Usos y destinos
Repetir ó rehusar -incluso
rechazar- son formas
de hacer uso de nuestros
recursos expresivos.
Hay usos y destinos, hay
abusos que nos parecen naturales
a fuerza de costumbre.
Usamos la costumbre, preferimos las
comodidades del hábito, las
seguridades que ofrece la repetición,
en desmedro de otros usos.
Hay usos y abusos, hábitos
y vicios.
Se repite: lo inusual,
apartarse de los usos indicados, importa un
riesgo. El que no arriesga
no gana. Hay ganadores y perdedores,
estos últimos son mayoría:
ganar no es popular, la mayoría nunca
gana; los que ganan son
siempre los mismos, una constante que se
repite -casi todos los
hechos conocidos son repeticiones-
Se reconoce: los que ganan
son reconocidos.
Para ganar, hay que tener
capacidad, voluntad y metas:
Ganar, es una buena meta.
Hay quienes llegan,
aún partiendo de
condiciones desfavorables:
“Con esfuerzo,
voluntad y sacrificio he
logrado superar un destino miserable”
Una meta: ir a lo seguro,
lo probado -aprobar no es preciso-
Fijarse metas pequeñas,
accesibles, alcanzables:
“Hoy no haré nada de lo
que pueda arrepentirme: no haré nada,
y mañana repetiré la misma
fórmula”
El cumplimiento y la
realización de las metas fijadas, otorga
confianza en el futuro y en
uno mismo.
La meta de la repetición
provee seguridad y aumenta la autoestima:
“Sé lo que hago, sólo
hago lo que sé” parece ser el punto de partida
para una repetición exitosa: la base para obtener seguridad en la
propia capacidad de acción y enfrentar la dura realidad -un mundo
sin lugar para los débiles-
Aquellos que desprecian la
debilidad, no pueden tener metas, ni
aspiraciones ni ambiciones, que
pertenecen al género femenino,
un género débil.
Por el contrario, suelen
tener objetivos, sueños y deseos. Se dice
que quien no tiene metas, no
cultiva aspiraciones, sólo puede
desarrollar vicios (aunque
el desarrollo de un vicio puede ser
una meta, el vicio nunca
deja de pertenecer al género masculino,
género fuerte, aunque para
algunos pueda constituir un signo de
debilidad).