Propiedad privada
Propiedad privada
Todo pasa -¿aún así quién es misántropo?-
empujándose, para marchitarse como la hierba
de pronto: y (sea la esperanza del cielo,
o el caleidoscopio de la poesía,
o amor o vino, en el banquete, en la misa)
cada uno es dueño de un paraíso de cristal
donde nunca un ansioso heliotropo
sigue el ascenso o el declive del sol;
pues el sol allí sueña y el tiempo ni es ni fue.
Como faunos repujados en nuestro reino,
miramos fuera y nuestros ojos serenos
observan cómo los dioses cabríos del dolor
salen de juerga; y si por macabra sorpresa
en nuestro paraíso irrumpen
pacientemente, su belleza otra vez fortalecemos.
* de la edición bilingüe de Jesús Isaías Gómez López.
(Fuente: Cecilia Pontorno)
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