sábado, 22 de julio de 2017

Kurt Folch

Los amantes


El animal fue sacrificado.
Y sonó (por el viento) clara
una campana de aire –al azar
extendió sus notas (de pueblo
fantasma) bajo el parrón
donde se molía el verano
que precede los últimos oficios-.
Cayó
            la sangre llenando los tiestos
            profundos hasta desbordarlos.
El rostro
            separado del resto fue lavado
            y llevado después
dócilmente
            vadeando charcos de luz
            entre ramas de níspero y limonero
como una criatura.
El resto fue cuestión de simple oficio:
practicar una incisión, repartir, comer.
Dejar las sobras para los perros.
en Thera, 2002

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