bien,
pero yo no sabía que los americanos fueran un pueblo
tan guerrero.
Cuando se combate se reciben heridas
vi a muchos americanos en
la guerra pero siempre tenían delante de
ellos inconmensurables armadas de tanques,
de aviones, de acorazados que les servían como
escudo.
Vi pelear a las máquinas
y sólo divisé muy atrás, en el infinito, a los
hombres que las conducían.
Frente al pueblo que hace comer a sus
caballos, a sus bueyes y a sus asnos las últi-
mas toneladas de morfina legítima que poseen
para reemplazarla por sucedáneos de
humo,
prefiero al pueblo que come a ras de la tierra
el delirio de donde nació,
hablo de los Tarahumaras que comen el Peyote
a ras del suelo mientras nace
y que mata al sol para instalar el reino
de la noche negra,
que desintegra la cruz para que los espacios
del espacio no puedan encontrarse y cruzarse
nunca más.
Van a escuchar ahora la danza

del TUTUGURI.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Juan José Saer (Santa Fe, 1937 - París, 2005)


Shadrak











Nabucodonosor
            como no hubo
forma de hacernos adorar
a sus ídolos
           en un acceso
de furia
       nos condenó
a la hoguera.
            Dábamos gracias
los tres
       al muy Alto por el honor
de ser
      por fin
             Su ceniza
Y ya en el horno ardiente
llegó un ángel
             a helar las llamas
                             a borrar todo
Nabucodonosor
            la hoguera
                     la lealtad
Así supimos
no que había
           para nosotros
                       otro mundo
sino que éste no era real
 
 

lunes, 14 de noviembre de 2016

Jorge Cuesta (México, 1903 - 1942))


Fue la dicha de nadie esta que huye

 


Fue la dicha de nadie esta que huye,
este fuego, este hielo, este suspiro,
pero, ¿qué más de su evasión retiro
que otro aroma que no se restituye?

Una pérdida a otra substituye
si sucede al que fui nuevo respiro,
y si encuentro al que fui cuando me miro
una dicha presente se destruye.

Cada instante son dos cuando acapara
lo que se adhiere y lo que se separa
al azar de su frágil sentimiento,

que es vana al fin la voluntad que dura
y no transmite a su presión futura
la corrupción de su temperamento.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Jaime García Terrés (México)

 

 

EGOLOGÍA




YO:

      pronombre crucial,

                                     barba postiza

que se cuelga con éxito la duda

recién emancipada de su limbo;

ficción gramatical en monosílabo

remedo de lo uno por lo múltiple:

Mal nacido nació,

                              huésped iluso,

fundamentando su vigor en fósiles

requerimientos del vocabulario.


¿Yo soy así?

                   ¿Yo pienso?

                                      ¿Yo consumo

la tinta del tintero cotidiano?


¿Quién eres, Yo?

                            Nunca te miro, nunca

me das la cara fuera de la mía,

que a su vez desconocen mis entrañas.


Reducción al absurdo de ti mismo,

te llaman tú los otros;

                                     y mi boca

te pronuncia por fuerza (no de grado

ni porque correspondas a su verbo).



Pretendes englobar todas mis células,

representarlas en el plebiscito

del cuerpo, con semillas y productos;

pero llegas al sueño colectivo

de tan enrevesado microcosmos

y en el pecio real desapareces,

como burbuja gris, en la marisma.




miércoles, 9 de noviembre de 2016

Roberto Juarroz

Poema "4"


Si uno no es igual a su despertar,
si el despertar lo excede
o es menor que uno,
¿quién ocupa la diferencia?


Y si uno no es igual tampoco a su dormir,
¿adónde se queda su costado despierto
o qué otra cosa se duerme con uno?

