martes, 10 de septiembre de 2024

James Schuyler (EEUU, 1923 - 1991)

James Schuyler – Alba Editorial

 

Una fotografía

 

Te muestra en una habitación
en Londres; libros, un cuadro,
tu sonrisa, una corbata
de seda, traje. Y más.
Es tan vos, y yo
la veo todos los días
(acá, en mi escritorio),
aunque a vos no. El viernes
pasado fue estupendo.
Salimos, volvimos, nos volvimos
locos. Vos te quedaste
dormido. Yo también. Te despertó
el perro y te vestiste
y lo sacaste a pasear. Cuando
te fuiste, yo dormía.
Cuando me desperté
llegué con lo justo 
al tren a una cena en el campo
y a hablar sobre el éxtasis.
Que yo creo que viene
en dos variantes: la que ya 
conocés, “Ahora me siento en éxtasis”,
como el extraño grito que solté
el viernes pasado a la noche. Y
un segundo tipo, que sólo
se reconoce en retrospectiva:
“Esa alegría que sentí,
sin reparar en ella,
cuando tenía los pies
de él sobre mis piernas, o cuando
al mirar para abajo, vi que se le habían 
cerrado los ojos achinados, eso también
fue éxtasis. Y no siempre
tiene que haber un bajón
después”.  ¿Creo en
la perfectibilidad del
hombre? Extrañamente
(conozco lo bastante
la desdicha), 
sí. En serio.
Yo creo de verdad
que las futuras generaciones
van a poder vivir sin los momentos
de angustia
y miedo que conocimos
entre nuestros accesos y paseos
extasiados. La bola, tras el golpe,
encuentra la buchaca. Vos sonreís
algunos años atrás
en Londres, yo he conocido
el éxtasis y la calma:
¿vos no? Tratemos de entender, mi
hermoso amigo que tenés
torcida la nariz. 
 
 
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg 

 

 

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