sábado, 15 de febrero de 2014

Rodolfo E. Fogwill (Buenos Aires, 1941 - 2009)



Se puede imaginar un cubo
de cristal transparente con seis caras
limpias de imágenes o huellas
que las distingan.

Uno imagina el dado puro, el puro desafío al azar sin números
lo lanza a algún espacio imaginado, vacío de todo
y, mentalmente lo mira girar.

Y uno,
también vacío de todo
cargado con la pura determinación del azar de un pensamiento inútil
lo ve girar, girar, girar,
y en el contempla un cubo-todo vacío pero cargado del movimiento de un pensamiento
que lo libra del ser
hasta que el dado deteniéndose
refleja en cada cara
su propia imagen: la señal
de que ha vuelto otra vez a perder.

Los árboles, los árboles
saben esto y nuestros cuerpos lo saben ciegamente
como solo se sabe el deber.

Yo sé que toda incertidumbre se disuelve en el miedo
o en la soberbia del trabajo
pero saberlo no me hace mejor ni peor
solo me hace: me vuelve
a lo que somos.

Fogwill



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