viernes, 12 de mayo de 2017

Julio Leite


MI CRISTO ONA


Ahí va
mi indio roto,
mi ona destrozado,
camina sin orejas,
algún latifundista
se las ha cortado.
Arrastra sobre el lomo
una cruz impuesta,
cuánto, cuánto le pesa,
igual repecha la cuesta.
Fue acusado por los blancos
de no respetar
ovejas ni alambrados.
Ahí va mi ona,
mi hermano ensangrentado,
un altar de olvido
ya le tienen preparado.
Un misionero grita:
Cristianización!
Y qué mejor ejemplo
que otra crucifixión?
Ya está clavado en la cruz,
espinas de calafate
coronan su frente cobre,
salta la sangre,
ésta bebe la luz,
todos aplauden,
y mi hermano, pobre,
no entiende
por qué lo lastiman
por qué lo han inmolado,
y murmura en su lengua:
perdónalos padre viento
tú que alejas la tormenta,
perdónalos tú que cantas
al pasar entre las lengas,
perdónalos padre viento,
perdónalos tú,
yo no puedo, lo siento.



CRUDA POESÍA FUEGUINA, 1986.

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