dos poemas
Lo desconocido
Camino por la soledad de los libros:
mi corazón helado
con estas memorias heladas.
El viento golpea las contraventanas.
Noviembre.
Ha sido necesaria toda una vida para que el crujido de la madera
suscite una espera esencial.
Más allá del jardín
más allá del tiempo ante nosotros
están los erizos caídos de las castañas
el fuego de las hojas en la bruma
las ventanas violetas.
Puntualmente noviembre.
Cada cosa en su sitio.
Sin embargo lo desconocido está próximo
como un pájaro inquieto.
~
Mis propios comienzos
Mis propios comienzos: en un mundo que no era el de hoy. Sin frigoríficos, sin
lavavajillas ni lavadoras; la colada se hacía en grandes barreños, en cuyo centro
una alcachofa metálica escupía agua. Los autos se arrancaban con
manivela. Los textos se escribían enérgicamente en máquinas de escribir
mecánicas.
Nos hablábamos con naturalidad. No teníamos tanto miedo unos de otros.
Tocábamos las cosas. Por la noche, no dudábamos en coger un tren de
cercanías, un metro interminable.
Billetes de metro olvidados
que resbalan inesperadamente de la tapa de un libro
con el agujero perforado hace treinta años
por un revisor envuelto en confeti
(amarillos para “segunda”, verdes para “primera”)
billetes entregados entonces maquinalmente
y que el tiempo cubrió de extrañeza
rehabilitándolos como reclamos para productos desaparecidos.
El olor del metro en pleno verano no es el mismo,
y los pasajeros de esa línea, transformados en fantasmas
la mayor parte
se alejan
en un puerto distante de nuestra memoria.
No se trata de añorar ese mundo desaparecido.
Sino de decir, según la expresión de mi abuela. De decir
que hemos sido insertados en una cadena. Ya es bastante insólito haber nacido:
para además nacer totalmente desprovistos de historias y de historia.
***
Versiones de Ángela Serna
Emma Gunst
/
L'inconnu
Je marche dans la solitude des livres:
mon coeur gelé
avec ces mémoires gelées.
Le vent tape au volet.
Novembre.
Il a fallu toute une vie pour que le craquement du bois
suscite une attente essentielle.
Au-delà du jardin
au-delà du temps devant nous
il y a les bogues tombées de châtaignes
le feu des feuilles dans la brume
les fenêtres violettes.
Exactement novembre.
Toute chose à sa place.
Cependant l´inconnu est proche
comme un oiseau inquiet.
~
Mes propres débuts
Mes
propres débuts: dans un monde qui n´était pas celui d´aujourd´hui. Sans
réfrigérateurs, sans machines à laver la vaisselle ou le linge; et la
lessive se faisait dans les hautes bassines, aux centres desquelles un
champignon métallique crachait l´eau. On mettait en marche les autos à
la manivelle. On tapait durement les textes sur les machines mécaniques.
On
se parlait plus volontiers. On n´avait pas tellement peur les uns des
autres. On touchait les choses. On n´hésitait pas à prendre la nuit un
train de
banlieue, un métro à n´en plus finir.
Tickets de métro qu´on négligea
glissant soudain de la couverture d´un livre
avec leur trou percé voici trente ans
par un poinçonneur entouré de confetti
(jaunes pour les «seconde», verts pour les «premières»)
tickets alors machinalement tendus
et que le temps marqua d´étrange
restituant des réclames pour produits disparus.
L´odeur du métro en plein été, ce n´est plus la même,
et les passagers de la rame devenus fantômes
pour la plupart
s´éloignent
dans un port distant de notre mémoire
Ce n´est pas pour regretter ce monde disparu.
Mais c´est pour dire, selon l´expression de ma grand-mère. Pour dire
qu´on a été inséré dans une chaîne. C´est bien assez bizarre d´être né:
s´il fallait être né tout nu d´histoires et d´histoire!
***
(Fuente: La comparecencia infinita)
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