miércoles, 18 de septiembre de 2024

Jorge M. Molinero (España, 1976)

 

DE EN UN PAÍS DE SED

 





PERO LA BELLEZA ES UN INVENTO DE LA ESPADA



Los muertos venían encapsulados en murallas

de escarcha. Aquella primavera desecó el Pacífico

y ninguna mueca recordaba el idioma de la ternura.


Cogimos lascas de hielo para brindar con Borgoña por un mundo

nuevo. ]

El frío a deshora mató cada árbol :dejó sal en los surcos de la tierra.

A falta de fruta desmembramos los cuerpos :ya no eran

desaparecidos]

:nos ofrecían su sabor el aroma a cada brindis por un futuro mejor

:olía a pescado rancio.

El dictados cruzó sus manos en la televisión. Él tenía

el Borgoña repleto de naranjas traídas de otros calendarios.


La mentira y la paparrucha deshicieron el hielo. Los huesos

de los desaparecidos calentaron los nuestros al convertirlos en

caldo.]


Nada por lo que brindar :el suelo estaba demasiado duro para

la orgía de la sepultura. Fueron devueltos al mar :les robamos

los nombres cuando su carne maceró nuestras copas de vino.

Supimos que la felicidad era imposible dentro de un vaso de cristal

:pronto te quedarás sin aire man :sabes del horror de la ceniza.

Eso me contaba Zurita en la rompiente de Sangrada Soledad que

nos esparcía de nuevo su juego de ceniza.


Era mentira me dijo

un día :los cuerpos yacentes

de Pompeya solo son moldes de yeso.


Y solo sacian su hambre con ceniza.




Jorge M. Molinero

Un país de sed


Editorial Páramo

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

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