Mecánica Celeste
Oscar Jairo González Hernández. Editor. Mauricio Restrepo. Asistente Editorial. Juan Diego Cagnola Gómez. Revisión y edición.
ESCALERA PARA CIEGOS
Algo va en la mirada del poeta.
Por ese callejón donde el viejo Zaratustra
Vio a la humanidad como una horda antigua,
Desciende
Y se pierde.
No es la mitad del recorrido,
Mucho menos la conquista.
Pero no estaremos lejos
-¡Cómo estarlo ahora!-
Si conjeturamos la preeminencia
De travesaños en la vía.
O solo es preferible elegir para nuestro sendero
Lo más ágil.
Se acerca e intenta ir preciso,
De acuerdo a esta época adocenada, piensas.
Sin vacilar, peldaño a peldaño, seguro en plan de fuga,
Si no alcanzamos a levantar la barricada,
Sin en vez de ver, el poeta cae y yace.
Un solo paso bastaría.
PALABRA SIN SOSIEGO
Asignamos un lugar a la palabra.
Larga y corta,
Suave y áspera.
La vestimos como a la niña caprichosa,
La volvemos cromática.
Sin la menor modestia la sacamos a pasear al coliseo.
La nombramos Lou Salomé,
Anaís Nin, Aleksandra Mijáilovna Kollantai,
Casandra, Cleopatra, Marilyn…
O le cambiamos de sexo y no es el mismo.
Le decimos contrabajo y qué sucede.
Mesa para dos o tres que llegan de lejos
Y nos hablan de semas y sintagmas.
Palabra agua y viento pulverizado en azoteas.
¿Qué sitio ocupará en los campos asolados?
¿Dónde enterrar en forma contundente la palabra infamia?
AMOROSAS
Amaban los poetas a las tiernas muchachas.
A hurtadillas las conducían
a los jardines del ángelus.
Las cortejaban,
las recostaban contra la pared,
las poseían.
Amaban las muchachas a los doctos poetas.
Los besaban en la frente,
se acomodaban,
les daban el placer,
y se marchaban.
Todo eso surgió del pacto de la juglería.
Ellas, cualquiera sea la edad de la reminiscencia,
amarán pro siempre a los poetas.
Jardines del Palais-Roya, Paris, octubre de 2018
HABRÍA IDO
Habría ido a tomar el tren de la lluvia
Dispuesto a batir mis extremidades
De un lado a otro del cenit
Todo por una simple certeza
Por saber tus pasos lejos de la guerra.
Habría ido envuelto
En alfombras persas
En delgados tules ceñidos
A la piel de la geisha
Loca o arpía
Subsumido en mi viaje
Altanero
Habría ido a detenerme la muerte
Solo por oír el eco de tu sangre
A recoger manzanas de un jardín soñado
O a combatir al monstruo de las mil cabezas
Habría remontado el sitio del arca
Lugar conde caen los adioses
Donde aún aguarda la esperanza
UTOPÍA DE LA NUBE
La nube desciende
Al silencio de mi cuarto,
Palacio donde las palabras ruedan
Por una calle sin nombre.
La vasta noche se le entrega
Como a una dama carga de regalos.
Entonces encendemos la música
Y danzamos como viejos amantes.
Sospecho en la delicada letra
Millares de océanos,
Y yo,
Contenido en cada gota,
Soy ojo de átomo,
Fotón de mundos paralelos
En la carne del rayo.
Por el vidrio de la ventana
Asisto al concierto de la lluvia.
Estalla en mi cerebro y la acaricio pródiga.
Diseminada en las especies de la rama,
Ella me entrega la utopía de la nube.
Soy su conquista.
Despierto
Y sé que el universo está junto a nosotros.
Lluvia,
Viento,
Tempestad…
En la palma de la mano brilla la metáfora.
El poema irrumpe en festejo de lluvia.
El poema erige un reino de frescura
En esta añeja calle de palabras.
