lunes, 1 de julio de 2013

La medida del placer (Abel A. Borda)



                                     “Toda necesidad se calma y todo
                                       vicio crece con la satisfacción”
                                                                              Amiel


No hace falta la sed para beber,
ni el deber, la voluntad, ni el hábito.
Ni siquiera el deseo.

Sin deseo no hay vicio
Sin ansia no hay pasión

(Sin pasión no hay arte ni hay exceso)

Los excesos son propios de naturalezas
débiles (en el débil, hasta un deseo débil
puede precipitar en el exceso)

Quien conoce sus debilidades
toma precauciones: toma  distancia
de su propio deseo que lo excede.

Hay que separar, saber separar a tiempo,
el deseo de la necesidad, el hábito del vicio,
el vicio del placer...

Hay hábitos débiles y fuertes, como
deseos y pasiones.
(Fuertes y débiles solemos contraer)

Se bebe por debilidad, ó para superar un estado
de debilidad, ó para olvidar que se es débil...

No hace falta la sed para beber,
(la sed no es más que un signo vital, como el deseo
-no hay deseo puro, la pureza no es algo deseable;
desear no purifica, como tampoco suprimir todo deseo)

No es necesaria la sed,
ni siquiera el deseo.

Epícuro, como Platón, clasificaba los deseos
en tres especies:

-Los deseos naturales y necesarios
-Los no naturales y necesarios
-Los que no son naturales ni necesarios

(Estos últimos, ocioso es señalarlo, serían propios
de naturalezas superiores y de dioses)



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