sábado, 30 de septiembre de 2017

Nicanor Parra (Chile, 1914 - 2018)


Preguntas y respuestas


¿Qué te parece valdrá
la pena matar a dios
a ver si se arregla el mundo?
-claro que vale la pena
-¿valdrá la pena jugarse
la vida por una idea
que puede resultar falsa?
-claro que vale la pena
-pregunto yo si valdrá
la pena comer centolla
valdrá la pena criar
hijos que se volverán
en contra de sus mayores
-es evidente que sí
que nó
que vale la pena
-pregunto yo si valdrá
la pena poner un disco
la pena leer un árbol
la pena plantar un libro
si todo se desvanece
si nada perdurará
-tal vez no valga la pena
-no llores
-estoy riendo
-no nazcas
-estoy muriendo

 
***


Que Dios nos libre de los comerciantes
sólo buscan el lucro personal
que nos libre de Romeo y Julieta
sólo buscan la dicha personal
líbrenos de poetas y prosistas
que sólo buscan fama personal
líbrenos de los Héroes de Iquique
líbrenos de los Padres de la Patria
no queremos estatuas personales
si todavía tiene poder el Señor
que nos libre de todos esos demonios
y que también nos libre de nosotros mismos
en cada uno de nosotros hay
una alimaña que nos chupa la médula
un comerciante ávido de lucro
un Romeo demente que sólo sueña con poseer a Julieta
un héroe teatral
en convivencia con su propia estatua
Dios nos libre de todos estos demonios
si todavía sigue siendo Dios.


***

jueves, 28 de septiembre de 2017

Ingrid Bringas (México, 1985)

 

La fábula del deseo



No se consuela a un hombre antes de su muerte
dos de cada diez hombres mueren en la soledad
nueve de cada diez hombres mueren rodeados de flores
algunos mueren en su propio jardín
otros en su propio excremento.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Nicolás Meneses (Chile, 1992)


CONTACTO CON CORRIENTE
Pocas cosas se recogen del suelo
y se limpian tanto
como a un hombre
carbonizado.
Cuando los enfermeros llegan
pisan la tierra con cuidado
como queriendo
desactivar una bomba
iluminan las manos achurrascadas
con el cobre reluciente
fundido en hierro, fósforo
y levantan el cuerpo.
La sangre coagulada en el piso
forma un charquicán de hematíes
plaquetas
leucocitos.

martes, 26 de septiembre de 2017

Anne Carson (Canadá, 1950)


Poema “Ensayo sobre las cosas en las que más pienso”,

de Anne Carson



En el error.
Y en sus emociones.
Estar a punto del error es una condición del miedo.
Estar en medio del error es estar en un estado de locura y de derrota.
Darte cuenta de que has cometido un error produce vergüenza y remordimiento.
¿O sí?

Veamos.
Mucha gente, incluyendo a Aristóteles, opina que el error
es un suceso mental interesante y valioso.
Cuando habla de la metáfora en su Retórica,
Aristóteles dice que hay tres tipos de palabras:
las extrañas, las ordinarias y las metafóricas.

“Las palabras extrañas simplemente nos descolocan;
las palabras ordinarias nos transmiten lo que ya sabíamos;
usando metáforas es como nos topamos con lo nuevo y con lo fresco”
(Retórica, 1410b10-15).
¿En qué consiste esa frescura de las metáforas?
Aristóteles dice que la metáfora hace que la mente se experimente a sí misma

en el acto de cometer un error.
Ve la mente como algo que se mueve a lo largo de una superficie plana
hecha de lenguaje ordinario
y luego de repente
esa superficie se rompe o se complica.
Emerge lo inesperado.

Al principio parece raro, contradictorio o incorrecto.
Y después sí tiene sentido.
Y es en ese momento cuando, según Aristóteles,
la mente se dirige a sí misma y se dice:
“¡Qué verdad es! ¡Y aun así cómo lo había malinterpretado yo todo!”
Es posible aprender una lección de los errores auténticos de las metáforas.

