4 poemas de TABAQUERÍA
Soñar con el tiempo infinito,
la noche inmensa, la eternidad, la nada,
y con tus cabellos
frágiles como la avena,
y concebir el vacío de cuanto existe,
porque hay vacío en la palabra
y hay vacío también en lo hallado,
¿qué quedará de nosotros?,
¿qué será de las fotografías?,
y por todo gesto filosófico comer una pera,
y caminar por el desierto
perseguido por los gringos,
tequila, manito,
pensar que en el corazón anida
una verdad con apariencia de falacia,
aprender esa lección,
y unir con un lápiz las estrellas,
y no amar más a quien amo,
y no amar,
y no amar,
y no amar.
*
Pienso en tu sexo
como origen del mundo,
y en tu melancolía bajo los tilos blancos,
y quiero ver montañas,
montañas de sal, montañas hechas de luz
con femenina nieve,
como quien inventa un paisaje,
o como quien ha dejado atrás Lisboa
y viaja de noche por la carretera de Sintra,
y no sabe lo que busca…
Pero pienso en tu sexo,
surco dulcísimo,
senda de mariposas
por donde yo me perdería,
y vendría con los bisontes
y con la tabla de multiplicar,
y haría un círculo alrededor de tu huella,
y encendería el fuego,
y esperaría durante tres mil años
tu belleza ambarina.
*
En casa de Antonio Orihuela,
con Mar y la pequeña Ángela,
bajo las mismas estrellas que contemplara
Tutankamon en su reino de Egipto,
yo imaginaba el paraíso,
yo quería un caballo verde para la poesía,
y era el aire como el aire de las grandes praderas,
y era la luna como una hostia inmensa,
y era el humo como una red blanca…
Y hubo mil palabras en la noche,
y hubo fronteras en el futuro,
con viajes por el océano hacia Nepal o el Mato Grosso,
y parecían estar muy cerca
los lemures del Índico
y las nieves perpetuas del Himalaya,
y sonaba la música de Joy Division,
y pensábamos en el amor,
y nos íbamos quedando callados
junto al cedro que había plantado el antiguo dueño,
y era la noche como un pájaro azul,
y empezaba a hacer frío,
y erraba la piragua por el lago..
*
Diecisiete, irr,
cómo será la conquista del pan,
cómo la bohemia entre las fieras,
una ciudad que se disuelve
en una modulación de colores, un acróbata
esbozado entre dos marcas rojas,
para anotar con líneas un itinerario íntimo,
la inocencia sobre un fondo amarillo,
peces de plomo bajo el lienzo
en el insomnio sin luna de los rectángulos.
Todo al fin es improvisación,
la cacería con trazo nervioso,
la teología de la materia.
Con la arpillera que oculta un hueso de paloma
y pensando en el viaje de retorno,
sin esquemas y sin dinero.
Juan Manuel Barrado. Tabaquería. ERE, 2024
Oleo de Francisco Naranjo
(Fuente: Voces del extremo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario