RUDA/RUTA GRAVEOLENS
RUDA/RUTA GRAVEOLENS
Ser madre
me fue negado
contra la voluntad
o el deseo.
Mi cuerpo
no podría soportar
ese peso.
Moriré
sin haber germinado
dentro de mí
otra semilla.
Nadie heredará mis ojos,
ni mis hijos tendrán su piel dorada.
MAL DE OJO
MAL DE OJO
Me reconozco
dueña de este cúmulo
de malos sentimientos
que buscan su salida
por los ojos.
**
Mírame.
Lo que no se nombra,
no existe;
lo que no se ve,
no existe.
Pero yo existo
y lanzo maldiciones,
como si mis ojos
lanzaran relámpagos
y fuego.
Conozco el rencor y el odio,
que me son
tan supuestamente ajenos.
No soy brisa ni resolana,
soy huracán
y con el peso de mi mirada
te condeno.
MAL DE AMORES
MAL DE AMORES
Tres figurillas bailando
en el mueble de la sala
me recuerdan tu cuerpo
acercándose al mío.
La vida es eso que pasa
mientras recuerdo
que las plantas no deben mudarse,
por eso tienen raíces.
Tú te mudaste al fin,
nunca fuiste muy de plantas.
A ti te gustaba la luz del fuego
pero no querías arder.
SUSTO
SUSTO
Vi a una madre perder a su hijo
—más bien lo escuché—
en un accidente automovilístico
de la carretera federal número 16.
Soñé mucho tiempo con sus gritos.
Madre, cúrame el susto,
quema la piedra de alumbre
y deja que el fuego
nos muestre la forma del miedo.
Déjalo que salga.
Déjalo que se queme
XL
XL
Sólo hay invierno junto a ti, amigo.
Elena Garro
Algunas veces pienso
que soy demasiado grande
para tus manos.
Mi cuerpo es una montaña de piedras
apiladas sobre tu cama,
tus dedos dibujan senderos
que nunca me alcanzan.
Nunca intentas abrazarme
cuando todo termina,
te haces pequeñito para llorar
y te vas a la orilla de la cama:
amenazas con lanzarte de ella
como de un desfiladero.
Tus palabras son recuerdos lejanos
de todas las ciudades
que no he conocido.
Respiro, cierro los ojos. Te espero.
Y tú, cada vez más distante,
como un peso muerto,
confirmas que soy demasiado grande
para tus manos.
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Fuente: Revista Cardenal
(Fuente: Oscar Vicente Conde)
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