¿Y si uno no es igual a uno?
El signo igual parece a veces
la duplicación ensimismada
del menos.



martes, 8 de noviembre de 2016

Wislawa Szymborska


La mujer de Lot
(Versión de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia)
 
 
Tal vez miré hacia atrás por curiosidad.
Pero además de curiosidad pude tener otras razones.
Miré hacia atrás porque me dio tristeza la escudilla de plata.
Por distracción: amarrándome el cordón de la sandalia.
Para no mirar más la nuca justa
de mi marido, Lot.
Por la seguridad repentina de que si yo muriera,
él no se detendría.
Por la desobediencia natural de los humildes.
Escuchando cómo nos perseguían.
Conmovida por el silencio, pensando que Dios cambiaría de idea.
Nuestras dos hijas se perdían ya tras la colina.
Sentí la vejez en mí. El alejamiento.
Lo inútil de viajar. Sueño.
Miré hacia atrás mientras ponía mi hatillo en el suelo.
Miré hacia atrás preocupada por el siguiente paso.
En mi camino aparecieron serpientes,
arañas, ratones de campo y polluelos de buitre.
Ni buenos, ni malos; simplemente lo vivo, todo,
brincaba y se arrastraba por un temor colectivo.
Miré hacia atrás por soledad.
Por la vergüenza de huir a escondidas.
Por las ganas de gritar, de regresar.
O porque justo entonces se soltó el viento,
desató mi pelo y me levantó el vestido.
Sentí que me veían desde los muros de Sodoma
y se morían de risa, una y otra vez.
Miré hacia atrás llena de rabia.
Para gozar plenamente su ruina.
Miré hacia atrás por todas las razones mencionadas.
Miré hacia atrás sin querer.
Fue sólo que una roca giró gruñendo bajo mis pies.
Que una grieta de pronto me cortó el paso.
En la orilla un hámster agitaba las patas delanteras.
Y entonces ambos miramos hacia atrás.
No, no. Yo seguí corriendo,
arrastrándome y trepando
hasta que la oscuridad cayó del cielo,
y con ella grava ardiendo y aves muertas.
Por falta de aliento varias veces perdí el equilibrio.
Si alguien me hubiera visto, pensaría que bailaba.
Es posible que haya tenido los ojos abiertos.
Que haya caído mirando hacia la ciudad. 
 
 
 
(De Poesía del Toro de Barro)
 

Gerardo Deniz (México)



                 EVASIÓN
 
 
En Tlalpan hay varios manicomios.
Y viendo en la sala de espera esos viejos tomos
franceses
tan espesos
de balneoterapia y arsonvalización,
cruzando ese jardín por donde tres veces a la semana
discurren filoso
fías de vía angosta
—los perros trágicos machaca
dos en la carretera al
pasar en volandas,
y así habrá que pasar ahora.
Hace calor.
El que vaya a la hora cursi como todas marchando a
oscuras al lado de los rieles
podrá escuchar (si le importa)
 el zumbido de muchos
escarabajos enamoradísimos
entre las piedras del talud.
Más allá (es de suponerse)
descansan adineradas
adolescentes de miembros fruticosos,
con los labios secos, tendidas al descuido
como largos gatos de algalia.
(¿Habrán comido habas?
¿Borrarán como es debido los moldes de sus cuerpos
en las camas? Oh riesgo.)
 
Pero este mundo de trenes y escarabajos es un mundo 
de trenes y escarabajos,
sin embargo,
nagara.



lunes, 7 de noviembre de 2016

Leónidas Lamborghini (Buenos Aires, 1927 - 2009)

Él me comprende



-Estoy tumbado
en el sillón
junto a mi perro
que me acompaña.
Él me comprende
Le hablo, le digo:
"un sentimiento
que es tan profundo
como el que me ahoga
habría que aullarlo":
me mira fijo.
Él me comprende
"Alguna vez
este sentir
tuvo una voz
que sólo es hoy
señal discreta,
debíl suspiro
domesticado":
esto le digo.
Él me comprende




León de Greiff (Colombia, 1895 - 1976)


Admonición a los impertinentes


Yo deseo estar solo. Non curo de compaña.
Quiero catar silencio. Non me peta mormurio
ninguno a la mi vera. Si la voz soterraña
de la canción adviene, que advenga con sordina:
si es la canción ruidosa, con mi mudez la injurio;
si tráe mucha música, que en el Hades se taña
o en cualquiera región al negro Hades vecina...
Ruido: ¡Callad! Pregón de aciago augurio!
Yo deseo estar solo. Non curo de compaña.
Quiero catar silencio, mi sóla golosina.

Como yo soy el Solitario,
como yo soy el Taciturno,
dejádme solo.

