Elegía de los desconocidos
Elegía de los desconocidos
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Ya no nos conocemos, ya no nos entendemos,
¿qué pasa?
El viento del mar desesperado
agita pañuelos de musgo en las esquinas.
Me voy.
Pañuelo de llorar: mejor me voy.
Al atardecer los pájaros también se van,
viajan a las torres buscando picos tiernos.
A los reptiles, yo.
Al fondo del agua a vivir ardiendo.
Porque para esta sed el agua está vacía,
vacía está el agua para mi corazón sediento.
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De: «𝘓𝘰𝘴 𝘢𝘥𝘪𝘰𝘴𝘦𝘴» (1960)
(Fuente: Grover González Gallardo Poesía)
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