No es solo que las cosas no son lo que parecen,
y de ahí que nos confundamos;
además, dicha equivocación es en sí valiosa.
Pero esperad un momento, dice Aristóteles,
hay mucho que ver y sentir por ahí.
Las metáforas le enseñan a la mente

a disfrutar del error
y a aprender
de la yuxtaposición entre lo que es y lo que no es.
Hay un proverbio chino que dice:
un pincel no puede escribir dos caracteres en la misma pincelada.
Y aun así

eso es justamente lo que hace un buen error.
Veamos un ejemplo.
Es un fragmento de cierto poema griego antiguo
que contiene un error de aritmética.
Por lo visto el poeta no sabe
que 2+2=4.

Fragmento Alkman 20:
[?] lo cual hacen tres estaciones, verano
e invierno y en tercer lugar otoño
y en cuarto lugar primavera cuando
hay florecimientos pero comer suficiente
no lo es.

Alkman vivió en Esparta en el s. VII a.C.
Entonces Esparta era un estado pobre
y es improbable
que Alkman llevara una vida de rico bien alimentado.
Este hecho es el contexto de sus observaciones
que desembocan en el hambre.

Siempre tenemos la sensación de que el hambre
es un error.
Alkman hace que experimentemos este error
con él
mediante un uso efectivo del error computacional.
Para un poeta espartano pobre sin nada

en sus bolsillos
al final del invierno,
ahí viene la primavera
como una ocurrencia a deshora de la economía natural,
la cuarta en una serie de tres,
desequilibrada su aritmética
y su verso yámbico.

El poema de Alkman se parte en dos a mitad camino con ese metro yámbico
sin dar ninguna explicación
sobre de dónde viene la primavera
o sobre por qué los números no nos ayudan
a controlar mejor la realidad.

Tres cosas me gustan del poema de Alkman.
Primero, que es pequeño,
ligero
y económico de una manera más que perfecta.
Segundo, que parece sugerir la presencia de ciertos colores como el verde pálido
sin ni siquiera nombrarlos.

Tercero, que consigue sacar a relucir
algunas preguntas metafísicas de primer orden
(como la de Quién hizo el mundo)
sin un análisis excesivo.
Fijémonos en que en el predicado verbal “lo cual hacen” en el primer verso
no hay sujeto: [?]

Es muy poco habitual en griego
que el predicado verbal no tenga sujeto; de hecho,
es un error gramatical.
Si les preguntáis, los filólogos estrictos os dirán
que este error no es más que un accidente de transmisión,
que el poema tal y como nos ha llegado
con toda seguridad es un fragmento suelto
de un texto más extenso
y que es casi seguro que Alkman nombró
al agente de la creación
en los versos precedentes.
Bueno, puede ser.

Pero, como sabéis, el principal objetivo de la filología
es reducir todo placer textual
a un mero accidente histórico.
Y no me siento cómoda con la idea de que podemos saber exactamente
qué es lo que quiere decir el poeta.
Por lo tanto, dejemos el interrogante aquí

al comienzo del poema
y admiremos la valentía de Alkman
a la hora de confrontar aquello que queda entre paréntesis.
La cuarta cosa que me gusta
del poema de Alkman
es la impresión que da

de hacer que se desembuche la verdad, en contra de sí misma.
Muchos poetas aspiran
a conseguir este tono de lucidez inadvertida
pero pocos se dan cuenta tan fácilmente como Alkman.
Por supuesto, su simplicidad es un fake.
Alkman no es para nada simple,
es un maestro de la organización
(o lo que Aristóteles llamaría un “imitador”
de la realidad).
La imitación (mímesis, en griego)
es el término que utiliza Aristóteles para designar a los errores auténticos de la poesía.
Lo que me gusta de este término

es la facilidad con la que admite
que aquello con lo que nos las vemos cuando hacemos poesía es el error,
la obstinada creación del error,
el rompimiento deliberado y la complicación de los errores
de los cuales puede emerger
lo inesperado.

Así que un poeta como Alkman
deja a un lado el miedo, la ansiedad, la vergüenza, el remordimiento
y el resto de emociones tontas que asociamos con el hecho de cometer errores
para aceptar
la verdad verdadera.
La verdad verdadera en el caso de los humanos es la imperfección.

