viernes, 29 de julio de 2016

Günter Grass

Autorretrato


Masticador de encías, viejo mascullante,
que sólo a cucharadas digiere el puré,
si de noche, limpita, no estuviera
la tercera dentadura en el vaso de agua.

¡Escupido! ¡Escupe, escupe!
No ha de quedar ni una miga.
Fuera los mocos,
la diligencia del que acumula.

Va con marea baja,
paso a paso,
hasta que la marea alta borra
lo que como huella queda y no identifica.

Quiere -sin alento desde hace mucho-
con su ultimísimo diente
no decir ya sí y sí
sino únicamente no, nonó y no.

Esa cancioncilla, conocida de siempre,
vive con pocas estrofas.
Para quien la canta, el desierto,
se convierte, sin eco, en sala de ensayos.

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