RECUERDA
Recuérdame tendido a los pies
De la estatua de mármol,
Probando el advenimiento
De las horas tranquilas.
Saltará la brizna entre las hojas del mortiño
Dibujado en la hierba, es decir,
Aletearán las angelitas trémulas
Al fin de la madrugada,
Fundidas al despertar de la comba.
El trompetista de Hamelin
Debutará en esta ciudad oculta,
Levantando el párpado sometido
Al reinado del ocaso.
Recuérdame diluido en las pompas
Un tres de julio del año de mi muerte.
No te aflijas: el maderamen
Será corteza del verano,
En tanto mi mano estuvo unida
Al pistón de la máquina.
Dejo para usufructo de las sombras
Un cofre de suspiros,
Un gesto de impotencia
Y tres palabras aseguradas en tu nombre.
Recuérdame taciturno
Bajo la muchedumbre,
Volviendo mi cabeza
En pos de amores y de vinos.
Poca cosa queda por decir:
Solo te dejo el recuerdo de un hombre
Que escaló las paredes de la aurora
Para alcanzar el estallido de la brisa.
LA GUERRA DE ARQUÍMEDES
Sea mi corazón punto equidistante
Entre el amor y el reproche.
Olvida los altercados del mes,
Las cuentas todavía sin pagar,
Las promesas incumplidas,
Los supuestos perjurios el jueves en la noche.
Ten presentes los capítulos dejados de leer,
Sobre todo la defensa de Arquímedes, el inventor,
Cuando aterrorizó al ejército romano.
Era él quien conducía los ataques de la muralla.
El pobre Marcelo no sabía de poleas.
Era él –Arquímedes- el único que merecía
Un sepulcro guardado por una esfera y un cilindro.
¡Eureka, mi amor, dame un beso y apaciguaré el mundo!
DESCONOCIDO
Solo una vez te vi en algún lugar sin importancia.
Eras apenas una sombra.
No recuerdo de ti sino la imagen borrosa
de alguein que anduvo por el mundo
sin decir adiós.
Por eso sé que existes.
Tal vez caminando bajo la lluvia
con cierta prevención de lince.
Quizás recordando un pasado borroso
como el mío.
Somos seres perdidos en la ausencia,
condenados a no estar
cuando emprendemos el viaje de los náufragos.
Aún estoy aquí.
Y aún te nombro.
Aunque nunca volveré a ver tu cuerpo ni tu sombra,
andarás por el mundo con tu destino a cuestas.
Viejo almirante de los mares,
sabrás defender tu navío de bucaneros
aferrados al mástil de la muerte.
TÉCNICA DE SEDUCCIÓN
No creo que tu rostro sea desagradable.
Me recuerda el epílogo de un viejo libro,
Un no sé qué intertextual, homodiegético,
Un poco menos que prosopopéyico,
Tus labiso, fúlgidos de simbolismo fonético,
Hoy conservan la simetría de los hipertonos.
Son metonímicos por el sema transferido,
Mi gata, mi heterodiegética
Cazadora de epanadiplosis:
Deseada y mil veces deseada.
Aparte de la motivación morfológica,
Veo en tus delicados labios signos fonoestéticos,
Contextualmente relacionados con unidades comprhensivas,
De conformidad con la gramática generativa-componencial,
Que es como decir la ciencia de mi lengua
Deslizándose por la llanura de tu paladar.
Me pides que te sea sincero, y lo soy…
Me resultan lexicológicamente interesantes
Los hormantes sintácticos derivados de tu corpiño,
Incontextualizados por tu indecisión.
¿Me creerías si te recordara cierto isomorfismo
Onomatopéyico en el vaivén de tus dudas?
Amor mío: ábrete como alborada en flor.
La poesía es nuestro lecho.
Escalera para ciegos. Bogotá. El Taller Blanco Ediciones. 2020. Págs. 18, 19, 20, 27, 30, 31-32, 39-40, 46, 60, 65-66.
(Fuente: La Mecánica Celeste)
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