domingo, 8 de septiembre de 2024

Italo Calvino (Italia, 1923 - 1985)

 Ítalo Calvino, el hombre que inventó la máquina de narrar ...

 
Las ciudades invisibles 
 
 

No hay lenguaje sin engaño. Nadie saluda a nadie. Las miradas se cruzan en un segundo y después huyen. Buscan otras miradas. No se detienen.
 
Un intercambio de miradas como líneas que unen una figura a otra. Y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que todas las combinaciones en un instante se agotan.
 
Noches en que una congoja hipocondríaca pesaba sobre su corazón.
El fin de mis exploraciones es este: escrutando las huellas de felicidad que todavía se entreveen.
 
Si quieres saber cuanta oscuridad tienes alrededor, debes agudizar la mirada en las débiles luces lejanas.
 
La mentira no está en el discurso, está en las cosas.
 
Si caminas con el mentón sobre el pecho, con las uñas clavadas en las palmas, tus miradas se enredadaran a ras del suelo, en el agua de la calzada, las alcantarillas, las espinas de pescado, los papeles sucios.
 
Las imágenes de la memoria, una vez fijadas por las palabras, se borran.
Tus pasos recorren lo que no se encuentra fuera de los ojos, sino adentro, sepulto y borrado.
 
Todo lo que veo y hago cobra sentido en un espacio de la mente, donde reina la misma calma que aquí, la misma penumbra, el mismo silencio recorrido por crujidos de hojas.
 
Tal vez este jardín existe sólo a la sombra de nuestros párpados bajos.
 
Tal vez este jardín sólo asoma sus terrazas sobre el lago de nuestra mente.
 
Crecer en círculos concéntricos, como los troncos de los árboles que cada año aumentan una vuelta.
 
A veces me parece que tu voz me llega de lejos. [..] Y escucho por tu voz las razones invisibles.
 
Tu atlas guarda intactas las diferencias: ese surtido de cualidades.
 
Así un año tras otro he visto desaparecer el foso, el árbol, el serbo. Ocultos por setos de sonrisas tranquilas, entre mejillas redondas que se mueven masticando hojas.
 
Toda innovación en la ciudad influye en el dibujo del cielo.
Entre las estrellas: la ciudad y el cielo no permanecen jamás iguales.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario