De "En el invierno de la provincia"
Pasa la tierra
Pasa la tierra de la noche,
casi como una ventana que no se abre
a la presencia de la lluvia.
Pasa la tierra con su vieja corteza
humedecida y sola, como la primera vez.
Su aliento no se detiene ante esta casa dormida.
Es un viento despeinando una cabellera negra.
Y no tiene ojos esta tierra que nunca termina.
Y no tiene descanso,
como los ríos que la hienden.
Pasan los que primero vivieron en ella
convertidos en bosques o en cerros,
y un día desaparecieron detrás de los planetas.
Pasan mis antepasados muertos hace años.
Son sus fantasmas que se mueven en un soplo.
Son los que siempre vagan entre el agua y el follaje.
No termina de crecer este cielo lleno de voces,
este cielo obscuro, endurecido de secretos
que deja su sueño blando entre nosotros
y me toca con una mano de agua.
Confundida de sonidos que no cesan,
oculta bajo un cielo espeso y en constante vigilia,
pasa la tierra de la noche
con sus sombras
y el misterioso olor de sus raíces.
Muelles
Reaparecen las despedidas.
Alguien dejó olvidadas las palabras de siempre
junto a la madera y los fierros.
Los muelles también quieren marchar
con sus gaviotas y sus grúas enormes.
Un humo negro hace más obscura el agua.
Cae un verano tibio sobre el último puerto.
Lejos, junto a los muelles rotos,
yacen oxidados esqueletos de barcos
sacudidos por un mar espeso.
El tiempo echa raíces en sus costados.
Las leyendas isleñas se repiten por las noches.
Resucitan iluminados bajo la tormenta
y como extraños espectros deformes
navegan de nuevo los canales.
Un pitazo hace volar más alto las gaviotas.
Esta mañana apenas existe.
Se aleja igual que palabras confusas.
Cuando atrás ya no queden contornos
y sólo podamos ver con el pensamiento,
la Cruz del Sur
señalará el camino del Estrecho.
Regreso
Un día regresaremos a la ciudad perdida
como las estaciones todos los años,
como una sombra más en las tardes,
preguntando por antepasados
o por el río en cuyas aguas se quebraba el cielo.
Será en invierno
para revivir mejor los grandes fríos,
para ver de nuevo
el humo negro de los barcos cortando el aire,
para escuchar en las noches
los pequeños ruidos de la nieve.
Nos sentaremos a la mesa como si tal cosa
a probar el pan de otros días.
Un pájaro que cruce por la ventana
nos hará pensar en el bosque de pinos
donde el viento se revolvía furioso.
También preguntaremos por antiguos amigos
pensando quizás en el rostro de alguna muchacha.
Aún existirá el boliche
donde se reunían viejos campesinos.
Nos invitarán a beber y a conversar
asuntos que nadie olvida.
El tiempo no es más que regreso a otro tiempo.
"Todos nos reuniremos alguna vez bajo tierra".
Alguien nos reconocerá a la vuelta de una esquina.
Será como venir a saludar desde otra época.
En En el invierno de la provincia, Sociedad de Escritores de Chile, Talleres de la Universidad de Chile, 1963
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Foto: Rolando Cárdenas, c.1979, Biblioteca Nacional Digital de Chile
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)
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