Alkman rompe con las reglas de la aritmética
y hace peligrar la gramática
y no da pie con bola en cuanto a la forma métrica de sus versos
para llevarnos a aceptar este hecho.
Al final del poema el hecho sigue ahí
y probablemente Alkman no tiene menos hambre.

Sin embargo, algo ha cambiado en el coeficiente de nuestras expectativas.
Porque, haciendo que nos equivocáramos,
Alkman ha perfeccionado algo.
Sí, ha mejorado algo, ha mejorado algo de una manera
más que perfecta.
Con un solo pincel.


(Traducción de Berta García Faet)

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(poema en su idioma original, inglés)

cover

Poem “Essay on What I Think About Most”,

by Anne Carson


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domingo, 17 de septiembre de 2017

Brian Alvarez (Buenos Aires, 1991)


SESIÓN DE AUTOAYUDA PARA SERES DE LUZ

 

Usted lanza la caña.
La caña lo convierte en alguien
que lanza. Buscan.
Al final de un pasillo hay una puerta con luz,
y buscando en la luz, la caña.
Al final de la caña hay luz
y detrás de la luz, usted, que sostiene y ya no lanza.
Entre usted y la luz hay ahora
un vínculo: el vínculo
no lo convierte en luz,
sino en alguien enlazado a la luz
por la caña
y los tres buscan con la forma
de la red, del lazo. Los tres y el lazo.
(Pero usted no es la luz: no recibe la caña.)
Ésa es toda la solidaridad
que es posible esperar de otros
cuando todavía no se pertenece.
Pero usted ahora conoce la luz y sabe
que la luz lo rechaza.
La luz busca la caña, pero no la ve.
La caña no rechaza. Viene de la luz.
(El rechazo es una forma de unión,
no sufra, y toda unión
necesita un filo de rechazo.)
Usted sostiene la luz por medio de la caña.
Del mismo modo, al paraíso
se accede por el último portón del mal.
Hace la diferencia el deseo
que se persiga
una y otra vez, la decisión
de qué es lo que se va a buscar por siempre
y con qué resultado. ¿No es una metáfora
aburrida
la eternidad?







viernes, 15 de septiembre de 2017

José Emilio Pacheco




Alta traición

 





No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de
pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.



jueves, 14 de septiembre de 2017

Hugo Padeletti (Santa Fé, Argentina, 1928 - 2018)


DEMETRIUS ON STYLE



Es la seda o la vida. La crisálida
muerta, la abolida
mariposa
son residuo. El poema
es otra cosa. Es,
de pronto,
su propia mariposa.
Lo primero es la hebra. Lo que sigue
-acogido o cambiado,
reducido, realzado, dividido,
en eco o en contraste-
depende. Largamente
se rehace. Si vive,
sobrevive.
Suele ser caprichosa
la punta, una ocurrencia
casual:
el vuelo de una mosca, los humores
del mar, un pensamiento
de Marco Aurelio. Acaso,
jubiloso, un monumento
de retamas en flor -la inteligencia
de su ahora amarillo.
Y basta. Lo segundo
es saber detenerse. La homilía,
el despliegue previsto, lo rotundo
simétrico
es coturno. El que escucha
se adelanta. Los puentes
discontinuos,
al revés,
valorizan el salto.
Diría, pese a Horacio,
a tal cuerpo otros miembros:
delfines en los bosques, jabalíes
en el mar e imprevistos
de púrpura. El poema
respira por sorpresa. Cada pausa
lo deja renacer,
le incorpora silencio -ciertas islas
son el agua.
Demetrio
definía el estilo
que me gusta
como árido. Estilo
de semillas, diría,
fertilizante:
MULTA PAUCIS
Las órdenes son cortas, los lamentos
son largos, las semillas
son árboles.
Volvamos
a las orlas de púrpura, a las astas
de ante, el engastado
de granates. ¿Son gratuitos?
El lugar del poema
es la atención, el foco. Donde nace
allí renace. Halos
de oro, campos
de gules, lemas
morales –el botín de la urraca–
son anzuelos.
Son redes, estas rutas
cifradas
cuyo anverso es el tapiz.
Del país de la seda sinuosas caravanas
trajeron esta muestra
donde duermen dragones.

