ENEMIGO PEQUEÑO
ENEMIGO PEQUEÑO
No suelen encontrarse frente a frente el erizo y el galgo,
pero es mejor así, porque entre ellos hay una antigua pendencia,
lentamente sus hocicos, se miran, se olisquean, se ofuscan y
terminan mostrándose los dientes: enormes y amarillos, los colmillos
del galgo; los del erizo chicos y afilados como púas de rosa...
Estáticos se quedan, tensos y amenazantes el uno frente al otro,
pareciera que aguarden esa milésima de segundo exacta en que el oponente
se distraiga...
Sí, la contienda parece desigual, pues el erizo abulta, más o menos,
lo que un simple bocado de su enemigo, pero por eso mismo es el que más
provoca, sólo quiere que el otro lance el primer ataque para plegarse en bola
de pinchos venenosos y ganar la batalla.
Yo, que he sido espectador de semejante escena cuando niño, os
puedo asegurar que el gañido de un galgo con el hocico hinchado y el rabo
entre las piernas se te clava en el alma.
Ilustración Freepik
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