Como yo soy el Hosco, el Arbitrario,
como soy el Lucífugo, el Nocturno,
dejádme solo.

Mi sandalia (o mi abarca o mi coturno)
no los piséis, tumulto tumultuario,
dejádme solo.

Judeo, quéchua, orangutánida, ario,
-como soy de la estirpe de Saturno­
dejádme solo.

Decanto en mi rincón mínimo canto,
silencioso; alquimista soy señero,
juglar oculto, absconto fabulante.
Dejádme solo.

Buen catador (soto mísero manto)
Buen tañedor (sin Amati o Guarniero)
Alto cantor (aunque bajo cantante)
Dejádme solo.

Dejádme solo. Non quiero compaña.
Dejádme esquivo. Non gusto coreo.
Non paventad: non presumo de Orfeo
desasnador de cerril alimaña.

Dejádme solo soplando mi caña
silvestre. Non pétame pueril ronroneo.
Non son adamado. Non son sigisbeo.
Son áspero, másculo. Son rudo, sin plaña.

Sin queja. Más mudo que Beethoven sordo.
Sin laude. Más zurdo que Cervantes manco.
Sin "pathos”. Más seco que no Falstaff gordo.
Solitario. Adusto. Voy único a bordo.
Espíritu en negro. Corazón en blanco.

Y esquivo dejádme. Soy notas-arranco
de mi clavecino. Soy fábulas-bordo
sobre el cañamazo de mi pentacordo.
Soy facecias-urdo. Por dentro me estanco.
Dejádme señero: jamás me desbordo.

Como yo soy el Solitario,
como yo soy el Taciturno,
como yo soy el Hosco, el Arbitrario,
como soy el Lucífugo, el Nocturno,
dejádme solo.

Como soy Leo Atrabiliario,
como soy Sergio el Estepario,
como soy Proclo Extravagario,
como ya tengo el Cuervo y el Vulturno
de los acerbos choznos de Saturno,
dejádme solo.

Dejádme solo. Non quiero compaña.
Dejádme esquivo. Non gusto coreo.
Non paventad. Non presumo de Orfeo
desasnador de cerril alimaña.

No viene a mí, ni voy a la montaña.
Ni vasallo ni César, Juez ni Reo:
Sergio Estepario, Estrafalario Leo.
Con mi tonel. De mi cruz cirineo.
Rey de Burlas, soberbio: cetro o caña
pares le son a mi elación huraña.
Dejádme solo.



De: Antología Multilingüe

viernes, 4 de noviembre de 2016

Rodolfo Hinostroza (Perú 1941-2016)




HORACIO
The rest in silence
Shakespeare


Se han detenido, Horacio, las flechas en medio de su vuelo.
El lejano prestigio de la luna levanta nuevamente
a las doncellas
y las teje y las enreda en un delgado sonambulismo.
Los adolescentes apócrifos comparan el brillo de las charcas
con el de sus sortijas.
Te pedimos, Horacio, que nos digas
cual será en adelante la morada de nuestras almas de albúmina
y de hierro y de silencio.
Dínoslo, Horacio, y si quieres llamar en tu consejo
a tus amigos
-los de los grandes belfos, los de los eructos-
Y si quieres llamar a tus amigas
-las de los vertederos axilares, las de la fidelidad a toda prueba-
hazlo, y reparte nuestras bebidas como trozos de hierba.
(Oh, canícula, canícula. En el centro de tu corazón
habitan los hombres voluntariosos, los entusiastas del músculo y
la flecha, los que desdeñaron los vahos siderales. Esos
que aman aún, y que respiran despaciosamente,
como sombras de plantas.
Esos que llegaron a ser, prefigurando
lo que luego seríamos, nuestra flagrante debilidad en los dedos.)
Horacio, mirando al cielo vi a un pez anciano
removiendo hueveras luminosas. En el lecho soñé
que todos los habitantes de la tierra, uno por uno,
venían a verme, por que yo era un cachalote varado y
todavía poderoso, que sólo obedecía a órdenes de dioses,
las que nunca llegaban. Soñé, Horacio que de pronto
yo era un camaleón y con mi larga lengua
me lamía las llagas incoloras y el alma albuminoide.
Y eran tantos los hombres como estatuas salinas
que sepultaban continentes enteros.
¿Me dirás si una premonición, como una joven viuda
ha transitado la acidez de mi sueño?
¿Me dirás si el espíritu posee las curvas de un espejo?
(El que va a intervenir en la batalla
tiene que despojarse del silencio,
tiene que conocerse los brazos y las piernas,
tiene que temer mucho a la muerte. El que va a intervenir
en la batalla
orina, come poco, y besa a su mujer si es que la tiene).
Se detienen las flechas en medio de su vuelo. Hay una calma tensa
como el techo de un hongo.
Todavía un consejo, Horacio, amigo.


