LA VERDAD ES LA ÚNICA REALIDAD
Por Paco Urondo
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está la realidad;
la única irreal es la reja;
la libertad es real aunque no se sabe
bien si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la
explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en la noche,
en la frente de estos hermanos, de estos
hijos, aquellos gritos irreales de dolor real de los torturados
en el angelus eterno y siniestro en una brigada de
policía cualquiera son parte de la memoria,
no suponen necesariamente el presente, pero pertenecen a
la realidad.
La única aparente es la reja cuadriculando el cielo,
el canto perdido de un preso, ladrón o combatiente,
la voz fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo
inmenso cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad,
como la esperanza rescatada de la pólvora,
de la inocencia estival: son la realidad, como el coraje
y la convalecencia del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro como los designios de todo un pueblo que marcha hacia la victoria o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse, a rescatar lo suyo, su realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la
realidad.
Por Paco Urondo
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está la realidad;
la única irreal es la reja;
la libertad es real aunque no se sabe
bien si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la
explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en la noche,
en la frente de estos hermanos, de estos
hijos, aquellos gritos irreales de dolor real de los torturados
en el angelus eterno y siniestro en una brigada de
policía cualquiera son parte de la memoria,
no suponen necesariamente el presente, pero pertenecen a
la realidad.
La única aparente es la reja cuadriculando el cielo,
el canto perdido de un preso, ladrón o combatiente,
la voz fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo
inmenso cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad,
como la esperanza rescatada de la pólvora,
de la inocencia estival: son la realidad, como el coraje
y la convalecencia del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro como los designios de todo un pueblo que marcha hacia la victoria o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse, a rescatar lo suyo, su realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la
realidad.
Francisco Paco Urondo escribió este poema en la Cárcel de Villa Devoto, en abril de 1973. Tres años después, un 17 de junio de 1976, fue asesinado en Mendoza por la dictadura cívico-militar.
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