Lo que llamo
poesía
no es un placer
y menos maridaje
con la lengua,
y esa comunión
de huevadas.
Tampoco es
ondulación tribal
o esperancerío bobo,
o pequeña teta,
o suprimida fiesta.
Digo:
reproche estético,
horizonte rocoso,
veda
y tranquera de par en par,
gastritis de perro,
nada que poner
en la olla
cuando mucho hay,
ilusión,
apariencia
que abre y cierra
la ventana,
exterior del interior
y viceversa,
silla con espinas,
museo,
relámpago
en cielo que lo ignora,
cositas que cunden en el aire,
engaño,
intransigente y radical,
luz que el demonio
le puso a las ánimas en pena,
amor
por el número,
el óxido
lo físico y distante,
inquietud altanera,
cabeza gacha,
electricidad
en los nervios y uñas,
tentación
abandonada al sueño
y sus fraudes,
arena y soplo
seres que pernoctan
de día,
negativo fotográfico,
etcétera.
No leo poesía,
no escucho la Voz,
esa tiranía tolondra;
no me interesa,
no me revuelco
en ese polvillo
mortificante
que me aparta
de la tierra y el sepulcro,
soy esgrimista de mandobles,
no sé
el golpe de Jarnac,
soy tercero excluido,
patuleco
y segundo pa´los trofeos.
Y en estas orillitas
del marjal
me fumo el espejismo,
como quien es feliz
y lo sabe.
- Inédito -
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