Gerardo Deniz (México)


" Jesucristo alzó con esfuerzo los párpados mientras su mirada inerte se posaba en el suelo, pocos pasos delante de la cruz.
Allí exactamente algo raro se removía bajo la tierra. Poco al principio, luego más y más. Los ojos del Redentor acabaron de abrirse, sin apartarse de aquel punto.
De pronto, con un impulso que hizo volar gránulos terrosos, salió allí a la superficie un gordo cuerpo pardo rodeado de horripilantes patas angulosas amarillas. Era un caradeniño, un mestizo, eso que en alguna región se atreven a llamar "muereterriendo". En una palabra, un Stenopelmatus. Enorme -10 centímetros-, mayor que sus parientes de otros rumbos -el grillotopo, cortón, alacrán cebollero, zarandija, changá...
Desorbitado, Jesús contraía el rostro con indecible espanto.
-¡Oh... no...! -gritó por último.
El solado romano se hizo el sordo. Como las vociferaciones del crucificado empeoraban, se acercó de mala gana. Quizás advirtió dónde estaba clavada la mirada fija de Jesús. Más probablemente descubrió la alimaña por su cuenta. Le estampó un talonazo con la cáliga derecha. Nuevo alarido arriba.
-¡Qué asco, qué asco! -clamaba Jesucristo, convulsionándose y alzando el rostro al cielo.
Apenas el centinela regresó a su puesto, los lamentos redoblaron, pues echando una ojeada alrededor Jesús descubrió que, no lejos del horrible bicho inicial, habían surgido de la tierra el segundo, el tercero... Caso nada raro. Hace menos de 30 años, en un barrio de la ciudad de México salieron miles.
Un frufrú subrepticio anunció la llegada de Magdalena, alarmada.
-¿Qué ocurre, eh? ¿Qué te pasa ahora?
-¡Esos animales van a trepar pro la cruz!, ¡me van a picar sin que pueda ni moverme!
Ella miró en torno. Vio y comprendió. Remangando instintivamente sus vestiduras, con sublime dominio de sí tragó saliva antes de comentar modulando la voz:
-Estos pobres bicharracos no trepan, Rabí. Ni siquiera ven. Y tampoco hacen daño a nadie. ¿Cómo es posible que todavía lo ignores? Y eso aquí, ¡en la mismísima Jerusalén! Todo el mundo, hasta los palestinos, conocemos el Jerusalén cricket que ilustra la Enciclopedia Británica. Ay, ¡me haces dudar tanto algunas veces! Cuánto atonta la espiritualidad, perdona que te lo repita.
Jesús no escuchaba. "




jueves, 3 de noviembre de 2016

León Felipe (España 1884 - México 1968)





La palabra

Pero ¿qué están hablando esos poetas de ahí de la palabra?
Siempre en discusiones de modisto:
que si desceñida o apretada . . .
que si la túnica o que si la casaca…
La palabra es un ladrillo, ¿Me oísteis?… ¿Me ha oído usted, Señor Arcipreste?
Un ladrillo. El ladrillo para levantar la Torre… y la Torre
tiene que ser alta… alta, alta…
hasta que no pueda ser más alta.
Hasta que llegue a la última cornisa
de la última ventana
del último sol
y no pueda ser más alta.
Hasta que ya entonces no quede más que un ladrillo solo,
el último ladrillo… la última palabra,
Para tirárselo a Dios,
con la fuerza de la blasfemia o de la plegaria…
Y romperle la frente… a ver si dentro de su cráneo
está la Luz o está la Nada.




