Mas vale ser abyecto sin esfuerzo que
“noble” por imitación ó
persuasión. Siendo preferible un
vicio innato a una virtud
adquirida, se siente uno necesariamente
incómodo ante aquellos
que no se aceptan, ante el monje, el
profeta, el filántropo, el
avaro que se somete al gasto, el
ambicioso a la resignación, el
arrogante a la prevención, ante todos
los que se vigilan, sin
exceptuar al sensato, el hombre que se
controla y se constriñe,
aquel que no es nunca él mismo.
La virtud adquirida
forma un cuerpo extraño, no la amamos ni
en nosotros ni en
los demás: es una victoria sobre uno mismo
que nos persigue,
un éxito que nos agobia y nos hace sufrir aún
cuando nos sintamos
orgullosos de él.
Que cada quien se
contente con lo que es: ¿No es acaso tener
predilección por
la tortura y la desgracia querer ser mejor a
toda costa?
E.M. Cioran