Oración antes de nacer
No he nacido aún; oh, escúchame.
No dejes que el vampiro o la rata o la comadreja o el
ogro deforme se acerquen a mí.
No he nacido aún; consuélame.
Temo que el género humano con altos muros me emparede,
con fuertes drogas me confunda, con hábiles mentiras me
seduzca,
en potros de tortura me atormente, en baños de sangre me
revuelque.
No he nacido aún; procúrame
agua que me acaricie, pasto que crezca para mí, árboles que me
hablen,
pájaros, un cielo que me cante, y una luz blanca
en el fondo de mi alma, que me guíe.
No he nacido aún; perdóname
por los pecados que el mundo cometa en mí, por mis palabras
cuando hablen por mí, mis pensamientos cuando piensen por
mí,
por mi traición generada por traidores fuera de mi control,
por mi vida cuando asesinen con mis manos,
por mi muerte cuando vivan por mí.
No he nacido aún; ensáyame
en los papeles que interpretar y apuntes que seguir
cuando los viejos me sermoneen, los burócratas me intimiden,
las montañas me desprecien, los amantes se rían de mí,
las olas blancas me inciten a la locura y el desierto
me llame a la perdición y el mendigo rechace mi
limosna
y mis hijos me maldigan.
No he nacido aún; oh, escúchame,
no dejes que el bruto o el hombre que cree ser Dios
se acerquen a mí.
No he nacido aún; oh, lléname
de fuerza contra aquellos que quieran congelar mi humanidad,
obligarme a ser un autómata mortífero, transformarme en un
diente
de engranaje, una cosa con un rostro, una cosa,
y contra todos aquellos que pretendan disolver mi
integridad,
aventarme como a una flor de cardo aquí y allá o
derramarme
aquí y allá, como agua entre las manos.
No los dejes convertirme en una piedra y no dejes que me
derramen.
De lo contrario, mátame.
(Versión Gerardo Gambolini)
(Tomado de Caína bella, blog de Jorge Rivelli)