lupercal
Mientras algo, eternamente, está obligándonos a recomenzar.
JORGE FRISANCHOpara Ángel Cerviño.
1.
Expira el salmón entre frutos Morandi
—un orujo fuera del lagar.
Su médula aún salpica de cloruros,
desescama donde caben, y no,
frases ahítas de piedad.
Si lo nombro poema, y así lo sustantivo:
piélago en el que la pura belleza ahoga sin un
cable que la ecualice con la tierra.
Se mofarán los sesos, se preferirá la historia
—muere en tu sashimi, Fukuyama.
Y la historia nos compete.
Es el legajo.
La involuntaria heredad
que nos compleja cívicos.
Es la rúbrica.
Solo el poema nos valida
en cordial anonimato.
Lo que es volver a la vocal, sin una firma,
tarjándola en los escolios de Provenza
para que la belleza no nos sea más supina.
2.
¿Oíste al bribonzuelo?
Volver solo así oso al salmón, río
abajo, como si el pez congelara
su freza ovando rosas
naturalezas muertas.
El bribón quiso el deleite
colmando tu faz. Y al verte
menguante te negó, luna.
Como el lente que capta en paralelo
los amagos en el objeto y el objeto
el amor vertido sobre el poema no es más tuyo.
Otro náufrago camina por la isla.
Y luego nada.
Pero algo nos obliga a recomenzar.
3.
Ríe la gran puta de celo en su vulgata.
Ella dice: el poema hojarasca, exiguo
dioscuro de belleza.
Virgen loca indolencia carcajada.
Tú gritabas de pavor sobre la montaña rusa
—tu risa histérica iba de antruejo a afuera.
Miré en su alma un vacío feroz sollozando larvas
—hasta la concha de virgencita procaz agusanaba.
Clamabas pájara por mí diciendo en qué órbita
—la hiel en su rostro sombra el poema.
Pero tú sube que abaja, ferial,
con rubor de patchouli la montaña.
Tu cara azucarando en algodones
—pero ella siempre es así.
Oscurece.
Y cuando ya nadie espera nada…
Nos obliga hasta arrodillar a la hermosura.
En qué órbita —insististe —como si la risa quieta…
4.
Ella droma mirias sin blasto ni destino.
Va sin flashes por tapas de revista.
Sin póliza de muerte en Hezbolá.
Entre cerros de Wimpys por el Kellogs.
Ni fatta ni endriago. Estérea en órfico
arrabio a contra voz.
—En qué órbita — insististe.
Sombra en la nada de la nuez.
Y más allá de la nuez.
Inadvertida.
Sonora lupercal música en turbión
de golpe a la escollera.
Ajenjo lampa de ágata el sollozo
con tal luz que fantasmea polvo.
Folga nómada en vuelo a ras
entre la gleba
y hemos oído tanto
que de tanto oír
es que ya no oímos
su voz ancestral
de virgen loca.
***
MAURIZIO MEDO
Maurizio Medo es un poeta y difusor cultural nacido en Lima, Perú, en 1965. Ha dirigido proyectos como el espacio de creación Transtierros a lo largo de una década, y el proyecto de divulgación crítica País Imaginario: Escrituras y transtextos, un estudio en tres volúmenes. Autor de, entre otros libros de poesía, Trance, Limbo para Sofía, Dilemas Médicos, Manicomio; Cuando el destino dejó de ser víspera (poesía reunida 2005-2015) y Las interferencias. Su obra aparece en algunas antologías como Pulir Huesos.23 poetas latinoamericanos, 1950-1965 de Eduardo Milán. Su obra, reunida en el volumen Cuando el destino dejó de ser una víspera. Poesía reunida, 2005-2015 (Liliputienses, 2015), Actualmente dirige El Laboratorio.
(Fuente: Zenda libros)
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