 

En Poemas (1960 - 1980)






domingo, 10 de septiembre de 2017

Roberto Juarroz


Dibujaba ventanas en todas partes.
En los muros demasiado altos,
en los muros demasiado bajos,
en las paredes obtusas, en los rincones,
en el aire y hasta en los techos.
Dibujaba ventanas como si dibujara pájaros.
En el piso, en las noches,
en las miradas palpablemente sordas,
en los alrededores de la muerte,
en las tumbas, los árboles.
Dibujaba ventanas hasta en las puertas.
Pero nunca dibujó una puerta.
No quería entrar ni salir.
Sabía que no se puede.
Solamente quería ver: ver.
Dibujaba ventanas.
En todas partes.


sábado, 9 de septiembre de 2017

Arturo Corcuera (Perú, 1935 - 2017)





Tarzán y el paraíso perdido

 ¡Aaaúuaú aaa…! ¡Aaauaúaa…!

Tarzán (Johnny Weismuller) es internado en un manicomio por creerse Tarzán.

Su grito, que asusta a médicos y enfermeras, no es el clarín con el que hacia su victoriosa aparición en la pantalla. El grito a Tarzán no le pertenece. Fue un collage de sonidos confeccionado y patentado por la Warner Brothers: decantaron en el laboratorio los gruñidos de un cerdo y las notas de un tenor.

Tarzán en el sanatorio para artistas (retirados) de Hollywood,
abatido y vencido por la camisa de fuerza
(él que encarnó la fuerza sin necesidad de camisa).
Hoy casi a oscuras y ayer mimado por los reflectores.
Tarzán víctima de una dolencia cardiaca
se toca el corazón y piensa en Jane.
Desamparado llama en su desesperación a Chita
(entre sombras ve y besa a Chita como si fuera su madre.
Chita se limpia la boca, hace morisquetas
y dando volatines desaparece),
llama a Chita
para que lleve un recado pidiéndole ayuda a Jane.
Pero Chita no podrá acudir. Chita no existió en la vida real.
(Eran ocho monas chimpancé, ocho monas que parieron su estampa cinematográfica).
Y Jane,
la bella silvestre de los níveos brazos,
ya no lucirá más su silueta junto a Tarzán,
porque Jane ya no filma. Hace mucho tiempo que se le venció el contrato con la Warner: las piernas de Jane ya no están todo lo tersas que uno quisiera para hacerlas figurar en el reparto.

(Ah, Jane, paraíso perdido, divino tesoro, ya te vas [para no volver],
cuando quiero llorar
pienso en ti, mi dulce Jane.
Cuánto hubiera dado por tenerte en mis brazos,
por confesarte mi amor: Yo querer mucho a Jane.
Silencio insensato que guarde por culpa de mi testaruda timidez.
Por culpa de los barritos de mi precoz adolescencia.
Ah, Jane, ya no adoro tus senos besados por las lianas.
Tus senos asediados al centímetro por flechas y lanzas.
Ya no adoro tu rostro que el tiempo implacable ha ido modelando a su capricho.
Tu rostro que acaricie con ternura [a escondidas del público] en todas las carteleras.

Que no me digan nunca que te quitaste el maquillaje.
Que no me enseñen nunca tus cabellos de desfalleciente plata.
Para mi tú serás siempre la linda muchacha que yo amé matalascallando,
que yo ayudé a inventar con mis ensueños en los destartalados cines de mi barrio, mi inolvidable Jane).

En su cuarto Tarzán da vueltas como condenado
y en su rayado papel de loco repara en el espejo del lavabo y quisiera lanzarse.
Tarzán varias veces campeón olímpico de natación.
Amor, juventud y dinero, la veleidosa gloria:
todo desde el trampolín se le fue al agua.
Todo se lo devoraron con voracidad las fieras.

Entre paredes pálidas que su insomnio decora
de enredaderas por sentirse libre (al final de la película)
se aferra a sus sueños:
se sueña sobre el lomo de sus elefantes y sonríe.
Se sueña venciendo a sus repujados cocodrilos de cartón.
Ve acercarse a sus leones de felpa (pura melena)
y Tarzán siente miedo
y tiembla y grita como un desventurado niño de pecho:
¡Aaaúaúaa…! ¡Aaaúaúaaaa…!

