sábado, 14 de noviembre de 2020

Warsan Shire (Kenya, 1988) *

 

 

Para mujeres difíciles de amar

 

eres un caballo que corre solo

y él trata de domarte

te compara con una autopista imposible

con una casa en llamas

dice que le ciegas

que nunca podría dejarte

olvidarte

querer algo que no seas tú

le mareas, eres insoportable

toda mujer antes o después de ti

se empapa en tu nombre

llenas su boca

sus dientes duelen con la memoria de tu sabor

su cuerpo es sólo una sombra buscando la tuya

pero tú eres siempre demasiado intensa

tu manera de quererle asusta

sin pudor y sacrificial

te dice que ningún hombre puede llegar a ser como

el que vive en tu cabeza

e intentaste cambiar, ¿verdad?

Cerraste más la boca

trataste de ser más suave

más guapa

menos volátil, menos despierta

pero incluso durmiendo podías sentirle

viajando lejos de ti en sueños

así que ¿Qué querías hacer, cariño,

 

abrirle la cabeza?

No puedes construir hogares en seres humanos

alguien debería habértelo dicho ya

y si se quiere marchar

déjale marchar

eres terrorífica

y extraña y hermosa

algo que no todo el mundo sabe cómo amar.

 

 

 

Fea

 

Tu hija es fea.

Conoce la pérdida íntimamente,

lleva ciudades enteras en su tripa.

Cuando era niña, la familia no quería cogerla.

Era madera astillada y agua de mar.

Les recordaba a la guerra.

En su quince cumpleaños le enseñaste

a recogerse el pelo como una cuerda

y a ahumarlo con ardiente incienso.

Le hiciste hacer gárgaras con agua de rosas

y mientras tosía, dijiste

las chicas macaanto como tú no deberían oler

a soledad o vacío.

Tú eres su madre.

Por qué no le avisaste,

la abrazaste como a un barco podrido,

y le dijiste que los hombres no la amarían

si está cubierta de continentes

si sus dientes son pequeñas colonias,

si su estómago es una isla

si sus muslos son fronteras.

¿Qué hombre querría tumbarse

y ver el mundo arder

en su dormitorio?

La cara de tu hija es una pequeña revuelta,

sus manos son una guerra civil,

un campo de refugiados detrás de cada oreja,

un cuerpo contaminado por cosas feas.

Pero Dios,

¿acaso el mundo 

no le queda bien?

 

Traducción: Lidia Hurtado

 

 

(*)  De origen somalí


(Fuente: La parada poética)

 

 


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