(De Caínabella blog)

martes, 1 de noviembre de 2016

León de Greiff (Colombia, 1895 - 1978)


BALADA DEL DISPARATORIO BÁQUICO, IMPREGNADA

DE MÚLTUPLIES ROMANTICISMOS



Dícela "El Ebrio"
Aquesto dixo “El Ebrio”, una vegada.
Aquesto dixo con su voz cansada.
Aquesto dixo por la madrugada.
Yo dello non sé nada.
Bebamos en las cráteras de oro
que laboró el cincel benvenutino,
champagne, bulbente y bullicioso vino .
Bebamos en las ánforas de barro
doria hidromiel; en el panzudo jarro
blonda cerveza, y en las cristalinas
frágiles copas el anís sonoro
así como las finas
mixturas sibilinas.
"Porque es dulce olvidar".
Bebamos en las cráteras de oro
el líquido tesoro
que enloquece las mentes
y elide los deseos,
y que sume los sueños impotentes
en helados Leteos!.
Porque es dulce olvidar. ¿Algo esculpido
quedar merece en el cerebro? Nada!
Porque es dulce olvidar...
El viento azota
la cima de los árboles, tedioso;
vacila el corazón ante la rota!
El espíritu vago!
¡La voluntad errátil
es un tortuoso Yago!
y el soñar aterido...:
¡el soñar aterido y no vibrátil
ni altanero!... y nostálgico, anheloso
de una distinta vida...
Los jardines románticos
horros están de idilios.
Y son hueros los cánticos
jocundos de Himeneo!
Dormita ya el Deseo!
Ya dormita el Amor!
Y yerra -enloquecida-
por sus ludies exilios
de Dolor,
l’alma pura de Ofelia,
mientras Hamlet, moroso y taciturno
sepultóse en sí mismo!”
Ya no existe
la verdad, si ha existido... Ya no es nada
la belleza, y lo es todo! y la tristeza
¡cómo es asaz vulgar y adocenada!
Yo buceo un abismo
y el tal abismo es hueco!
Todo es superficial, mentido y triste.
Todo: el Amor y la Naturaleza,
el Mar, las Nubes, la ideal Belleza:
sólo restan cinismo,
rutina, y el enteco
sentido de lo práctico y la cómica
metafísica vómica!
Es preciso beber la sangre cálida
de los magos elixires!
Complicados brebajes, quinta-esencia,
sudor de las retortas y alambiques;
todos los filtros químicos y alquímicos
el díctamo, el nepentes,
súmanme en la demencia!
En el absintio quiero que se esconda
-tras de sus de sirena glaucos ojos-
mi espíritu arbitrario,
mi corazón, y toda la amargura
de abolidos despojos!
Es preciso beber la sangre cálida,
sangre morena
o sangre blonda!
En el absintio quiero que se esconda
-tras de sus glaucos ojos de sirena–
mi corazón, y toda la amargura!
"La azul locura pálida,
soberana locura,
se asile en mi cerebro solitario!"
Bebamos en las cráteras de oro
todo el licor que corre por la vena
de la pródiga uva;
y hagamos la serena
-la serena o la loca-
vida del que en sí propio no se toca
y que en nada se halla...
-Búdico ser en éxtasis,
Jaiyám bajo los astros,
Edgar en la taberna,
Diógenes en su cuba...
Desdeñosos e impávidos,
sonrientes,
mirando la batalla
sempiterna, mirando la batalla
de apetitos, la gresca y el estridir de dientes
y el vulgar forcejeo
para ascender, para medrar, para vivir...
"Nosotros -sí, nosotros-
olímpicos yazgamos sobre el trípode sacro:
claudicantes e irónicos,
sonrientes espectadores del simulacro,
sin recordar, sin añorar,
sin anhelar,
¡sin un solo deseo!"
Brúña el trágico véspero
con sus hórridas lumbres
incendiarias;
dóre el amanecer con vagas lumbres
y medias-tintas de atediada suavidad;
o aljofáre la luna
del bebedor la cabellera bruna
o la blonda o endrina cabellera
nimbada de doliente claridad,
y bebamos el vino,
y bebamos el vino,
y bebamos el vino!
Aquesto dixo el Ebrio una vegada.
Aquesto dixo con su voz cansada.
Aquesto dixo por la madrugada.
Yo dello non me curo.
Yo dello non sé nada