Pobre Tarzán indefenso y desnudo,
descolgado del ecran por inservible,
loco, completamente solo entre los locos,
aullando perdido en su paraíso perdido,
sin Jane, sin chita, sin fuerzas, sin grito,
solo con su soledad y sus taparrabos.






(De Caínabella blog)

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Gonzalo Rojas (Chile)


"Gracias y desgracias del antipoeta”







Antiparriendo, remolineando,
que Kafka sí, que Kafka no,
buena cosa, roba-robando,
se va Cervantes y entro Yo.

Me llamo Nick, me llamo Nack,
me pudro y pudro lo que toco.
Díganme loca, díganme loco,
pero más grande me gusta más.

Publiquen grande lo que escribo,
que se oiga en USA y en Moscú.
Sabes qué más, Rimbaud: ni tú.
Me arrastro, claro, pero arribo.

Me arrastro y subo y tengo precio.
Yo sí que soy la gloria. A ver
qué vale más: ser o tener.
Me abanico con tu desprecio.

Me pregunto de dónde vengo
con tanta gracia, violín violán,
si de New York o de Chillán,
o si apenas vengo de Rengo.

Pero lo cierto es que no hay quién,
no hay quién, no hay quién, no hay quién, no hay quién,
no hay en ninguna parte quién,
absolutamente no hay quién.

Pues antiyendo y antiviniendo,
antitumadre y antimateria,
aquí me tienen en la feria
antiescribiendo y antisiendo.

Me dieron orden de envenenar,
de envenenar la poesía.
Maldita tu tía y la mía
y me la tengo de viciar.

Venid lesbianas y maricos,
lisérgicos todos, venid.
Sacad el quod, meted el qüid:
qué gusto ser gusto de ricos.

Bailemos la antipoesía,
la antipoé con la antipó;
mi tío se mea en tu tía
y Baudelaire se te acabó.

Dicen que dicen que soy el único
con mi artefacto original,
que soy el sol, que soy la sal,
patán, patudo, patatúnico.

Yo soy, yo soy el Individuo
y el dólar me dio la razón:
arreglín, qué más, arreglón,
individuo color residuo.

Las cosas pasan porque pasan
y pasa este mundo al revés,
cuando escribo pienso en inglés,
todas mis gringas se me casan.

Antiparriendo, remolineando,
que Kafka sí, que Kafka no,
buena cosa, roba-robando,
se va Cervantes y entro Yo.

Y que me acusen al Che Guevara
que escribo versos de salón:
nadie me dice maricón;
qué tanto Che, prefiero mi cara.

Si pudiera poder y pudiera
Cuba sí con yanquis también
pero lo cierto es que no hay quién
aunque diera la vuelta entera.

Ahora mismo no sé qué hacer
con tanta pinta pero me agacho:
aprende a morir como macho
me dijo un día mi mujer.

Que estoy afónico, que Neruda:
que de una vez termine la farra:
que quién me pasó la guitarra:
que Dios le ayuda al que la suda.

Que no haga el loco ni la loca,
que uno más no es ningún portento,
que a partir de cierto momento,
que el peje muere por la boca.

Y qué tanta bulla de inglés
si aquí termina el zafarrancho,
y la chancha le dijo al chancho
antiacabemos de una vez.

Por último déjenme suelto,
total ni Whitman ni Picasso
y al mismo Dante por si acaso
¡juntos sí pero no revueltos!

Digan que sí, digan que no,
digan que soy un comemierda:
que aquí se me acaba la cuerda:
que si Cervantes, que si Yo.

Pero lo cierto es que no hay quién,
no hay quién, no hay quién, no hay quién, no hay quién,
no hay en ninguna parte quién,
absolutamente no hay quién.

Rima pobre, métete el miedo:
rima rica con disimulo:
¡gracias y desgracias del culo
como ya lo dijo Quevedo!





en Tebaida, Nº 1, julio-diciembre 1968
(De Descontextos)














martes, 5 de septiembre de 2017

John Ashbery (EEUU, 1927 - 2017)


POEMA
 
El sol viaja todo el día,
luego se oculta.
Vamos a usar tus zapatos,
pues ya casi son viejos.
Desde su regazo inescrutable,
un pollo con una pata de madera da su cara al mundo.
Toda esta gente corre en círculos.
Me pregunto qué hacen en tiempo real.
 
