Algún dios se apoderó de mí por las raíces de mi pelo.
Crepitaba como una profeta del desierto en sus descargas azules.
Las noches se ocultan de la mirada, como el párpado de un lagarto:
en una cuenca sin sombra un mundo de blancos días desiertos.
Un aburrimiento parecido a un buitre me fijó a este árbol.
Haría lo que hice, si él fuera yo.
27 de junio, 1960
(De Descontextos)
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