domingo, 5 de mayo de 2024

Elianne Santiago (México)

 

SOBREVIVIR
 
 

Para sobrevivir al mundo
es preciso adiestrarse
en la más rancia hipocresía,
ser escurridizo como la garrapata
y atarse un cencerro
para recibir los aplausos
de un séquito en traje
de imposturas. 
 
Hábiles
prestridigitadores
para endulzar con lisonjas
a ingenuos rehenes,
apremiar el escarnio
y vituperar a quienes
se empeñan en no ceder. 
 
Quien siente pierde,
quien no contiene el llanto,
quien habla de más,
quien muestra
sin pudor las liendres,
la rotura, la herida:
 
rebeldes
mendrugos de luz
tachados de altivos
por repartir su escaso pan
entre quienes nada tienen,
por dejar correr su sangre
como alimento
en tiempos de hambruna. 
 
Niños salvajes,
ancianos recluidos,
mujeres desteñidas
por el cierzo,
prófugos, enfermos,
locos, mendigos;
relegados todos
por atrever la rebeldía. 
 
Este mundo pertenece
al más audaz,
al que roba y miente,
¡para ellos las trompetas!
 
–¿Cómo los sin rostro
osan superioridad
en su renuncia,
en el alarde de su pobreza?
 
–¿Cómo atreven
revelar la desnudez
de tan lustrosos atavíos,
tomar por estandarte a Lázaro
ante las puertas del rico,
replicar su nombre,
creerse aún vivos? 
 
–¡Están ciegos,
nadie en este mundo
les amara,
nadie les recordará,
serán polvo
bajo los escombros
de las multitudes!
 
–Este mundo no les pertenece:
serán proscritos. 
 
Este mundo
es una puta triste
ante los reflectores,
frente a un público falso
que ríe a carcajadas.
 
 
 


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