Traducción: R. Círigo
 

EL QUE AMA Y HUYE
 
La mala noticia es que el barco aún no llega;
la buena noticia es que aún no zarpa.
Lo siguen cargando nativos con sombreros cónicos
sobre sus cabezas. Aquí vienen los transistores,
plátanos, durián (fruta que, se dice, tiene olor nocivo),
mamilas, fotocopiadoras y recuerditos,
¡unos tan gloriosos! Nada útil, excepto llaveros,
relicarios que necesitan adornarse, una pelota para meterle vida.
Sin embargo, es difícil no imaginarse la pérdida.
Pienso, aunque no puedo estar seguro,
que todo esto se está sumando a mi cuenta.
¡Ay de nosotros! Nunca vamos a pagar,
aun así, ni en un millón de años.
Todo es promesa.
Demasiado tarde, actuamos fuera de las rimas necesarias,
tipos honestos, temerosos de Dios, que exhiben el trasero,
ansiosos por aceptar la mano que el destino les deparó
y jugar con ella. Ahora, la tristeza café es la librea
correcta para cuando salimos. Es importante
encontrar una copia de la reproducción y enviársela
o revendérsela, “y con leche”.2
Eso era lo más agradable que tenían, feliz cumpleaños.
¿Por eso recibiste un mandato?
Porque me gusta más aquí, cerca del centro.
Te sientas en el sofá.
Toma un vaso de algo.
Vas a oír una ciudad.
 
Traducción: R. Círigo
 
 
VERANO
 
 Ahí está ese sonido como viento
Olvidado en las ramas que significan algo
Nadie puede traducir. Y ahí está el aleccionador “más tarde”
Cuando tú consideras lo que una cosa significaba, y lo anotas
Por lo pronto la sombra es abundante
Y difícilmente vista, dividida entre las ramas de un árbol,
Los árboles del bosque, justo como la vida es dividida
Entre tú y yo, y entre todos los demás
Y lo hallándose en etapas siguientes
El periodo de reflexión. Y de repente, estar muriendo
No es ligero o conocido o poca cosa
Solo usado, el calor inaguantable
Y también las pequeñas construcciones tontas sobrecargan
A las fantasías que hicimos: verano, el ovillo de agujas de pino
Los destinos inciertos dados a nuestros actos con sonrisas  simbólicas
Llevando a cabo sus instrucciones muy exactamente
-Muy tarde para cancelarlas ahora- , y el invierno, el trinar
De las estrellas frías en el cristal, que describe con amplios gestos
Este estado que no es tan grande después de todo
El verano implica descender como una escalera empinada
Hacia una estrecha cornisa encima del agua. ¿Esto es todo, entonces
Este consuelo metálico, estos tabúes razonables,
O lo que quieres decir cuando lo dejaste? Y el rostro
Se asemeja al tuyo reflejado en el agua
 
Traducción: S. Camacho
 
 
EL FUTURO DEL BAILE
 
¿A quién nos dirigimos?
Según quienes sean, los niños
trabajan en los campos. Las vacaciones
están a la vuelta de la esquina
y ellos esperan que la vida siga igual
muchas mañanas seguidas. Date prisa, máquina de coser,
y logra sin tardanza lo que se espera de ti.
Los peces saltan parcialmente fuera del agua. Y el aire es nuevo.
Antes, ilustres forasteros nos abordaron
(según quienes sean) y nos invitaron a sentarnos
para escucharles como se escucha un cuento. Y en el cielo,
fuentes caídas nos regaban los pies
mientras su historia farragosa lubricaba los aires
y las parras que en ellos se removían.
Nadie espera que la vida sea una sola aventura,
y sin embargo, a la inversa, nos sorprendemos cuando se vuelve decepcionante,
como suele pasar con las historias cuando el contar va más rápido
que la situación. Date prisa y duerme,
es lo que sugiero. Y si resulta solitario,
la canción no se habrá marchado para nada.
Bosquecillos pintados hacen más por la destreza
que minaretes y azoteas. Las bicicletas reviven los paisajes
a los que ponen banda sonora. Mejor un acordeón
silencioso que un coro de arpas, ya sea en un sentido
u otro, gotas de cristal sollozante
que se quedan colgadas tan pronto la noche urde su clima.
Las escenas más anodinas eran siempre las más lejanas,
pero estas hojas que se fruncían en nuestras manos,
higo y ortiga, sobreviven en un surco del tiempo
que los relojes no pueden deshacer, ni la fortuna saquear.
 
