lunes, 24 de octubre de 2016

Abel Ochoa (Ecuador)


OH, TOMÁS DE AQUINO
Tú, que refaccionaste la metafísica,
revélanos con tu sapiencia iluminada
cómo prevalecer desde la paja.
¡Rigans montes de superioribus suis, de fructu
operum suorem satiabitur terra,
in eo verissime impleretur!
Alcanzar la veneración perpetua
es lo que aspiramos los hombres sencillos
como los timadores de oficina,
los cuenteros de pueblo,
muchos mendigos parapléjicos,
leguleyos ávidos de empleo,
aquellos verborreicos en el desempleo:
los mentirosos compulsivos
que esperan con su mano extendida
la hora final para que los animales
rumien en sosiego su paja.
El fray Reginaldo de Piperno
terminó la Suma Teológica
luego de que dijiste: “Ya no puedo más,
porque todo lo que he escrito
me parece paja”, enséñanos a convertir
el más insignificante filamento
en una hebra de oro perpetua,
algo así como convertir una mentira
en un poema.



POR UN MOMENTO PENSÉ EN SALVARME
Con mi propio orine
me mojo los labios
para evitar la deshidratación
cada día de espera
desde los escombros
de esta ciudad intacta.
Espero el rescate
junto a otros oficinistas
enterrados hace décadas
pero los perros huelen
y se mean encima,
como hacen cuando el orine
es de otros perros.
La esperanza resultó ser
solo eso:
escuchar rasgueos,
y morir como un perro.



IR A MORIR EN UN LAGO
Dejarte hundir
con tus antepasados;
como el elefante
que entró a remojar
en agua y lodo
sus dientes cariados
para aliviarlo.
Mi mensualidad también
apacigua
 el trabajo
que (no es marfil
pero) se apaga.


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