Hombre planetario
Salgo a la calle como cada día.
Fantasma entre las casas me pregunto
el color de la hora, el rostro incierto
hasta arder en su fuego más recóndito.
La ciudad me cautiva, red de piedra.
Las calles me persiguen,
se congregan en torno
de las plazas de sol, grandes tambores
forrados con la piel
de cordero del cielo.
¿Soy ese hombre que mira desde el puente
los relumbres del río
vitrina de las nubes?
Fui Ulises, Parsifal,
Hamlet y Segismundo y muchos otros
antes de ser el personaje adusto
con un gabán de viento que atraviesa
el teatro de la calle.
II
Camino, mas no avanzo.
Mis pasos me conducen a la nada
por una calle, tumba de hojas secas
o sucesión de puertas condenadas.
¿Soy esa sombra sola
que aparece de pronto sobre el vidrio
de los escaparates?
¿O aquel hombre que pasa
y que entra siempre por la misma puerta?
Me reconozco en todos, pero nunca
me encuentro en donde estoy. No voy conmigo
sino muy pocas veces, a escondidas.
Me busco casi siempre sin hallarme
y mis monedas cuento a medianoche.
¿Malbaraté el caudal de mi existencia?
¿Dilapidé mi oro? Nada importa:
se pasa sin pagar al fin del viaje
la invisible frontera.
(Fuente: Adriana Hoyos)
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