viernes, 20 de septiembre de 2024

Elbio Chitaro (Uruguay, 1961)

Puede ser una imagen de 1 persona y sonriendo

Tres poemas



Las palabras, las pseudopalabras,
las formas de escribir la idea distinta,
poesía circuncidada,
sin muertes ni mortajas.
Justo, necesario.
 
Porque cuando escribo
no encuentro nada que golpee
tanto como la oscuridad,
sólo un collar de vacío
                         y no sé qué. 
 
Me han dicho que intente reflejar
las bocas y los gritos de los inocentes.
Fácil decirlo;
es como decir: no digas nada cuando escribes.
No decir, parte de ello,
de todo.
Fácil distorsionar el fuego
del tragafuegos cuando escupe. 
 
De últimas, la negrura
es parte de ello.
 
Porque ¿de qué hablamos cuando hablo de escribir?
De una niebla espesa que esconde
un deseo a discernir,
a descifrar.
Me agarro a una brizna de hierba
para no caer en el abismo
y destrozarme; 
 
                 y luego, ¿qué hacer? 
 
¿ver un hilo de luz
entre los desfiladeros? 
 
De últimas, a pesar del hilito,
la negrura
es parte de ello, de todo.
 
La negrura es aquello
que no logro olvidar,
aunque quisiera. Por laudado.
 
***************
 
 
 
¿Cómo oyes campanas si no hay campanas?
 
A tres kilómetros no hay campanas, a ocho tampoco las
hay, a quince, treinta, a cien, ni a trescientos cincuenta las
hay.
Hay gente que sólo escucha cucarachas, moscardones,
ventanas que murmuran tras las cortinas.
Pero se oyen campanas. Ellos, capaces de todo, capaces
de servirlas en bandeja para que la muerte tenga su
propia ventajita.
 
Tú oyes el sonido de una campana media y otra grande y
pesada. Tal vez una tercera, de bronce, encarnada como
un pulpón, más bonita que las otras dos.
 
¿Cómo las escuchas si no hay campanas,
torre eclesial, ni campanero?
 
¿Cómo oyes sonar lo que no hay?
 
***************
 
 

SIN PIEL (*)
 

Despertar sin piel: ansío
Mis cisnes polvorientos de cuello negro;
En tal caso, no perder
de vista el nacimiento del poema.
No perder la codicia del poema, el lobo hambriento,
al abrir de pronto
La piedra perdida de los ojos.
 
Despertar como un recién nacido
En manos de un bufón.
Como un buey
de pinceladas gruesas y furiosas.
Libre ya
de entrañas, libre de yugo uncido
Sobre lo elevado.
 
Despertar frente a mi hijo Juan
y la sombra de Santiago.
Frente a ellos dos, cisnes míos,
Con la piel pidiendo a gritos
injertarse
A una sábana de lino sobre altar.
A ese poema,
A ese ser,
Hecho a fuerza de tierras rojas
y caput mortuum.
 
Despertar sin piel:
Como Judas ante el Sanedrín,
o Marco Junio Bruto
Ante el cadáver sacrosanto.
Sin pronunciar palabra, ambos dos.
Uno con los labios,
El otro
con el pugio de miedo prematuro.
Bajo la toga pretexta
y textual.
 
Como Celan,
Celan,
Celan ante las almendras tiritadas.
Sólo eso.
¡Puff!
 
 
(*) De "Preferiría no decirlo" (Ed. Civiles Iletrados, 2020).
 
 
(Fuente: Oscar Vicente Conde)

No hay comentarios:

Publicar un comentario