El confín del mundo
Enciendo la lámpara y miro el reloj. Las cuatro y media. Sacudo los zapatos por si se les metió algún escorpión, y salgo al campo. Qué noche hermosa. Sin luna pero con estrellas insistentes. Vuelvo a entrar y me preparo chocolate caliente en mi calentador de butano. Giro el dial de la radio, y busco entre la estática del Levante. “Té para dos” en alemán. Al fin, Cleveland contra los Rams bajo la lluvia. Me hace sentir muy acá, y todo el mundo en otra parte.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
No hay comentarios:
Publicar un comentario