miércoles, 30 de abril de 2014

Un poema de Juan Gustavo Cobo Borda

POETICA



¿Cómo escribir ahora poesía,
por qué no callarnos definitivamente
y dedicarnos a cosas mucho más útiles?
¿Para qué aumentar las dudas,
revivir antiguos conflictos,
imprevistas ternuras;
ese poco de ruido
añadido a un mundo
que lo sobrepasa y anula?
¿Se aclara algo con semejante ovillo?
Nadie la necesita.
Residuo de viejas glorias,
¿a quién acompaña, qué heridas cura?

viernes, 11 de abril de 2014

Un texto de Estanislao Del Signo

 

Usos y destinos


Repetir ó rehusar -incluso rechazar- son formas
de hacer uso de nuestros recursos expresivos.
Hay usos y destinos, hay abusos que nos parecen naturales
a fuerza de costumbre. Usamos la costumbre, preferimos las
comodidades del hábito, las seguridades que ofrece la repetición,
en desmedro de otros usos.
Hay usos y abusos, hábitos y vicios.
Se repite: lo inusual, apartarse de los usos indicados, importa un
riesgo. El que no arriesga no gana. Hay ganadores y perdedores,
estos últimos son mayoría: ganar no es popular, la mayoría nunca
gana; los que ganan son siempre los mismos, una constante que se
repite -casi todos los hechos conocidos son repeticiones-
Se reconoce: los que ganan son reconocidos.
Para ganar, hay que tener capacidad, voluntad y metas:
Ganar, es una buena meta.

Hay quienes llegan,
aún partiendo de condiciones desfavorables:

“Con esfuerzo,
voluntad y sacrificio he logrado superar un destino miserable”

Una meta: ir a lo seguro, lo probado -aprobar no es preciso-
Fijarse metas pequeñas, accesibles, alcanzables:

“Hoy no haré nada de lo que pueda arrepentirme: no haré nada,
y mañana repetiré la misma fórmula”

El cumplimiento y la realización de las metas fijadas, otorga
confianza en el futuro y en uno mismo.
La meta de la repetición provee seguridad y aumenta la autoestima:

“Sé lo que hago, sólo hago lo que sé” parece ser el punto de partida
para una repetición exitosa:  la base para obtener seguridad en la
propia capacidad de acción y enfrentar la dura realidad   -un mundo
sin lugar para los débiles-

Aquellos que desprecian la debilidad, no pueden tener metas, ni
aspiraciones ni ambiciones, que pertenecen al género femenino,
un género débil.

Por el contrario, suelen tener objetivos, sueños y deseos. Se dice
que quien no tiene metas, no cultiva aspiraciones, sólo puede
desarrollar vicios (aunque el desarrollo de un vicio puede ser
una meta, el vicio nunca deja de pertenecer al género masculino,
género fuerte, aunque para algunos pueda constituir un signo de
debilidad).

jueves, 10 de abril de 2014

Un poema de René Char


¿Cómo vivir sin algo desconocido ante nosotros?
Los hombres de hoy quieren un poema a imagen de su vida, hecha con tan pocas atenciones, con tan escaso espacio, y abrasada por la intolerancia.
Porque ya no les está permitido actuar de modo supremo, en esa fatal preocupación por destruirse por medio de sus semejantes, porque su inerte riqueza los frena y los encadena, los hombres de hoy, debilitado el instinto, pierden, aunque se conserven vivos, hasta el polvo de sus nombres.
Nacido de la llamada del devenir y de la angustia de la retención, el poema, elevándose desde su pozo de barro y estrellas, dará testimonio casi en silencio de que no había nada en él que no existiera verdaderamente en otra parte, en ese rebelde y solitario mundo de las contradicciones.

René Char