Traducción: Jordi Doce

lunes, 4 de septiembre de 2017

John Ashbery (EEUU, 1927 - 2017)


Un tren saliendo del mar"

© Traducción de Juan Carlos Villavicencio


(1927-2017)



Está escrito en el Libro de los Minutos Utilizables
que todas las cosas tienen su centro en su propia muerte,
que cada una es discreta y diáfana y
ha orientado su proa muy lejos de la arena por el próximo trillón de años

después de que podamos ser amigos,
reconociendo en cada uno los precedentes que nos vuelven seres sociales
            de verdad.
¿Oyes el viento? No está muriendo.
Está cantando, tejiendo una canción sobre el presidente
            que elogia la confianza,

el pasado en cada uno de nosotros, hasta que tanta memoria
            se convierte en institución,
a través de su peso absoluto, su persistencia, no,
no la persistencia: eso lo hace parecer un deliberado acto
de perdurar, demasiado deliberado para hacer parecer este ingenuo ser

como una era que se niega a llegar a fin o a nacer de nuevo.
Necesitamos más noche para el cielo, más azul para la luz del día
que inunda nuestros comentarios antes de que podamos hacerlos
llevándose cada vez un poco de nosotros

para ser depositado en otra parte
en lugar de nuestra complicidad
con el corazón que este año trajo un florecimiento excesivo
de puestas de sol enormes y grandes brisas

que te hicieron sentir demasiado simple
como una isla apenas alejada de la orilla, una de tantas, que nadie
nota, aunque tenga cierto uso, aunque sea abstracta y
construida para evitar que seas remolcado hasta la orilla.






Julio 1967













Train Rising Out of the Sea

It is written in the Book of Usable Minutes / that all things have their center in their dying, / that each is discrete and diaphanous and / has pointed its prow away from the sand for the next trillion years // after that we may be friends, / recognizing in each other the precedents that make us truly social. / Do you hear the wind? It’s not dying. / It’s singing, weaving a song about the president saluting the trust, // the past in each of us, until so much memory becomes an institution, / through sheer weight, the persistence of it, no, / not the persistence: that makes it seem a deliberate act / of duration, much too deliberate for this ingenuous being // like an era that refuses to come to an end or be born again. / We need more night for the sky, more blue for the daylight / that inundates our remarks before we can make them / taking away a little bit of us each time // to be deposited elsewhere / in the place of our involvement / with the core that brought excessive flowering this year / of enormous sunsets and big breezes // that left you feeling too simple / like an island just off the shore, one of many, that no one / notices, though it has a certain function, though an abstract one / built to prevent you from being towed to shore.



(De Descontextos)






domingo, 3 de septiembre de 2017

John Ashbery (1927-2017)



ALGUNOS ÁRBOLES


Éstos son sorprendentes: cada uno
apareado a un vecino, como si el discurso
fuera una inmóvil representación.
Poniéndonos de acuerdo, por azar,

en encontrarnos hoy por la mañana, tan distantes
del mundo como en concordancia
con él, vos y yo
somos de repente lo que tratan los árboles
de decirnos que somos:
que su simple presencia
tiene un significado: que muy pronto
podremos tocar, amar, explicar.
Y dichosos de no haber inventado
semejante hermosura, vemos que nos rodean:
un silencio poblado ya de ruidos,
un lienzo del que emergen
un coro de sonrisas, una invernal mañana.
Bajo una luz desconcertante, en movimiento
nuestros días se visten de reticencia tal
que estos acentos parecieran defensa de sí mismos.



(Trad. Ezequiel Zaidenwerg)