Hoy en la cama después de despertarme leí
que para seguirle el tren al calentamiento global
tendríamos que trasladarnos diez metros al norte
por día. Y esa tarde en el bosque de cedros
colorados Sachia dijo que en diez años no iban
a crecer más ahí. Los bosques están de pie,
caminan, mueren, sobreviven. La lechuza
de la sabiduría sufre tan a menudo los flagelos
de sus depredadores que hasta las aves de rapiña piensan
que está gagá. Las criaturas se entregan al banquete de las manos,
manos para el banquete que nos devora. El depredador
que tengo de mascota me llama y yo saco las hamburguesas
de pollo del freezer para ese cuerpo familiar
en su pelaje que después voy a barrer y recoger
para tener a raya la marea de nuestra dispersión
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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