RESURRECCIÓN
La poesía entra en el sueño
como un buzo en un lago.
La poesía, más valiente que nadie,
entra y cae
a plomo
en un lago infinito como Loch Ness
o turbio e infausto como el lago Balatón.
Contempladla desde el fondo:
un buzo
inocente
envuelto en las plumas
de la voluntad.
La poesía entra en el sueño
como un buzo muerto
en el ojo de Dios.
de LOS PERROS ROMÁNTICOS, 1993.
domingo, 22 de febrero de 2015
Un poema de Roque Dalton
CANTO A NUESTRA POSICION
"Nos preguntan los poetas de aterradores bigotes,
los académicos polvorientos, afines de las arañas,
los nuevos escritores asalariados,
que suspiran porque la metafísica de los caracoles
les cubra la impudicia:
¿Que hacéis vosotros de nuestra poesía azucarada y virgen?
¿Qué, del suspiro atroz y los cisnes purísimos?
¿Qué, de la rosa solitaria, del abstracto viento?
¿En que grupo os clasificaremos?
¿En que lugar os encasillaremos?
Y no decimos nada.
Y no decimos nada.
Y no decimos nada.
Porque aunque no digamos nada,
los poetas de hoy estamos en un lugar exacto:
estamos en el lugar en que se nos obliga
a establecer el grito"!!!
"Nos preguntan los poetas de aterradores bigotes,
los académicos polvorientos, afines de las arañas,
los nuevos escritores asalariados,
que suspiran porque la metafísica de los caracoles
les cubra la impudicia:
¿Que hacéis vosotros de nuestra poesía azucarada y virgen?
¿Qué, del suspiro atroz y los cisnes purísimos?
¿Qué, de la rosa solitaria, del abstracto viento?
¿En que grupo os clasificaremos?
¿En que lugar os encasillaremos?
Y no decimos nada.
Y no decimos nada.
Y no decimos nada.
Porque aunque no digamos nada,
los poetas de hoy estamos en un lugar exacto:
estamos en el lugar en que se nos obliga
a establecer el grito"!!!
martes, 17 de febrero de 2015
Juan Manuel Roca (Colombia, 1946)
Poema invadido por romanos -
Los romanos eran maliciosos.
Llenaron Europa de ruinas
confabulados con el tiempo.
Les interesaba el futuro,
las huellas más que las pisadas.
Los romanos, Casandra, eran mañosos.
No fraguaron el Acueducto de Segovia
como un ducto de agua y de luz.
Lo pensaron como vestigio,
como un absorto pasado.
Sembraron de edificios roñosos Europa,
de estatuas acéfalas
engullidas por la gloria de Roma.
No hicieron el Coliseo
para que los tigres devoraran
a su antojo a los cristianos,
tan poco apetecibles,
ni para ver ensartadas
como entremeses del infierno
a las huestes de Espartaco.
Pensaron su ruina, una ruina proporcional
a la sombra mordida del sol que agoniza.
Mi amigo Dino Campana
pudo haber saltado a la yugular
de uno de sus dioses de mármol.
Los romanos dan mucho en qué pensar.
Por ejemplo,
en un caballo de bronce
de la Piazza Bianca.
al momento de restaurarlo,
al asomarse a su boca abierta,
encontraron en el vientre
esqueletos de palomas.
Como tu amor,
que se vuelve ruina
mientras más lo construyo.
El tiempo es romano.
domingo, 15 de febrero de 2015
Philip Larkin (Reino Unido, 1922 - 1985)
IGNORANCIA
Qué raro no saber nada, nunca estar seguro
de qué es cierto o acertado o real,
y verse obligado a puntualizar “O eso creo”,
o “Bueno, eso parece:
seguro que alguien lo sabe”.
Qué raro ignorar cómo van las cosas:
su talento para encontrar lo que necesitan,
su sentido de la forma, su puntual diseminación
de la semilla, y su voluntad para cambiar;
sí, es raro,
incluso vestir ese conocimiento —pues nuestra carne
nos rodea con sus decisiones—
y sin embargo pasar toda la vida en imprecisiones,
pues cuando empezamos a morir
no tenemos ni idea de por qué.
su talento para encontrar lo que necesitan,
su sentido de la forma, su puntual diseminación
de la semilla, y su voluntad para cambiar;
sí, es raro,
incluso vestir ese conocimiento —pues nuestra carne
nos rodea con sus decisiones—
y sin embargo pasar toda la vida en imprecisiones,
pues cuando empezamos a morir
no tenemos ni idea de por qué.
sábado, 14 de febrero de 2015
Poema de César Vallejo
ÁGAPE
Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.
Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.
No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!
En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada.
Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.
He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!
Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.
Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!
César Vallejo
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!
En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada.
Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.
He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!
Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.
Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!
César Vallejo
martes, 10 de febrero de 2015
Enrique Gómez-Correa, poeta chileno
En las ciudades vomitadas
La
insignificante tomaba el pulso al hombre
Olvidando las leyes negras de la tortura
En ese tiempo subía a sus labios
El insulto o la soledad
Para saberse dueño del mundo
En lo profundo de las cosas.
Tenía la frente amplia de los malditos
De los condenados a morir
Consumidos por la ira
¿Se bajaba por esto al líquido negro de los perversos?
¿O era el amor o el odio o la sangría de sus ojos
El aire familiar de toda una generación
De dientes hermosos?
Yo no sé
Cómo sentía en el sueño crecerme las uñas
Cómo la sal que nos golpea el corazón
Y nos arrastra a la más encantadora de las visiones
Dejaría al descubierto un cráneo
Picado por esas pestes arrasadoras del placer
Por sus labios abiertos en plena luz.
Ésta es mi última palabra hijas del placer
Amigas del futuro
Propagadme el rencor
A todos los vientos.
Olvidando las leyes negras de la tortura
En ese tiempo subía a sus labios
El insulto o la soledad
Para saberse dueño del mundo
En lo profundo de las cosas.
Tenía la frente amplia de los malditos
De los condenados a morir
Consumidos por la ira
¿Se bajaba por esto al líquido negro de los perversos?
¿O era el amor o el odio o la sangría de sus ojos
El aire familiar de toda una generación
De dientes hermosos?
Yo no sé
Cómo sentía en el sueño crecerme las uñas
Cómo la sal que nos golpea el corazón
Y nos arrastra a la más encantadora de las visiones
Dejaría al descubierto un cráneo
Picado por esas pestes arrasadoras del placer
Por sus labios abiertos en plena luz.
Ésta es mi última palabra hijas del placer
Amigas del futuro
Propagadme el rencor
A todos los vientos.
en Cataclismo en los ojos, 1936
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