CREÍMOS QUE SERÍAMOS INVENCIBLES
Y LO FUIMOS HASTA DEJAR DE CREERLO
Por debajo de un gato muerto
lleno con gusanitos blancos
sobre mí luego de varios tragos
encontré la calma prometida
y ahí, donde se supone nada bueno
puede ocurrir, las olas dejaron
tranquilo al barco que alimenta
una isla entera con carne suave al tacto
no bajo un árbol en primavera
no en la cima de una colina
rodeada por nubes
no entre tus sábanas
medianamente limpias
es loco, ahí.
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