martes, 21 de mayo de 2024

Víctor Velázquez (Cuba)

  

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El Estigia:

 

I
Tinto de un azul ladrón, con sus peces de fuego, sus brillitos y su bajar con el nombre de Galilea en los labios la pendiente del Calvario, el río es la inevitable consecuencia de la noche.
 
Corre el río nadando entre sí mismo, adornado de bellos poetas (ahogados aún tibios que acudieron silvando a precipitarse) para sortear luego la sordomuda ciudad de los obreros.
 
Ay, si el río no fuera la muñeca cortada de la noche, su vena abierta, su negro muñón guindado en la cerca.
 
 
II
Poco antes de la aurora, el río se desploma sobre los prados, los flamencos paisajes con molino, ovejas dormidas y pastoriles ruinas incendiadas.
 
La noche, que al fin alcanza esos dorados de píldora azul, se ha acurrucado entre racimos de araucarias, ha soplado un puñadito de marcianas estrellas y dispuesto el rocío como un mantel en los ojos de los ángeles.
 
¡Cuando pienso en todas esas pequeñas ciudades en que se reparte el mundo, villorrios donde la plebe se sienta entre nubes de fentanilo a despachar las horas de la gran noche única, que navega por la historia del modo en que una carcajada azota los despreciables abolengos!
 
 
III
¿Es ésta la hora?
Baja a los medallones un ciervo o una fértil negrura, a quién le importa, un objeto alado que nos importune con su querella de cíclope.
 
A quién le importa, digo, si se sabe que las huestes del día esperan por nuestra cabeza servida en una fuente de plata. Las improbables formas del día esplenden amarillas sobre los frutos llenos que brotan de los árboles de almíbar, las guerritas que esperan al campesino, al soldado, al normal hijo del hombre.
Nadie creería, ciego amor, en qué flor de carne y eneldo nos volvimos, se dicen los amantes, olvidando o queriendo olvidar que la poesía que ha encarnado en sus cuerpos no durará. Todo viaje es sólo de ida.
 
Y mientras, del otro lado del alba (el Estigia del tiempo), el Sol es un rey bueno que barre las calles que rigió la oscuridad. Las calles son deliciosos ríos donde ahogarse. La noche duerme deshecha entre las sombras, pero en el cielo está un torcido perfil de luna, recordando siempre.

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