DE EN UN PAÍS DE SED
PERO LA BELLEZA ES UN INVENTO DE LA ESPADA
Los muertos venían encapsulados en murallas
de escarcha. Aquella primavera desecó el Pacífico
y ninguna mueca recordaba el idioma de la ternura.
Cogimos lascas de hielo para brindar con Borgoña por un mundo
nuevo. ]
El frío a deshora mató cada árbol :dejó sal en los surcos de la tierra.
A falta de fruta desmembramos los cuerpos :ya no eran
desaparecidos]
:nos ofrecían su sabor el aroma a cada brindis por un futuro mejor
:olía a pescado rancio.
El dictados cruzó sus manos en la televisión. Él tenía
el Borgoña repleto de naranjas traídas de otros calendarios.
La mentira y la paparrucha deshicieron el hielo. Los huesos
de los desaparecidos calentaron los nuestros al convertirlos en
caldo.]
Nada por lo que brindar :el suelo estaba demasiado duro para
la orgía de la sepultura. Fueron devueltos al mar :les robamos
los nombres cuando su carne maceró nuestras copas de vino.
Supimos que la felicidad era imposible dentro de un vaso de cristal
:pronto te quedarás sin aire man :sabes del horror de la ceniza.
Eso me contaba Zurita en la rompiente de Sangrada Soledad que
nos esparcía de nuevo su juego de ceniza.
Era mentira me dijo
un día :los cuerpos yacentes
de Pompeya solo son moldes de yeso.
Y solo sacian su hambre con ceniza.
Jorge M. Molinero
Un país de sed
Editorial Páramo
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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