Un corto sobre una tormenta de nieve
Se veía venir. Mi vuelo, cancelado. Me fui con dos amigos a ver una película sobre un músico de ojos como lámparas de kerosén, cuyo relativo talento y vergonzosa perseverancia no tuvieron recompensa. No bien salimos del cine nos recibió la nieve. Me cuchicheó al oído una firme bendición que tocó mi dolor por lo que yo pensaba que podría ser el final semi inminente de mi relación de entonces. Nada de juegos en la silenciosa caminata al departamento: la tormenta todavía estaba demasiado blanda para muñecos o bolas. En dos días de encierro –esto fue mucho antes de que el cómico cayera él mismo en desgracia– vimos la serie de Louis CK de principio a fin. El cielo se sacudió y se despejó y yo me tomé el avión al que era mi destino y me demoré muchísimo en tomar decisiones de cualquier tipo. Y después me decidí. No hay trama más predecible que la nieve. FIN.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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