LA NATURALEZA DE LOS SUEÑOS
de mi madre; pero, luego, ella apartaba un poco,
volvía a hilar la miel, a bordar a bordar, y yo huía hacia la inmensa
pradera, verde y gris.
A lo lejos, pasaban las gacelas con sus caras de flor; parecían lirios
con pies, algodoneros con alas. Pero, yo sólo miraba a las piedras,
a los altos ídolos, que miraban a arriba, a un destino aciago.
Y, qué podía hacer; tenderme allí, que mi madre no viese, que me
pasara, otra vez, aquello horrible y raro.
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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