El poema que tomó el lugar de una montaña
Allí estaba, palabra por palabra,
El poema que tomó el lugar de una montaña.
Él respiraba ese oxígeno,
Aún cuando el libro yaciera boca abajo sobre la mesa polvorienta.
Eso le recordaba cuánto había necesitado
Un lugar al que ir, siguiendo su propia dirección,
Cómo había recompuesto los pinos,
Desplazado las rocas y elegido su camino entre las nubes,
Para alcanzar la perspectiva correcta,
Aquella que lo hiciera sentirse completo, en una culminación inexplicable:
La roca exacta donde su inexactitud
Pudiera descubrir, al menos, el panorama hacia el cual se aproximaba,
Donde poder echarse y, contemplando el mar,
Reconocer su hogar, único y solitario.
Versión: Isaías Garde