miércoles, 22 de mayo de 2024

Sebastián Jaka (Buenos Aires)

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EN MI FAMILIA TODOS COMEMOS DE UN MISMO PLATO
 
 

En mi familia todos comemos de un mismo plato
a veces mordemos una mano, nos mostramos los puños, nos empujamos con los codos
y así cada uno toma lo que puede, según su particular manera de rapiñar.
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Los que más comen, se pueden dar por satisfechos:
son los que ríen a horcajadas de cualquier chiste, los que son invitados a las reuniones importantes
los que tienen bienes inmobiliarios y buena suerte en el amor.
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En cambio, los que tenemos menos fortuna
enflaquecemos día a día
pasamos largas tardes de soledad mirando las ventanas vacías
y a menudo pensamos en la muerte
como un pasamiento más.
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Es una cuestión de velocidad, no de glotonería
algunos nacen con los reflejos más rápidos que el resto
y eso es todo
una buena mano que la genética les jugó a su favor.
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La servimos en grandes cucharones fragantes
y nos llenamos las narices y los ojos y lubricamos el tracto listo para deglutir;
es una ceremonia que celebramos en silencio
atentos a cada movimiento del otro, como en una carrera a punto de empezar
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Yo, por mi parte, mastico lento cada bocado
mientras la jauría deglute los alimentos a boca llena.
Todos sabemos que soy el más lerdo de la familia
y así todo, nunca me dan ventaja, ni me dejan un trozo de más:
a veces espero los restos y los devoro en algún lugar oscuro de la casa
como un perro hambriento que ha encontrado un hueso en el fondo de un basural.
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Todos coincidimos que en el plato hay comida para todos, y es verdad
no es que el alimento escasee, es nuestra particular manera de repartir la piedad.

 

 

(Fuente: Meta Poesía - Daniel Rafalovich)

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