3 poemas de QUISE SALVAR A LOS CIERVOS
ANOMALÍAS
I
De mil madres y padres heredé el rojo de las arterias,
el ímpetu de sus genes, la movilidad de mis costillas
y el aire que percute en mis pensamientos.
II
El mar me dio la acumulación de muertos en su vientre,
cobalto y azul masivo, con el impulso de caer en lo abisal.
Rehusé a comer pescado o cadáveres.
III
El día que huyó el afecto de las tierras altas
murieron poblaciones marinas en el extremo de la península.
Rehusé a comer pescado o cadáveres.
Aprendí a repensar el mundo.
Renuncié al amparo de un dios armado con divisas.
Cuando vivir no es un arte,
se muere en la barbarie.
INTRAHISTORIA
Se duelen en silencio las raíces enfermas del olivo.
Nos hacemos viejos, can.
También mueren los pájaros
y yo agradezco este día tan radiante.
Con cuánta rabia y frecuencia las raíces
se apoderaron del muro de mi casa.
La aguja de la canastilla ha desvelado la mentira.
El viento trae consigo otra dirección.
La memoria supo envenenarnos con su óxido.
Nunca fue inocente la maldad y ha llegado la hora
de enterrar las cenizas de los padres.
Las vigas de la casa me susurran:
seguir caminando no es un dislate.
En el instante del abismo y de recoger las teas,
llega travieso el tiempo con sus hebras horarias,
en los días por venir con sus semillas y su polen.
MATERIA HUMANA
Camino en un mundo difuso que me borra.
Mi identidad es un aspa metálica dentro del pecho.
Vivo sin aire. No hay lugares para mí.
Me invade la extrañeza de ser yo.
No sé qué muerta camina con mis pies.
Me legaste un reino, padre,
me diste un trono trashumante.
Recuerdo que fui bella como el viento.
También odié, padre. Odié tanto la torpeza
que me empujó a buscar
la palabra precisa que redime.
La vida me sucede, aunque me empeñe
tantas veces en cambiarla.
Vivo prendida a las paredes de un poema sordo,
en un viaje al vientre de un sueño
imposible de descifrar.
Que el mundo es una selva,
lo aprendí
demasiado pronto.
Teresa Ramos. Quise salvar a los ciervos. Ed. 4 de agosto, 2024
(Fuente: Voces del extremo)
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